Roberto Baggio es una leyenda no sólo del fútbol italiano sino a nivel mundial pero atrás de ese futbolista exitoso que parece tener todo servido a su disposición hay una historia de sufrimiento por las graves lesiones que condicionaron su carrera e incluso lo llevaron a pensar lo peor antes de ser una estrella.
El Balón de Oro en 1993 recordó con dramatismo el momento de su primera rotura de ligamentos cruzados de su rodilla derecha cuando recién llegaba a la Firoentina procedente del Vicenza y su carrera en el fútbol comenzaba a crecer.
"En ese momento le pedí a mi madre que me mate. Le digo 'Mamá, si me querés, mátame'", La Gazzetta dello Sportsorprendió a todos el italiano de 52 años en el Festival del Deporte organizado por el diario en Trento.
Por esa lesión, le dieron 200 puntos de sutura internos pero su camino en el fútbol siguió en levantada y se dio el gusto de jugar en los clubes más importantes de su país como Juventus, Milan e Inter y disputar tres mundiales con su selección.
Pero las lesiones fueron una constante en su vida y en esa misma rodilla tuvo problemas de meniscos y en los tendones y también se rompió los ligamentos cruzados de la izquierda. Así y todo, se las arregló para convertirse en leyenda y para conseguir esa fortaleza, Baggio se apoyó el budismo.
"Buscaba algo que me hiciera entender que todo dependía de mí. Yo antes culpaba a los demás. Yo era la víctima y los demás eran los responsables de mi sufrimiento. El budismo me ayudó a entender que todo empieza por mí", reflexionó.
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