En el 2014 se estableció el 23 de mayo como el “Día Internacional del Fútbol Femenino”, con el objetivo de generar conciencia y promover el desarrollo de este deporte. Por aquel entonces en Argentina el fútbol femenino era 100% amateur.
Si bien existía un campeonato de Primera División de AFA, que contaba con 15 equipos y tenía a UAI Urquiza como la gran sensación del momento, lo cierto es que no había inversión, ni económica ni futbolística. Ni la AFA ni los clubes “ponían plata” en la disciplina, y tampoco creaban escuelitas para el desarrollo de las categorías inferiores.
Ni hablar de la Selección, que desde el primer Mundial en 2003 hasta hace muy pocos años, atravesó un proceso muy desordenado y hostil. Las jugadoras no concentraban, dormían en los micros, no recibían viáticos, usaban camisetas viejas del masculino, la AFA no buscaba fechas FIFA y la selección era totalmente indiferente para todo el país.
Incluso, luego de no clasificar a la Copa del Mundo de 2015 tuvo un bache inexplicable de dos años sin tener actividad. La situación empezó a cambiar en 2018, cuando las jugadoras alzaron la voz y reclamaron mejores condiciones laborales.
Pero, en 2019 se produjo un hecho bisagra en el fútbol argentino: el 12 de abril, 15 jugadoras de San Lorenzo firmaron sus primeros contratos profesionales. Este acto tuvo como abanderada a Macarena Sánchez, que intimó a UAI Urquiza, su ex club, pidiendo que regularizara su situación laboral, e inició el camino para que el fútbol de Primera División en Argentina sea semiprofesional.
La AFA comenzó a exigirles a los clubes de la A, un mínimo de ocho contratos por plantel con un sueldo equivalente al de la Primera C masculina y se creó, entonces, la Liga Profesional.
Poco después, la TV Pública y DeporTV empezaron a emitir todos los partidos de Primera, esto incentivó a los dirigentes para que cedieran los estadios principales, las marcas también comenzaron a acercarse, y el público empezó a consumir más fútbol femenino.
Así, con contratos semiprofesionales, mejores escenarios y con TV en vivo, todo parecía indicar que el futuro era prometedor. Pero... llegó el estancamiento, la crisis y los retrocesos.
Sueldos miserables y jugadoras sin contratos
Según indica el reglamento 2024 "es condición obligatoria que los clubes participantes cuenten con al menos quince jugadoras profesionales con contrato registrado". En la actualidad, el sueldo neto de una jugadora en la Primera División de Argentina es de $165.800, un monto que está muy por debajo de una canasta básica.
En el caso de las pocas instituciones que “mejor invierten” en el Femenino o que logran mejores convenios, una futbolista puede alcanzar un sueldo básico de $203.500.
También, pueden recibir “premios extras”, por objetivos, goles, partidos ganados o posición en la tabla, que rondan entre los 6 mil y 10 mil pesos. Siempre y cuando tengan contrato y lógicamente esten citadas a los partidos.
Es decir, que quienes no estén registradas ganan muchísimo menos. “Una jugadora sin contrato debe estar ganando, entre sueldo y premio, 130 o 140 mil pesos con toda la furia”, reveló una protagonista de Primera División a 442.
Es cierto que a nadie le gusta “hablar de plata” o de cuánto gana en su trabajo, pero a las futbolistas muchísimo menos. Es que blanquear abiertamente su situación salarial dejaría expuestos a los dirigentes y por ende, llegan las represalias.
Hay clubes que les deben sus sueldos desde hace meses y no solo a ellas, sino que a los cuerpos técnicos también. Incluso, las instituciones ya ni siquiera informan que jugadoras tienen contratos o no, por lo que es imposible saber si verdaderamente cumplen con el mínimo establecido por reglamento.
Está más que claro que esta realidad obliga a las futbolistas a tener otro trabajo. Y el hecho de tener un trabajo formal y además dedicarse al fútbol acarrea otro problema: por presentarse a jugar o entrenar, muchas pierden el presentismo en sus empleos. Y si los clubes además, no les ofrecen viáticos o transporte, la pérdida económica es considerable.
Vale destacar que, cuando se formó la Liga Profesional Femenina, la AFA garantizó que iba a otorgar a cada club de Primera un “subsidio” para poder pagar los sueldos de las jugadoras. Pero, actualmente la casa madre del fútbol argentino “habría dejado de entregarlos”.
No solo pierden dinero, también pierden difusión
Los ajustes del Gobierno de Javier Milei, que le pegaron duro a los medios públicos, hizo que las jugadoras perdieran la chance de seguir siendo televisadas por las pantallas de la TV Pública y DeporTV.
A partir de este año, TNT Sports transmite los encuentros de Primera División, pero solo lo hace con dos por fecha. Los otros partidos salen por los canales de YouTube de los clubes.
Esto provocó que las dirigencias manden los encuentros a las canchas auxiliares y muchas de ellas están en tan malas condiciones que ni siquiera cumplen con las normas que impone la AFA. Otra consecuencia es que al no haber televisación, los sponsors se alejan, porque lo que no se ve, no existe.
¿Qué pasa en la Primera B y la C de AFA?
Si la situación en Primera es crítica, en el Ascenso es deplorable. En la segunda y tercera categoría, los clubes no están obligados a tener jugadoras con contratos, por lo que si reciben algún sueldo, beca o premio económico es meramente decisión de la institución.
La elección de los escenarios también es tema de discordia, porque los mejores campos suelen preservarlos para el masculino.
Y una cuestión cada vez más frecuente es la falta de organización y la poca seriedad, por ejemplo, con las ternas arbitrales: inexplicablemente, hubo partidos que se estuvieron jugando solo un árbitro. Como si se tratara de un encuentro de infantiles.
Sin sueldos y pases caros
Por otra parte, en Santa Fe se dio un hecho muy particular y que no tuvo demasiada trascendencia. Antes de que arranque el Torneo de la Primera B, Unión se hizo de los servicios de Emilse Albornos, que militaba en Atlético de Rafaela.
Por el pase de la jugadora, el club rafaelino, le pidió al Tate 2.500 dólares (2.500.000 pesos). Es lógico que un equipo le ponga precio a la ficha de una futbolista, pero lo que no es coherente son las cifras, porque aún el Ascenso Femenino - y la Primera también-, es demasiado amateur para manejar esos números.
La familia de la Emilse pidió un préstamo y hasta puso a la venta caballos para llegar a pagarle el pase a la Crema. Además, el plantel femenino de Unión colaboró y realizó una rifa que costaba mil pesos y tenía como premio la camiseta de Bruno Pittón y el short de Lucas Gamba. Así se recaudó el dinero para abonar el pase.
¿Qué pasa en las ligas del interior?
La crisis económica que atraviesa el país y que indiscutiblemente afecta a las instituciones deportivas,muchas veces funciona como excusa para “ajustar”, “recortar” o “liquidar” al Femenino.
Para los clubes barriales es cada vez más difícil reunir los fondos para solventar los gastos de mantención de Liga, canchas, árbitros, transnporte, enfermeros, entre otros. Entonces, muchos toman las decisión de dar de baja la categoría femenina, aún cuando las jugadoras pagan las cuotas o hacen beneficios para sostener la división.
Esto desencadena en que cada vez menos mujeres y niñas tengan la posibilidad de jugar al fútbol, hasta las canchitas de barrio comienzan a cerrarse nuevamente para nosotras. Crece la incertidumbre sobre que va a pasar con un espacio que parecía conquistado.