Se jugaba el primer tiempo de Velez y Racing en la Villa Olímpica, cuando Hernán Palíto Manrique, el auxiliar técnico de la Reserva del club de Liniers, se descompensó por primera vez.
En la previa del partido, ni bien terminó la charla técnica de Marcelo Bravo con sus dirigidos, se quedó sentado en el vestuario con un cuadro de malestar, dolor retroesternal y sudoración. Sospecharon un cuadro compatible con una afección cardíaca. Él adujo que algo le había caído mal.
Hernán era un muchacho comprometido. Como jugador era esa mezcla de mediocampista mixto que podía ser capaz de reemplazar a un creativo o jugar más defensivo, dependiendo de la necesidad del equipo. Un ejemplo perfecto es uno de los goles que más grité en mi vida y que quedará para siempre en la historia de Nueva Chicago.
Era la primera final por el ascenso, en el año 2001, entre Chicago e Instituto. Cristian Gomito Gómez tenía un familiar enfermo y no pudo jugar.
Lo reemplazó Palito, jugando como enganche y convirtiendo el único gol del partido. Un gol que de solo recordarlo, se me pone la piel de gallina. Como jugador, además de en Chicago, jugó en Primera con Belgrano y Unión. En el ascenso, jugó con All Boys, Chacarita y Huracán, entre otros.
Antes de comenzar el partido de Reserva entre El Fortín y la Academia, la situación no mejoraba. Palito estaba un poco pálido pero respondía dentro de la normalidad. Aun así, el médico alertó a la ambulancia para que enviaran una unidad extra y le realizaron un electro. Los gráficos mostraban indicios de una afección leve. Todavía no se había desatado lo peor. Quedó en observación dentro del vestuario pero el partido se empezaba a jugar.
Después del fútbol, Palito se metió de lleno en la dirección técnica de juveniles. Trabajó un tiempo largo con los Infantiles de River y después pasó a las juveniles de Vélez. Durante mucho tiempo, alternó esa labor con la coordinación de Baby futbol del Glorias Argentinas.
Nos veíamos periódicamente. Compartíamos el afecto de quienes están vinculados por el lazo emotivo que genera el éxito deportivo. Nos juntábamos especialmente en los aniversarios del ascenso de Nueva Chicago del 2001, pero también nos cruzábamos en algún partido de futbol juvenil del fútbol argentino donde estuviera Vélez, Huracán o algún familiar querido.
Ese fútbol que es punto de encuentro, también es un factor de stress para los entrenadores. Palito hasta hace unas semanas atrás había estado con la Primera División y si a eso le sumás las situaciones familiares que cualquiera de nosotros puede tener en la vida, el cóctel es explosivo.
Mientras se jugaba el primer tiempo del partido de Reserva, las noticias desde el vestuario no eran buenas. Hernán súbitamente se había descompensado y lo reanimaron con el desfibrilador externo. Inmediatamente fue subido a la ambulancia con la idea de llevarlo al Hospital Posadas, donde Vélez referencia y deriva habitualmente por vínculos personales.
El tema es que a las pocas cuadras se volvió a descompensar y decidieron cambiar de rumbo para llevarlo al Hospital de Ituzaingo, que es el más cercano de la Villa Olímpica. Adonde ya no llegó con vida.
La partida de Hernán deja una gran tristeza en todos los que lo conocimos, especialmente en la familia y en sus amigos más cercanos. Con su hija, estaban preparando el festejo de 15 años para mitad de año.
La vida te sorprende de un plumazo. Eduardo Galeano tenía una frase que decía así: "Un domingo de fútbol uno se puede morir de un infarto; sin futbol se muere de aburrición". Es tremendo lo que genera el fútbol en muchos de nosotros, de una u otra forma nos tiene atrapados.
¡Abrazo grande, Hernán! Tu gol se seguirá celebrando y recordando aunque pasen los años.