Cuando la Conmebol confirmó oficialmente la reanudación de la Copa Libertadores para el 15 de septiembre, tuve sensaciones encontradas. Por supuesto que genera entusiasmo volver a disfrutar de nuestro torneo más apasionante y también es reconfortante sentir que nos vamos acercando al final de esta pesadilla. Pero, por otro lado, me resultó inevitable preguntarme si los equipos argentinos lograrán llegar en las condiciones que requiere esta competencia.
La mayoría de los países de Sudamérica ya volvieron a las prácticas durante junio y tienen fechas establecidas para que regresen sus ligas. Sin llegar al límite de Brasil, que hasta permitió que se disputaran algunos torneos estaduales siendo por lejos el país más afectado de la región, creo que en la Argentina se actuó demasiado lento y ahora los equipos van a sufrir las consecuencias. Da la sensación que si la AFA hubiera presionado más, los futbolistas podrían haber tenido garantizadas las mismas posibilidades que los atletas olímpicos.
Y no lo digo yo, lo dijo Marcelo Gallardo cuando habló de la importancia de establecer un protocolo para que los jugadores puedan volver a trabajar. En ese momento muchos aseguraron que se estaba adelantando a la jugada, con esta noticia queda totalmente confirmado que fue así.
Los preparadores físicos coinciden en que un jugador necesita entrenarse el 50% del tiempo que estuvo parado para reacondicionarse. Es decir, dos meses para cuatro de parate. Siguiendo esta lógica, los planteles deberían volver al ruedo el 15 de julio, o sea el próximo miércoles, algo imposible porque las autoridades ya comunicaron que ocurrirá cuando todo el país esté en Fase 4. Nadie puede establecer con certeza una fecha.
Y hablando del técnico de River, también resulta bastante disparatada la idea de que su equipo tenga que viajar para jugar en el Morumbí dentro de dos meses contra San Pablo, en la que hoy es la ciudad con más infectados de toda Sudamérica. Y aunque esté establecido que los clubes puedan mudar sus localías, tampoco queda claro cuál va a ser el criterio y la logística para poder llevarlo a cabo.
La AFA planteó disconformidad ante Conmebol, pero sus dirigentes volvieron a quedar expuestos por no poder influir en la decisión final siendo uno de los dos países que más representantes aportan al torneo. Primero tuvo que hablar un protagonista para que se terminen de delinear los protocolos y ahora deberán presionar más de lo planeado teniendo en cuenta lo importante que es la recaudación de este torneo para las economías de los clubes, cada vez más castigados por la pandemia.
Los rumores hablan de agosto como el mes clave y en el que el Gobierno daría el visto bueno a los clubes para retornar la preparación con las medidas sanitarias correspondientes. Si se confirma, habrá 45 días para la puesta a punto, dos meses menos que los competidores de otros países. Una ventaja a la que sin dudas los rivales buscarán sacarle provecho y que en un torneo como la Libertadores puede ser absolutamente determinante.