viernes 19 de abril del 2024
A 30 años de Italia 90

El bidón de Branco

Con testimonios de Maradona, Troglio, Simón, Basualdo, Olarticoechea, Bilardo y el doctor Madero, el reciente libro “Italia ‘90”, del periodista Pablo Alonso, reconstruye el episodio del bidón con agua mezclada con un ansiolítico que el cuerpo técnico de la Selección le dio de tomar al brasileño Branco.

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Marcando el reloj los 39 minutos, sucedió algo a todas luces menor, rutinario, burocrático incluso, pero que dada su trastienda amerita — para que este repaso del partido no derrape en detalles, acusaciones, defensas y meras insinuaciones— un capitulito ad hoc. Ricardo Rocha barrió a Troglio y se hizo acreedor de otra amarilla. El doctor Madero y Galíndez entraron para asistir a nuestro mediocampista. Además de aerosol y demás materiales de rigor para un jugador que sufrió una infracción, Galíndez portaba unas botellas. El Gringo Giusti parecía beber de una botella verde.

Monzón se sumó y bebió de otro recipiente verde, pero Galíndez le hizo escupir lo ingerido. En cambio le dio un envase transparente. La botella verde que Galíndez le había quitado a Monzón fue recogida por Giusti, quien como buen samaritano se la ofreció a Branco, acercándose en busca de un poco de cordialidad a las calurosas 17:40 de la tarde turinesa. La cámara no captaría al doctor repitiendo: “¡Picó, picó, picó!”, mientras en señal de satisfacción golpeaba su puño cerrado derecho sobre su otra mano, abierta.

 

El tema se reavivó por las declaraciones — cuándo no— de Maradona en diciembre de 2004. En el programa de TyC, Mar de Fondo, un Diego gordo pero feliz, justo antes del by-pass gástrico y de la “RAI a la Suar” que fue La Noche del 10, rompió la omertà, mientras Alejandro Fantino, sus laderos y los otros invitados, el Burrito Ortega y el Turco García, festejaban la avivada: 

—Alguien picó un Rohypnol, viste […] estaban todas las dosis, tomó Branco y venía a tomar Valdo, todos los buenos, viste, y yo decía: “Que tomen, que tomen” [risas]. […] Branco se la tomó toda. Pateaba los tiros libres, y hacía puuttttttt [risas]. Yo quiero que vean ese partido, porque… [risas] escuchame, en un contragolpe, Branco la fue a parar, así hizo [Diego levanta la pierna izquierda], hizo ¡plum!, se quedó duro. […] Yo a Valdo le decía: “Dale, Valdito, dale, Valdito, tomá, tomá que hace un calor bárbaro” [risas]. […] Va el Vasco Olarticoechea, caza y yo le digo: “Vasco, ¡noooo!” [risas]. […] Y después estaban los dos micros. Y yo me siento adelante y Branco se sentaba adelante y desde el micro de enfrente me hacía [blande el índice derecho de manera acusatoria, pero incapaz de mantenerse derecho] [risas]. […] A Galíndez lo querían matar. “¡Ese era el que puso la droga!”, y él: “¡No, no, yo no!”.

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Las argumentaciones de Galíndez en el canal América fueron flojísimas y quedaban desmentidas por la jugada previa, las imágenes y los demás relatos: “Estoy atendiendo a Diego y viene el Vasco y me pide agua […] los bidones eran los dos bidones [sic] de Gatorade, no era ningún bidón transparente”. También dijo que le contestó a Branco que de esa agua había bebido Giusti, quien en otra ocasión confesó que nunca tomaba agua durante el partido, solo en el entretiempo y al final. Pero — recordemos— el Gringo pidió el agua.

“¿No trajiste nada para Branco hoy?”, le “preguntaba” Marcelo Araujo a Galíndez en pleno relato de un amistoso Brasil-Argentina en Recife en 1994, donde el local ganó dos a cero. “Galíndez te va a dar de tomar agua en cualquier momento a vos”, sobró el relator al jugador.

En una nota posterior, de TyC, Branco contaba la historia y casi, casi, terminaba riéndose para no llorar:

Galíndez, el masajista, me dio agua para tomar, y es una cosa que va a quedar en la historia del fútbol, porque yo tuve problemas serios, porque no sé qué preparado tenía aquella agua, después que bebí comencé a quedar tonto. […] Nos fuimos para Recife para hacer un amistoso entre Brasil y Argentina. Ruggeri trajo a Galíndez, y él confesó que el agua tenía un preparado para los rivales.Fue una trampa, lógico, ¿no? Seguro que fue. Ahora, fue una cosa complicada porque pudo herirme, causarme problemas futuros.

En su libro sobre el fútbol argentino, Jonathan Wilson agrega que Bebeto había compartido una cena con Galíndez —probablemente en ocasión de ese mismo amistoso— en la que este admitió la fechoría: “Dijo que había dejado las botellas ya preparadas y, por la forma en que lo dijo, probablemente no lo hizo solo con nosotros”. Uno no quiere ni pensar en que esto haya sido un sistema más que un recurso sucio de una única ocasión.

Increíblemente, la “reapertura” del caso llegó a Brasil en

2005, cuando el que abrió la boca fue el Doctor, para una entrevista de Ricardo Gotta en la revista Veintitrés, con el título “(Casi) Confieso que he trampeado”:

—Maradona contó la anécdota del bidón con tranquilizante que le dieron a Branco… Blanqueó una trampa que lo involucra a usted.

—Pero no dijo quién fue…

—¿Quién fue, Bilardo?

—No sé, no sé… No digo que no haya pasado, ¿eh?

—No lo niega, y usted era el responsable del grupo…

—Sí, pero te digo que no sé.

 

La saga continuó con los que ya habían hablado, pisándose entre sí, y con nuevas voces. “Lo del bidón es algo que se le ocurrió a Carlos, y Carlos es así, ¿qué querés que te diga?”, le dijo Maradona a Diego Borinsky en 2008 para un 100x100 extra large en El Gráfico. “No por nada dicen de las agujas de Zubeldía, dicen que en esa época existía el doping en el fútbol argentino, se dijeron un montón de cosas que no fueron probadas. […] No creí que Branco fuera a tomar. ¿Qué querés que haga, viejo?”

El mismo año y en la misma sección, Pedro Troglio, cuya caída por infracción de Rocha dio pie a la situación y se enorgullecía de ser considerado un técnico bilardista, negó que Branco estuviese afectado por algún brebaje: “Es un mito. Branco jugó el peor partido de su vida, no pudo con su cruz y nos acusó de mala manera. Es mentira que se caía. Si hubiera sido así, pedía el cambio. Se quedó porque podía seguir. […] Se habrá mareado por algo”. Y cerró el tema con un aleccionamiento estilo “Nunca tomes una Coca destapada”, pero que conllevaba una admisión tácita: “Esto deja una enseñanza, algo que me dijo el Narigón: nunca hay que tomar agua del contrario. Ya está, pasaron quince años. Hay que llorar en el momento”.

En 2015, también en el 100x100 con Borinsky, el doctor Madero, distanciado de Bilardo por varios motivos, no quiso saber nada con el tema: “Eso preguntáselo a Bilardo, no a mí”. Un año después, Giusti se hizo el sota: “No, del bidón nada que ver”. En realidad, el que no lo sabía de antemano —y una revisión de las imágenes permite asumir quién era partícipe activo y quién no— se enteró esa misma noche del 24 de junio, durante la cena.

“Ya se dijo todo”, sonríe Juan Simón. “No lo sabíamos. Un par lo sabían. En la escena empiezan a trascender algunas cosas… y ya está, se contó todo”, vuelve a sonreír. El Vasco Olarticoechea se expande un poco más, aunque tampoco le gusta tocar el tema. Viejos códigos que nunca mueren:

—Es verdad, no quise hablar mucho. Porque, para mí, ese tipo de cosas hay que guardarlas. Basualdo lo contó primero. No soy de los que hay que ganar como sea, por la formación en la vida, y no estoy de acuerdo en sacar ventaja en el fútbol como sea, pero no estoy de acuerdo en ventilar cosas que son del grupo. Yo no sabía… siempre me hice el boludo en esto, pero ya está muy contado. No estaba al tanto: no sé por qué, la tensión, un poquito siempre antes de salir, no por cábala, yo iba al baño a orinar, y quizás en ese momento dijeron: “No hay que tomar de ese…”, no era bidón, pero tampoco estoy de acuerdo con lo que contaron Diego y Basualdo. Hay cosas que se guardan.

El Pepe Basualdo había sido de los primeros en tocar el tema, luego de que su relación con Bilardo no hubiese terminado bien tras el paso del Doctor por la dirección técnica de Boca: primero lo pidió a Basualdo como refuerzo fundamental, después habría exigido su desafección como una de las condiciones para renunciar al proyecto cuando la cosa no caminaba.Hoy, Basualdo se lo toma con más calma:

—Algunos creo que ya lo sabían, por cómo uno ahora mira el video y las estrategias que iban haciendo. Después, otros, con el rumor que había, nos enteramos a la noche. Obviamente, causó sonrisa, más allá después de las declaraciones de Branco, fue algo que [risas] lo tomamos como una anécdota más dentro del fútbol. Después, con el correr del tiempo, lo vimos mejor, ya que ustedes los periodistas empezaron a buscar y encontraron, y hubo muchas cámaras que no había visto en el momento: las vi ahora, con cámaras de arriba, y ahí obviamente [risas] uno se da cuenta de todo lo que pasó. Pero, en ese momento, obviamente hacía mucho calor. Había justo parado el partido, minuto 40, 50 grados. Todos queríamos tomar agua, y él [Branco] se acercó y, bueno, la historia que todos sabemos.

No quedan dudas de que la trampa existió, de la misma forma en que Maradona cometió un alevoso penal contra la Unión Soviética por el cual debería haber sido expulsado. La cuestión no es tanto regodearse en esos dos hechos, sino preguntarnos: ¿por qué después estamos tan predispuestos — jugadores, hinchas, casi cualquier argentino— a creernos víctimas de una mano negra? ¿Cómo festejamos la viveza criolla y después pedimos la cabeza de Codesal? ¿Por qué drogamos a los rivales y después gritamos “complot antiargentino” cuando salta la efedrina en 1994?

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