Laura Cibilla, ex novia de Diego Armando Maradona, aseguró que el ídolo es el padre de su hijo. Así lo reveló en una reciente entrevista con Infobae.
Cibilla conoció a Maradona en el desaparecido boliche La Diosa, adonde el astro solía ir a bailar y en el que ella trabajaba como camarera. Ella tenía 21 años cuando inició una relación con el ídolo, corría el año 1998. La relación duró hasta 2004, cuando Maradona estuvo internado por una sobredosis. En diálogo con la periodista Nancy Dure, Cibilla aseveró que su hijo es hijo del ex DT, y que el propio Diego reconoció la filiación.
"Yo estaba trabajando en La Diosa y, de repente, entraron todos los de seguridad. Asomé la cabeza para ver quién venía y una de las chicas me dice: “¿Viste quién llegó? Tu ídolo”. Yo dejé los platos en la barra y fui hasta donde estaba él. Cuando lo vi, me empezó a latir el corazón muy fuerte. Pero se le empezó a acercar todo el mundo y yo dije: “No voy a ser una más”. Así que me fui. Bajé del VIP y vino Leo Sucar, el dueño del boliche, que me preguntó:'¿No lo saludaste a Diego?'. 'No, si no lo conozco', le respondí. “Vení que te lo presento”, me dijo, llevándome de la mano. Me saqué la riñonera dónde guardaba la propina, el destapador y los corchos, y subí con él. “Diego, te quiero presentar a Laurita, mi camarera favorita”, le dijo. Diego me miró de arriba a abajo y contestó: “Leo, ella no trabaja más”, contó Cibilla sobre los inicios de la relación con Maradona.
Su hijo es fruto de esa relación, dijo Cibilla, a pesar de que el ADN al que sometieron al pequeño (hoy tiene 17 años) fue negativo. La mujer aseguró que los estudios de consanguinidad fueron "manipulados".
El hijo de Cibilla creció sin padre, ella siempre estuvo convencida de que es Diego Maradona. Laura no quiere volver a tener vínculo con la vida y el entorno de Pelusa, no tiene intención de reclamar ni reabrir ninguna causa judicial.
En diciembre de 2019 volvieron a hablarse. Maradona la llamó por teléfono. "Tenía 20 llamadas perdidas de él. Lo llamé y me dijo que tenía ganas de verme. Hablamos esa noche a la una de la madrugada. Hablamos durante horas. Me preguntó cómo estaban mis padres, mis hermanos. Y en un momento me dice '¿y mi hijo'?", contó Cibilla.
En Navidad de 2019, Cibilla le envió un mensaje a Maradona para concretar ese encuentro que habían pautado días atrás. En ese momento advirtió que había sido bloqueada en el WhatsApp de Maradona. Entendió que algún personaje del entorno se la había sacado de encima.
Maradona y las drogas, según Laura Cibilla
En la entrevista que le concedió a Infobae, Laura Cibilla narró como nadie el vínculo de Diego Maradona con las drogas. Como consecuencia de esa relación con el ídolo, ella empezó a consumir.
"Yo me enfermé mal. Y me interné un par de veces con 40 kilos... Porque consumía a la par de una persona de 80 o 90 kilos, deportista. No era sobredosis, era que mi cuerpo ya no podía más... No le estoy echando la culpa a Diego, ojo. Pero es que no podía estar con él, si no... Nosotros alquilamos un departamento, porque yo vivía en un monoambiente. Entonces me dijo: “Gorda, buscate algo grande y nos vamos”. Ahí fue que nos mudamos a Juan María Gutiérrez y Austria", le contó a la periodista Nancy Dure.
Consultada por el estado de ira y violencia en el que entraba Diego cuando consumía cocaína, Cibilla reveló: "Era con el correr de las horas. El consumo tiene sus diferentes etapas. La primera es jolgorio, la segunda es otra cosa, a la tercera te ponés a jugar a algo, en la cuarta te pones a limpiar... Diego le cambiaba las piedritas a mis gatos. Él aprendió a pasar un trapo de piso en la cocina. Yo quería traerlo a mi mundo".
"Y siempre surgía algo, pero es parte de lo que pasa cuando estás en ese estado. Como el hecho de poner cintas en las cortinas para que no entre la luz. Son cosas feas, cosas de las que me hace mal hablar porque me remontan a un pasado que no debería haber sido así", agregó.
Maradona maltrataba a Cibilla, la celaba y le impedía trabajar: "Eso fue de entrada. Decía: “¿Cómo mi novia va a trabajar?”. Yo le explicaba que a mí me hacía bien. Pero me decía: “No, porque te van a mirar, te van a querer...”. Una locura. Con la ropa no me decía nada. Y salíamos cuando podíamos, lo que pasa es que él no podía ir a ningún lado. La única vez que caminé de la mano en una plaza con él fue en Cuba. Ahí lo conocí limpio. Era un caballero: hasta me abría la puerta del auto", relató.