Tras la decisión del cuerpo técnico de Boca de apartar del plantel a Marcos Rojo, Marcelo Saracchi y Cristian Lema por cuestiones disciplinarias, los jugadores respondieron este jueves con una postura firme: aceptaron entrenar en horarios distintos al resto del equipo, pero no acataron la orden de cambiarse en vestuarios separados.
Aunque el club había solicitado que utilizaran vestuarios distintos, los tres futbolistas se presentaron a su entrenamiento en el horario estipulado por el Consejo de Fútbol, pero se cambiaron en el mismo espacio que el plantel profesional.
Según trascendió, no hubo contacto directo con sus compañeros, ya que cuando ellos terminaban su sesión —guiada por un preparador físico designado—, el resto del equipo ingresaba recién al campo de juego para la práctica principal del día.
Este gesto fue interpretado en el mundo Boca como una señal de rebeldía, o al menos una demostración de que los jugadores no piensan salir por la puerta de atrás sin decir nada. Por ahora, siguen entrenando con normalidad en la institución, aunque al margen del grupo y sin ser tenidos en cuenta por Miguel Ángel Russo.

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La postura de la dirigencia y el futuro de cada jugador
La intención de la dirigencia que encabeza Juan Román Riquelme es clara: negociar la rescisión anticipada de los contratos de los tres defensores. Pero el camino no parece allanado.
Marcos Rojo, con contrato vigente hasta diciembre, es uno de los casos más complejos. Su salida parece inevitable, y en ese contexto, Estudiantes de La Plata —club donde el defensor es ídolo— aparece como una opción concreta. Sin embargo, desde la institución platense fueron tajantes: Juan Sebastián Verón pretende que el jugador resuelva su situación legal con Boca y limpie su imagen antes de considerar su regreso.
En el caso de Cristian Lema, también con vínculo hasta fin de año, hubo un intento de destrabar su situación. El defensor propuso una salida con el pase en su poder, pero la propuesta fue rechazada. Boca recién le acercó una contraoferta cuando el mercado de pases ya había cerrado, dejando al ex-Lanús sin alternativas en el fútbol local.
Marcelo Saracchi, en tanto, enfrenta un panorama distinto. Su contrato se extiende hasta diciembre de 2027, y Boca planea recuperar parte de la inversión: busca venderlo o al menos cederlo con obligación de compra. Es el único de los tres con proyección de valor de mercado.
En este clima tenso, los días en el predio de Ezeiza se cargan de gestos, decisiones internas y negociaciones en marcha. Boca atraviesa un conflicto silencioso, pero profundo, que todavía no tiene desenlace.
BP



