jueves 25 de abril del 2024
Independiente

Volvió Pedro Damián Monzón, el tipo que se agarró a piñas con Ruggeri, Giunta y la selección de Italia

Monzón, que regresó a Independiente como ayudante de campo de Julio César Falcioni, tiene un nutrido prontuario de peleas, siempre por defender a sus compañeros. Video.

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Pedro Damián Monzón era uno de esos jugadores a los que se los define como temperamentales. El ex defensor tenía carácter y nunca se achicaba. Y una característica más: no dudaba de reaccionar para defender a sus compañeros de agresiones externas. El mismo se definió alguna vez: “Siempre sentí esa necesidad: antes de que toquen a un compañero, que me toquen a mí”. Su carrera quedó marcada porque fue el primer jugador en ser expulsado en una final de un Mundial, y también por las anécdotas que lo muestran como el superhéroe que hacía justicia a las piñas.

 

El codazo a Blas Giunta

Esta historia la contó el propio Gustavo López. El futbolista, no el otro. Fue el día de su debut, en diciembre del ‘91, nada menos que contra Boca en Avellaneda. Gustavito entró en el segundo tiempo y cuando tocó la primera pelota Blas Giunta le pegó de atrás, lo levantó por el aire y cuando cayó le dijo con tono amenazante: “Nene, no te pongas a llorar, mirá que todavía no empecé a pegarte”. En eso estaba el volante de Boca cuando se le apareció Monzón, que irrumpió en la escena para defender a su compañero. El defensor agarró a Giunta del cuello y le lanzó: “¡Qué le decís al pibe! ¡En la próxima vas a ver lo que te pasa!”.

La próxima fue un córner para Boca. Cuando la pelota todavía estaba en el aire, Monzón le pegó un codazo a Giunta en la trompa que se escuchó en toda el área. Y mientras el abanderado del “huevo, huevo” se revolcaba sobre el césped con las manos en la cara, el Moncho apenas se agachó para decirle: “No llores, si todavía no empecé a pegarte”.

 

Ruggeri, con Bochini no te metas

En el verano del ‘87 Independiente y River se cruzaron en Mar del Plata, en el tradicional Torneo de Verano. Hacía seis meses que la Selección había ganado el Mundial de México y había una discusión entre el plantel y la AFA por los premios. Oscar Ruggeri era el vocero del grupo que reclamaba, mientras que Ricardo Bochini, que había jugado menos de diez minutos ante Bélgica, prefería mantenerse al margen de los pedidos, lo que generó cierta interna en el plantel. 

La cuestión es que los dos campeones del mundo se volvieron a cruzar en el José María Minella y Ruggeri pretendió arreglar las diferencias a su manera: en una jugada intrascendente lo levantó al Bocha por el aire. Mientras el Maestro se revolcaba por el piso, Monzón metió un pique de cuarenta metros para defender a su 10. Por supuesto, el Moncho y el Cabezón terminaron a puro insultos, empujones y manotazos. Al árbitro no le quedó otra que expulsar a los dos. Ruggeri, maldiciendo cualquier cosa roja que se le cruzara por el camino, enfiló para su vestuario. Pero Monzón se había quedado con ganas de ajusticiarlo, entonces fue por él: se mandó al mismo vestuario, atrás del Cabezón. Sólo el cordón que armaron los policías evitaron que el defensor de Independiente avanzara y provocara una masacre.

 

A Maradona se lo defiende siempre

Cuando Argentina eliminó a Italia del Mundial 90, para los locales fue una tragedia. Después de los penales, algunos jugadores italianos rodearon a Maradona dentro del campo de juego para hablar del partido, y lo hacían de manera efusiva, a la italiana. A la distancia, Monzón, que esa tarde había estado entre los suplentes, detectó la escena e interpretó que los jugadores de Italia estaban increpando a Diego. Y allá fue.

Tuvo que sacarse de encima compañeros, rivales y algún dirigente hasta que después de forcejear llegó a lo que creía el foco del conflicto. Entonces se plantó delante de Maradona, se desgarró la remera a lo Hulk y los invitó a pelear. Monzón no entendía una sola palabra en italiano, no había explicación que lo conformara. Solo se calmó cuando Diego le explicó que no lo estaban agrediendo, que los italianos son así, hablan a los gritos y de manera efusiva.

 

Un cruce con… Julio Falcioni

Cuando comenzó su carrera como entrenador, Monzón abandonó las reacciones pugilísticas pero siguió mostrando su temperamento. Uno de sus cruces dialécticos fue, paradójicamente, con Julio César Falcioni.

Ocurrió cuando el Emperador fue entrenador de Independiente en 2005 y comentó que había modificado la alimentación del Kun Agüero. Monzón, que en ese momento estaba dirigiendo afuera, lo criticó en una nota en el diario Olé. "Dejalo comer papas fritas, si así te hace feliz", lanzó el ex defensor. Aunque tiempo después se arrepintió y dejó en claro que siente aprecio por Falcioni.

 

Cuando Diego Maradona le salvó la vida a Pedro Monzón

De las muchas anécdotas que ilustran la vida de Monzón, una tiene a Diego como protagonista. Fue en el ‘97, cuando el Moncho ya se había retirado del fútbol, estaba hundido en las adicciones y pensaba en el suicidio. Entonces lo llama a Diego como un último recurso para aferrarse a la vida. Maradona lo va a ver a un local en Avellaneda donde sólo había un colchón en el piso y una silla, se sientan en el suelo y tienen una charla que para Monzón fue el comienzo de una etapa libre de fantasmas.