Qué lindo sería que el domingo el Amalfitani se muestre indiferente, implacablemente frío, al regreso de Mauro Zárate a ese estadio luego de su comentada salida del club.
Que los hinchas de Vélez piensen de Zárate lo que les dé la gana. No es la intención ordenarle las ideas a nadie. Aunque parezca todo lo contrario, a nosotros los periodistas no nos importa lo que ustedes piensen de él.
Lo que nosotros hicimos durante esta semana fue exacerbar el rencor, más o menos genuino, que ustedes manifestaron por primera vez a mediados de 2018, cuando Mauro decidió jugar para Boca.
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Una tarea que retomaremos el domingo con exhaustivas coberturas de escritorio: cientos de notas repetidas que describirán cada secuencia de la vuelta de Zárate a Liniers (ya nos la rebuscaremos en caso de que Alfaro no convoque al delantero).
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Porque todo vale con tal de retener a la audiencia, incluso hacerle creer que un traidor es aquel que no cumple a rajatabla lo que ha dicho en el apuro y el nerviosismo de una conferencia de prensa. Esto, en un país donde hay gente que duerme en cajeros automáticos.
Por eso los hinchas de Vélez están ante una oportunidad única: la de rebelarse a toda esta hojarasca mediática fraudulenta que dice en nombre de la moral.
Imaginen el impacto de ese gesto, un auténtica barricada a los programas de debate. Un alzamiento por el hincha en contra del hincha termo que los medios necesitan.
Es hoy más urgente y necesario un cachetazo al periodismo deportivo que el descargo contra un futbolista.