“Lo difícil era también que nada de esto saliera a la luz. Ese era su deseo expreso, por miedo a perder su deporte, nuestra vida privada, todo. Visto retrospectivamente, ahora, está claro que era un disparate”, Teresa Enke (esposa de Robert Enke).
Faryd Mondragón ha sido un arquero emblemático y, probablemente, el mejor de la historia del fútbol colombiano. En el Mundial pasado alcanzó el récord de longevidad en una Copa del Mundo, al ingresar al campo de juego con 43 años y 3 días. A su vez y en el mismo momento, logró el record de espaciosidad (al disputar su último partido mundialista veinte años después del primero) y el de amplitud entre presentaciones (dieciséis años entre el último en Francia 98 y este de Brasil 2014).
También, en la eliminatoria previa, había batido otro record: el de continuidad, al convertirse en el único futbolista de la historia en disputar al menos un partido en seis eliminatorias mundialistas consecutivas: Estado Unidos 1994, Francia 1998, Corea-Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y el mencionado.
Por su parte, a nivel clubes, participó de las mejores Ligas y en doce instituciones, en su recorrido por Sudamérica (Colombia, Paraguay, Argentina), Europa (España, Francia, Alemania, Turquía) y Estados Unidos. Se retiró del profesionalismo hace un año y medio, luego que el equipo dirigido por Pekerman fuese eliminado de la Copa del Mundo.
Ahora, a quinientos sesenta días de su epopeya y posterior retiro, Faryd Mondragón volvió a ser noticia. Los medios colombianos informaron que el arquero habría intentado suicidarse. La noticia recorrió el mundo. El parte médico de la Clínica Valle del Lilli (en Cali) lo definió como “un cuadro de descompensación metabólica”.
Lo rumores cuentan que fue encontrado inconsciente, en su domicilio, luego de ingerir un cóctel de pastillas antidepresivas. Su situación sentimental fue el cotilleo de los medios amarillista en los meses anteriores. Los mensajes de tono melancólico, publicados en los días pasados en sus redes sociales, misteriosamente fueron eliminados. Todo hace pensar que el runrún tiene algo de cierto, incluso la estadística previa sobre los arqueros.
A partir de los casos, se puede ver que en el mundo del fútbol, la depresión es una enfermedad que no discrimina por puesto pero que porcentualmente predomina en los arqueros. Curioso dato al que se llega, también, al analizar la tasa de suicidios en futbolistas: donde los guardametas tienen mucho más protagonismo que el 9% que debería caberles por ser 1 entre 11 jugadores de un equipo.
Osvaldo Rubén Toriani fue un histórico arquero del Club Atlético Independiente (campeón de la Libertadores del 64 y 65) y el primer futbolista de la historia argentina (1988) en cometer suicidio (por asfixia con monóxido de carbono). Lo siguieron otros guardametas como Alberto Vivalda, que jugó en River Plate, Chacarita y Tigre, y terminó con su vida lanzándose a las vías del Ferrocarril en 1994. Luis Ibarra (ex Tigre) que se arrojó al vacío en septiembre de 1999, luego de asesinar a su familia. Sergio Schulmeister (ex Huracán y Rafaela) que se ahorcó en la cocina de su casa en febrero de 2003. Mariano Gutiérrez (ex San Martín de Burzaco) en 2008. Héctor Damián Larroque (ex Boca y Sportivo Italiano) en 2011.
En el ámbito internacional, son recordados los casos de Robert Enke (arquero de la selección alemana) que se suicidó arrojándose a las vías del tren en 2009 y el costarricense Lester Morgan Suazo que se disparó en la sien con un arma de fuego en 2002.
Consultado sobre la llamativa prevalencia, el psicólogo deportivo Marcelo Roffé (que estuvo en la Selección Colombia y en la Argentina, entre otros equipos) expresó: “Hay que tener claro que no cualquiera se suicida. Tiene que haber motivos o padecimientos que lo lleven a pensar que la muerte es una salida. Ahora, que la estadística sea mayor en los arqueros no es casual y tiene que ver con su función, con la percepción de fracaso, la soledad y, por qué no, de la ingratitud del puesto. En lo psicológico, el arquero es diferente al resto. Se trata de un puesto individual en un deporte colectivo: es el que se viste distinto, el que se entrena diferente, el único que tiene permitido utilizar las manos para jugar, al que a veces le cuesta más integrarse al grupo y, habitualmente, es al que tildan de loco o de boludo”.
La situación del arquero es como la dicotomía entre el huevo y la gallina: es loco y entonces disfruta de ser arquero o va al arco y se termina volviendo “loco”. Es cierto que hay excepciones que confirman la regla pero de niño, todos siguen soñando con hacer goles y unos poquitos, anhelan evitarlos. Pese a la relevancia que debería tener el puesto, por su cercanía con el gol (en contra) y por la cualidad diferencial de jugar con todo el cuerpo (incluso las manos), el lugar de arquero ha sido históricamente menospreciado. Incluso hoy en día, hay hinchas que aún lo consideran un puesto de status inferior, pese a la complejidad que se le impuso en los últimos años a su juego y donde ya es menester saber jugar con el pie.
“Gracias a todos por los mensajes de cariño, preocupación y apoyo desde todos los lugares del mundo. Aquí ya en mi casa junto a mis padres, recuperándome de una descompensación metabólica que sufrí anoche. Mil gracias a todo el personal de la Fundacion Valle del Lili por el profesionalismo e inmenso cariño que me brindaron", escribió Mondragón, hace un par de horas, en su cuenta de Instagram, luego de recibir el alta médica. Ahora enfrenta un largo proceso de rehabilitación, ya que como decía su colega Aitor Ares: “Las lesiones graves de un portero, donde más tardan en curar es en la cabeza”.