martes 10 de diciembre del 2024
La noche de Leo

Messi, el regreso de los hinchas y una historia de desencuentros con final feliz

Después de 548 días con tribunas vacías, los hinchas pudieron volver. Y nada menos que para recibir a Leo. Entre protocolo y gente desesperada por conseguir una entrada, el Monumental lució nuevamente el color del fútbol.

Es una cita. Casi, casi, una primera cita. Uno de esos momentos que provocan entusiasmo y ansiedad. Pasó mucho tiempo y pasaron muchas cosas. Hubo desencuentros, frustraciones y algún desengaño. Pero el día de la reconciliación llegó: hoy los hinchas argentinos van a recibir a Messi, hoy le van a decir “bienvenido, campeón”, hoy le van a demostrar que la grieta del pasado está cerrada.

Todavía faltan unas horas para los tres goles, el récord que le rompió a Pelé y el llanto del final. Pero algo se intuye. Es la primera vez que Leo pisa el Monumental con el parche de campeón en el pecho. Merece un buen recibimiento, a pesar del aforo reducido y el protocolo. Un año y medio después de que las tribunas se vaciaran, es razonable que vuelvan a tener hinchas con Leo sobre el campo de juego.

-¿Flaco, te sobra una entrada para vender?

Avenida del Libertador volvió a tener el color del fútbol. Algunos vendedores ofrecen banderas; otros, pilotos para una lluvia que amenaza pero no llega. Hay también proveedores de garrapiñadas y alfajores a tres por cien. Lo que no hay es choripán: otra víctima del protocolo. Una desgracia más del maldito covid.

Argentina-Bolivia

Los hinchas circulan. Los 1.200 efectivos de la Policía de la Ciudad están para eso, para evitar las aglomeraciones. Nada de quedarse en una esquina a esperar al grupo de amigos para entrar juntos al estadio. Esta noche, los puntos de encuentro son móviles.

A los clásicos uniformados se les suman unos sujetos con chalecos identificados como “orientadores”. Se encargan, precisamente, de explicarles a los hinchas desorientados por qué calle deben entrar de acuerdo a su ubicación. Son como los acomodadores de los teatros pero sin programa ni propina.

Todavía falta más de una hora para que empiece el partido y el cumplimiento del protocolo es ejemplar. Hay barbijos, distancia y circulación. El desborde vendrá después, cuando los relojes empiecen a meter presión.

-¿Tenés idea dónde puedo conseguir una entrada de reventa?

La primera valla por Udaondo es una trampa. El cordón de seguridad provoca lo obvio: la gente se amontona. Las colas de hinchas desafían al protocolo, y el protocolo pierde por goleada. Las postales son de la era pre covid. Y todavía faltan otras dos vallas para llegar al Monumental.

En esta espera eterna no hay cantitos, arengas ni gritos de aguante, pero hay megáfonos. Es lo que más se escucha: la voz amplificada y distorsionada de los tipos de seguridad que no paran de reclamar “entradas, documentos y declaración jurada en la mano”. 

Argentina-Bolivia

Pasan los minutos y las vallas, crece la ansiedad, se achica la distancia con el estadio y todo importa cada vez menos. Falta media hora para el reencuentro con Messi y se supone que todos los hinchas ya deberían estar en las tribunas. El protocolo decía eso. Pero no ocurre, por supuesto. En la calle todavía hay hinchas con sus entradas en la mano, hinchas que corren, que pretenden pasar la última valla sin que les tomen la temperatura, que intentan evitar el control biométrico de la policía.

Se supone que se vendieron 17 mil tickets, pero los controles de Utedyc dudan. “Hace tres horas que está pasando gente sin parar, hoy van a entrar como cuarenta mil”, comenta uno de los muchachos que controla los ingresos. “Parece un día de un partido normal”, agrega otro, también incrédulo.

-Hoy va a ser imposible colarnos, hay demasiados controles. Esto del covid nos cagó…

La Selección argentina sale a la cancha. Messi sale a la cancha. Los últimos rezagados apuran el paso para entrar antes de que comience el partido. Dentro del Monumental empieza el coqueteo entre Leo y los hinchas. Lo reciben como a un campeón y él responde como un crack. Es la cita soñada. Después de 548 días con estadios vacíos, el regreso de los hinchas tuvo una noche memorable. La noche de la goleada, del récord, de las lágrimas. La noche de la reconciliación definitiva.

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