viernes 29 de marzo del 2024

Kempes: “Ésta Selección es mejor que las del 78 y el 86”

Defiende a Messi y a su generación, aunque se alarma por los casos de Higuaín y Agüero. “Para muchos, somos una lacra”, se lamenta a casi 40 años del mundial.

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De las mil historias que se contaron del 6-0 a Perú en el Mundial 78, hay una que Mario Kempes se guardó casi cuatro décadas. La guardó en su memoria, y cuando todos pensaban que ya no había nada más para decir de aquella noche rosarina, Kempes la soltó en El Matador, el libro autobiográfico que acaba de publicar.

La historia no tiene que ver con las suspicacias que generó esa goleada, sino con una aventura en medio del trance mundialista.

Una aventura de chicos, para salir de la rutina”, dice ahora. La madrugada posterior a ese 6-0, con la Selección ya clasificada a la final, Kempes se despertó a las cinco de la mañana y fue a pescar al río Paraná junto a Héctor Baley y Daniel Killer.

Hacía un frío descomunal. Tapados con abrigos y frazadas, se subieron a un barco abandonado y pescaron. Sacaron doce bagres, que los comieron fritos en el almuerzo, ante el asombro de los demás compañeros. “Nosotros no íbamos a ningún boliche, no teníamos teléfonos. Sólo hablábamos y tomábamos mate en las habitaciones”, recuerda Kempes.

—¿Hoy ya no pasa eso?

—No lo sé. Quizás están a las cuatro de la mañana despiertos pero con la Play. Con todos los elementos que tienen hoy, no creo que se junten a hablar. Posiblemente algunos, uno o dos. Nosotros nos reuníamos ocho o diez en una habitación: tomábamos mate, nos reíamos, discutíamos de los partidos. Y todo quedaba ahí. Ni Menotti se enteraba. Hoy creo que cada reproche se amplifica. El carácter y la mentalidad de los jugadores son diferentes.

—En la contratapa del libro se lee “Kempes, un héroe olvidado”. ¿Lo siente así?

—No solamente yo, sino toda nuestra generación. Nos despreciaron mucho durante mucho tiempo. Nunca pensábamos que íbamos a ser campeones, pero lo fuimos. En algunos partidos logramos jugar bien, en otros nos pusimos el overol. Pero nunca imaginamos que el Mundial 78 iba a ser una carga tan pesada, una mochila llena de piedras que debíamos llevar toda la vida. A los campeones del 78 nunca nos dieron importancia. Para muchos, el fútbol en Argentina empezó en el 86.

—¿Por qué?

—Porque gobernaban los militares y el país atravesaba una situación crítica. Pero nosotros sólo jugábamos al fútbol. A mí no me llamaron para defender a los militares, sino para jugar con la camiseta de mi país. Fue lo que más me dolió: que muchos hayan creído que nosotros colaboramos con los militares.

—En el libro intenta desmarcarse de esa idea varias veces.

—A mí me gusta que haya democracia, que cada uno haga lo que quiera, sin faltar el respeto. Cuando entrábamos a la cancha, a nosotros nunca se nos pasó por la cabeza que estábamos jugando para la cúpula militar. Me reventó que muchos periodistas dijeran que jugábamos para ellos. Es una herida que cerró. Ya estoy viejo y trato de no amargarme por algo que no es creíble. Pero nunca nos vamos a sacar esa daga.

En ese Mundial que luego significó una “mochila de piedras”, Kempes convirtió seis goles y ganó el Balón de Oro. Los gritos con la Selección fueron una de sus especialidades. Por eso, sabe de lo que habla cuando analiza los casos de los goleadores que no hacen goles con la camiseta del equipo nacional y sí con sus equipos todos los fines de semana.

—¿Cómo explica esa falta de gol?

—Es difícil explicarlo. A Icardi le dieron uno o dos partidos: no podés juzgarlo. En cambio, lo de Higuaín y Agüero, incluso lo de Dybala, sí es preocupante. La cabeza del jugador es muy complicada. Lo de Higuaín y Agüero es un tema: no vienen con la suficiente confianza ni con la personalidad que se necesita. Porque ellos tienen personalidad, juegan en el City y en la Juventus, no son equipitos. ¿Será que pesa mucho la camiseta argentina? No hacen en Argentina lo que hacen en sus equipos. Yo observo eso: que se contraen, se reprimen, tienen miedo de equivocarse. Y eso no es normal.

—¿Messi entra en esa lógica?

—Messi es el mejor. Se lo criticó siempre. Pero viene a jugar desde antes de ser el mejor del mundo. Y siempre ha sido la figura de la Selección. Es nuestro símbolo después de Diego. Y lo maltratamos, lo juzgamos de la peor manera. No lo sabemos aprovechar. Así somos los argentinos. Lo maltratan como nos maltrataron a nosotros.

—¿Encuentra una analogía entre él y ustedes?

—Es parecido. Aunque lo nuestro fue porque estaban los militares. Lo de Messi es porque, como Argentina no funciona, la culpa es de él. Todos sabemos que estamos equivocados: yo en su momento también lo critiqué, porque lo veía apático. Hay saña con Messi. Pareciera que tiene que ser Diego. Y Diego ya pasó. ¿Por qué Messi no es mejor que Diego? Porque no ganó un Mundial. ¡Pero Cruyff y Di Stéfano tampoco lo ganaron! Y sin embargo están ahí, en la mesa de los diez mejores de la historia. En esa mesa, Messi, si no es el primero, es el segundo. No podemos vivir del pasado. Vamos a ayudar a los que están hoy. Porque si no ganaba en Ecuador, hubiera sido la debacle de una Selección, la de los últimos diez años, que para mí es la mejor de todas.

—¿Mejor que la del 78 y el 86?

—Sí. Mejor en nombres y en experiencia. Lo que pasa es que no han ganado. Llegaron a tres finales, pero acá salís segundo y nadie se acuerda. El mejor partido que jugó Argentina en mucho tiempo fue la final con Alemania en 2014. Pero perdió.

—En el libro reconoce que le queda como cuenta pendiente haber dirigido alguna selección juvenil. ¿Le gustaría?

—Sí. O me hubiera gustado. Las ganas van a estar siempre, hasta que no pueda ni hablar. En AFA no nos dieron oportunidades a los campeones del 78. Para muchos somos una lacra. Creen que todo los que ganamos fue porque hubo un arreglo o una coima. Y eso se trasladó a la mente de los dirigentes. Porque si bien hoy el fútbol argentino está reconocido, en nuestra época no teníamos ni concentración. Nosotros marcamos el inicio de un camino. Hacíamos un asado debajo de un tinglado y pasábamos frío. Pero en esa adversidad se formó el grupo.

—¿Eso le falta a la Selección de ahora?

—No sé si es eso. El principal problema es que no se hablan y eso se refleja en la cancha.

—¿Sampaoli puede revertir eso?

—Dirigió sólo cuatro partidos. Hay que darle tiempo. No estuve de acuerdo con el cambio de cancha contra Perú. ¿Cómo le vas a echar la culpa a la cancha? ¡Si ahí salimos campeones del mundo!