–¿Viste la entrevista que le hizo Fernando Niembro a Maradona el otro día?
–En el momento no, fui viendo de a pedazos en las repeticiones que fueron dando en los distintos canales.
–¿Qué sentiste cuando Diego dijo que estabas para jugar treinta minutos?
–¿En serio dijo eso? Recién me entero, se ve que me salteé esa parte... Pero, bueno, es su opinión. Yo estaba para jugar mucho más que treinta minutos, lo demostré en los partidos que jugué. Pero bueno, está bien, es la opinión del técnico.
–Pero también habló muy bien de vos como persona...
–El comportamiento que tuve fue por respeto al técnico, pero sobre todo al grupo. Si nos queremos salvar individualmente jugamos al tenis y listo. Pero acá cuando un grupo pelea por un objetivo a uno le puede tocar estar o no, pero siempre tiene que dar lo mejor para el grupo. La bronca la tengo porque yo quería jugar y sabía que podía jugar.
–¿Maradona te dijo en Sudáfrica que no ibas a jugar porque estabas para treinta minutos?
–No, nunca, al contrario.
–¿Escuchaste cuando dijo que se muere por volver a dirigir a la Selección?
–Si, pero sobre lo que dice él prefiero no contestar.
–El otro día, en el clásico, en la cancha noté mucha diferencia: por un lado, Estudiantes, que viene de discutir con los grandes equipos del mundo, y por otro, Gimnasia, que al final de la temporada pasada jugó la promoción con Rafaela. ¿Ustedes en el segundo tiempo levantaron el pie del acelerador?
–No, en la segunda etapa pasó que se hicieron algunos cambios, sentimos algo el cansancio y tuvimos menos la pelota porque ellos empezaron a jugar más por arriba, a dividirla.
–A pesar de ser un referente de Estudiantes, siempre fuiste muy respetuoso con Gimnasia: ¿te apena el presente del Lobo?
–Pena... Yo no vivo, no convivo... Nada... Conozco mucha gente, tengo amigos que son hinchas de Gimnasia, solo eso.
–¿Creías que el árbitro iba a cobrarte el penal o dudaste en algún momento?
–Eh... cuando yo arranco, siento que Rinaudo me viene agarrando y no sé si le meto el brazo, y ya adentro del área, nada, me dejo caer, y lo miré a Pitana y cobró.
–¿Cómo estás físicamente?
–Más allá de la molestia que tengo en el tobillo, me siento bien. Los golpes y los dolores, obvio, me cuestán más recuperarlos ahora que cuando tenía veinte años, pero estamos trabajando muy bien con el cuerpo médico y los kinesiólogos.
–Estudiantes perdió la final con la Liga, cayó con All Boys, quedó afuera de la Copa y pareció que fue una catástrofe, ¿acostumbraron mal a los hinchas?
–La exigencia está, y eso es bárbaro. Estudiantes, hay que ser realistas, no es un club que haya peleado títulos todos los años. Cuando ganamos el torneo local, hacía 23 años que no se ganaba, y la Libertadores, cuarenta. Nosotros siempre nos ponemos objetivos bien altos, pero también tenemos que entender que son momentos, a veces el equipo no está bien, o te puede agarrar un momento de recambio. Nosotros no queremos terminar ningún ciclo. Lo más importante de esto, lo que buscamos, es un proceso, y lo estamos llevando muy bien.
–Cuando saliste de la cancha, Sessa te aplaudió: ¿fue porque te aprecia o lo tomaste como una ironía?
–Al Gato lo conozco como a Palermo, aunque tengo menos relación. Con él compartí equipos en el Nacional B, en Primera, y lo aprecio más allá de los colores que tengamos.
–Si bien vos pateaste muchos penales en tu carrera, ¿el de este último clásico tuvo algo especial?
–No te puedo decir que fue un penal más... Además, lo pateé mal, el Gato me adivinó muy bien la intención y le pasó por abajo. Tuve suerte, era más para que lo ataje que para que entre.
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