domingo 24 de noviembre del 2024

"El peor presidente de la historia"

Alfredo Davicce y Hugo Santilli coinciden que Passarella hizo más daño que Aguilar. "En River pueden venir momentos aún más graves", dicen.

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River volvió, pero no. Ascendió, es cierto, pero padece presiones como si peleara el descenso. Juega en la A, pero enfrenta crisis permanentes dignas de la B. Pareciera que el peor momento de su historia lo acosa, que no puede sepultarlo en el pasado. Ocurre que las tres patas que deberían sostener el club están desajustadas: los jugadores no rinden en función de la expectativa que genera River, el entrenador en más de un año no encontró el funcionamiento del equipo y su futuro depende del resultado de cada fecha, y el presidente se tomó en serio lo de Gran Capitán y mantiene ese estilo de conducción personalista que lo ubicó en el centro de todas las críticas. En el club de Núñez, los problemas se exhiben en el campo de juego y explotan en las tribunas, pero nacen en los despachos.

La preocupación de Hugo Santilli y Alfredo Davicce parece genuina. Ellos, que fueron presidentes durante los años más gloriosos, que exhiben como logros de sus gestiones las cinco copas internacionales que River ganó en su historia y ocho torneos locales, no entienden que ahora la preocupación pase por el descenso, por la continuidad del técnico o por que se suspendieron 13 de las últimas 19 reuniones de comisión directiva.

Santilli: River viene de un proceso de decadencia de muchos años, y si no se interrumpe pueden venir momentos más graves aun. No olvidemos que, después del campeonato con Simeone, River salió último. Fue un síntoma de que fueron rompiéndose barreras de decadencia. La grandeza histórica de River se generó porque la posta siempre estaba hacia arriba.

—¿Por qué se llegó a esa situación límite?

S: Porque faltó escalafón. Recuerdo que con Alfredo empezamos en una subcomisión, después fuimos directivos, después vocales titulares, después candidatos a presidente, lo que se llama carrera dirigencial. Eso da oficio, da timing, la posibilidad de ponerte ese estadio sobre tus hombros y que no te pese. Ese es el rol del presidente, ser el capitán de la nave, saber dónde está el puerto. Y eso es lo que a River le faltó.

Davicce: Cuando llegué al club el presidente era Antonio Liberti, y yo iba a las reuniones prácticamente de oyente porque aprendía. Los muchachos que hoy están en la comisión directiva no saben qué hacer porque las reuniones ni se hacen, entonces no hay posibilidad de que las nuevas generaciones aprendan. Hoy todas las decisiones pasan por Passarella. Esa escuela de dirigentes que alguna vez fue River, dejó de funcionar.

S: Estos desaciertos, que fueron creciendo en progresión geométrica, llevaron al club a una situación de indefensión total. Porque cuando River jugó la Promoción contra Belgrano estaba indefenso; ésa es la palabra que mejor lo define: indefenso.

—¿Esa indefensión nace con el enfrentamiento que Passarella tuvo con Grondona?

S: Grondona no movió un dedo para que River se fuera al descenso, pero tampoco lo movió para salvarlo.

—Ustedes coinciden en que a Passarella le faltó experiencia, pero habiendo sido jugador y técnico no se puede decir que no conocía el club.

S: El haber jugado bien al fútbol puede habilitar para muchas cosas pero no para todo, y mucho menos para conducir semejante monstruo. Dos meses antes de las elecciones, Passarella había dicho que estaba preparándose para ser presidente de River, y creo que cuando ganó no había terminado de cursar.

D: Habrá hecho un curso acelerado...

S: Agarró el equipo cuando faltaban tres torneos para el descenso; tuvo tiempo, por eso creo que le faltó experiencia para superar esa crisis. Lo cierto es que quedó demostrado que Passarella es el peor presidente de la historia de River.

D: Es verdad, coincido con vos, Hugo.

—¿Peor que José María Aguilar?

S: En la lista de los peores presidentes, Aguilar está segundo.

De afuera. A pesar de ser dos referentes dentro de la historia política de River, Santilli y Davicce miran pasar la crisis del otro lado del vidrio. Es que Passarella, con su estilo presidencialista, no los tiene en cuenta ni para consultarlos.

D: Antes del descenso nosotros intentamos una interacción con el presidente para tratar de evitar situaciones que veíamos que no iban a llegar a buen final, pero no lo conseguimos.

—Pero usted logró hablar con Passarella una vez.

D: Me reuní con él y otras dos personas, y le dije que algunas preguntas se las podía contestar si estábamos solos, no frente a gente que no conocía. Fue la última vez que lo vi. Después del descenso le dejé una nota. Nunca me contestó.

—De acuerdo con el escenario que ustedes plantean, el panorama que se viene en River no es para nada alentador.

S: Lo ideal sería bajar a la Tierra, saber lo que es River y buscar la unidad de todos los dirigentes y las agrupaciones que están dispersos. La política en el club tiene que volver a tener seriedad, porque hoy cualquiera cree que puede ser presidente de River.

D: Pareciera que alguien da la orden “al abordaje” y empiezan a caer los paracaidistas: empresarios, bancarios, influyentes... estas situaciones nos hacen mucho daño. Por eso, para bien de nuestro club, lo mejor sería volver a las fuentes y acudir a los dirigentes históricos, para no caer en otra improvisación. Y que Passarella no sea reelegido.

Aquel cruce con Don Julio

El mundo River marca el enfrentamiento que Passarella tuvo con Julio Grondona en la AFA como un punto sin retorno en el camino que desembocó en la tragedia del descenso. En esa reunión en el edificio de la calle Viamonte, el presidente de River también se cargó al resto de los dirigentes: los acusó de que no podían hablar porque no sabían nada de fútbol.

Hugo Santilli recuerda el episodio con indignación, y aporta el descargo de una de las víctimas del Káiser: “Después de la reunión, un dirigente de Lanús se acercó a Passarella y le dijo: ‘Vos estás en un club que tuvo un presidente que hizo el mejor estadio del país y trajo a los mejores jugadores de la historia, y era un gordo que nunca había jugado al fútbol: se llamó Antonio Liberti. Y la cancha de Vélez y el campeonato del ‘68 los logró un petiso que tampoco jugó nunca y se llamaba Pepe Amalfitani’”.

Para Santilli, ese enfrentamiento que Passarella tuvo con Grondona y los presidentes de los otros clubes fue determinante en el destino de River: “Hay reglas del juego, y por sobre todas las cosas tenés que saber manejarlas. Por esas actitudes nos fuimos al descenso”.

De todos modos, el ex presidente también reconoce que en el ciclo que llevó a River al descenso también hubo fallas futbolísticas. “A diferencia de Aguilar, que era un desastre manejando la institución pero tenía mucha habilidad política, Passarella tiene muy poca habilidad política pero es un experto en fútbol, por eso yo confiaba en que iba a llegar a las finales en mejores condiciones. Es evidente que me equivoqué”.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario Perfil.