No se podía pensar que comenzar la Medal Race penalizados le podía cambiar algo a Santiago Lange y Cecilia Carranza. No a ellos. No a él. No al quinto medallista de mayor edad (54 años) en la historia de los Juegos Olímpicos. No a ese que superó un cáncer que le terminó costando un pulmón. Ni tampoco al que vivió en un barco prestado por casi cuatro años. A él y a su compañera, la misma que lo llevó al hospital cuando se descompuso el año pasado en Barcelona y que pensó que no volverían a navegar juntos después de eso. Pero la vida tenía una sorpresa para ambos: esta medalla de oro.
La frase que marca la personalidad de un nuevo campeón olímpico para Argentina de cuerpo entero: "La vida es una maravilla. Soy un privilegiado por la familia y los amigos que tengo, pero sobre todo porque hago lo que me apasiona. No mido las cosas por la edad sino por cómo las vivo".
En sus sextos Juegos Olímpicos (debutó en Seúl '88, y estuvo en Atlanta '96, Sidney '00, Atenas '04 y Beijing '08) el más veterano de la delegación argentina sumó su tercera presea tras los bronces conseguidos en 2004 y 2008, en Tornado, junto a Camau Espínola.
Ya de arranque los Juegos de Río habían sido muy especiales para Santiago Lange. Primero por los problemas de salud, y segundo porque los compartió con sus hijos Yago y Klaus: "Estos Juegos son muy emocionantes para mí. Nunca lloré tanto como la ceremonia inaugural que compartí con ellos”.
Y pasó a lo deportivo: "Estoy contento porque en estos ocho meses trabajamos más que nunca, y es lindo cuando las cosas se dan así. Cuando más esfuerzo haces y después ganás, es más lindo",
La imagen de la pareja esperando noticias luego de haber cruzado la meta en sexta posición de la última carrera de la categoría Nacra 17 mixto de vela quedará en la historia. Esperaban el "Son oro". Y llegó, para darles la segunda dorada a la delegación argentina en Río 2016. "La carrera no fue la que planificamos. Se nos complicó desde la primera penalización", analizó después Lange.
La otra mitad del oro no lograba caer al bajarse de la vela. Tanto, que pensaba que los errores cometidos les habían costado el triunfo. "Lástima haber cometido tantos errores". "Si estoy tan tranquila ahora es porque todavía no me lo creo", continuó. '¿Cómo se llega a esto?', le preguntaron: "Imaginarlo, pensarlo y creerlo; y trabajarlo todos los días. Todo eso trajo sus frutos".
Se subieron a lo más alto del podio y lo disfrutaron como nadie. Carranza con la incredulidad de lograr el sueño de su vida y Lange con la emoción de cumplir uno de sus grandes sueños: subirse a lo más alto del podio. El otro sueño era vivir en el agua y ya lleva una vida cumpliéndolo.
(*) Enviado especial desde Río