martes 19 de marzo del 2024

Preguntas sin respuestas en el fútbol argentino

Ante un panorama desolador, donde la lucha política es feroz, los rehenes de esta situación son los hinchas, que sólo quieren ver jugar a sus equipos.

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El fútbol argentino entró en un laberinto que no parece tener fin. Cuando se vislumbra una posible solución, vuelta a empezar porque alguno de los protagonista no acepta. O no tiene la estatura para aceptar una derrota, que generalmente es vista como una claudicación imperdonable. Un nuevo paro –que imaginamos no tendrá mediana ni larga duración- clubes ahogados económicamente, jugadores sin salarios salvo los que disfrutan de sus capacidades en la primera división con escasas excepciones.

En el medio la lucha feroz. La pelea política, los enconos entre dirigentes, las cuestiones que habían quedado en el camino y que ahora vuelven a instalarse. Desconfianza, intento de sacar ventaja –pequeña pero ventajita al fin- dudas, presiones políticas, unidades ficticias por el espanto que producen otros, nuevos dueños de parcelas de poder que no quieren perder su flamante sillón todavía no bendecido.

La gente quiere ver jugar a su equipo. Gritar en la cancha o frente a la TV, discutir en la semana con amigos o compañeros de trabajo sobre tal o cual jugador, el árbitro, el penal no cobrado o la mala suerte del cuadro que ama. Quiere cargar a los rivales, disfrutarlo o padecerlo, ganar, verse bien en la tabla ilustrada en un diario o en la televisión.

La enorme mayoría pretende eso, pero son muchos, cada vez más, los que se hacen las preguntas más elementales sobre el futuro futbolero de la Argentina, la ausencia de dirigentes que unifiquen, las dudas para llegar al mundial de Rusia a pesar de Messi, el dinero que estaba y no está. Hay preguntas que no tienen respuesta oficial ni la tendrán. Hay interrogantes que tienen los hinchas y no se pueden resolver. A veces, ni siquiera con improvisaciones discursivas.

¿Es cierto que Boca quiere manejar todo el fútbol argentino y para eso cuenta con el aval vigoroso del presidente Macri?, ¿Es real que el eje Macri-Angelici-Tapia-Mitjans cubriría todos los rubros necesarios para tener el poder absoluto? Serían gobierno nacional, Superliga, AFA y su Tribunal de Penas… todos unidos por el amor a la misma camiseta. Justamente lo que Julio Grondona nunca permitió. ¿Se vuelve al voto calificado?

¿La demora en el otorgamiento de los derechos televisivos es una simple cortina de humo para no hacer tan evidente la decisión que ya estaría tomada de entregarle todo a la dupla Fox-Turner con el simple argumento de que el juicio de las empresas a la AFA sería dejado sin efecto? ¿O en realidad se lo está estudiando con detenimiento y atento a la calidad profesional y el mayor directo que se percibirá con el nuevo fútbol privatizado?

¿Por qué se marginó a la Primera B Nacional de la Superliga? ¿Para qué se mantienen los promedios? ¿Cuáles son los intereses que hacen que se mantenga el status de “los cinco grandes” cuando hace rato que un puñado de clubes han hecho méritos de sobra para ubicarse en el mismo escalón? ¿Por qué Vélez, Estudiantes de La Plata, Rosario Central, Newell’s Old Boys e inclusive Lanús no están en un lugar más alto del escalafón? En un fútbol conservador, que no permite cambios que no sean cosméticos, que no quiere en muchos casos incluir al amateurismo en la historia grande del fútbol argentino porque hubo rivales que ganaron más títulos que ellos, las modificaciones son a pedir de cada poderoso de turno.

Se rumorea que el excelente avance federal que significó la B Nacional creada hace treinta años, quedaría desactivado y volveríamos al esquema de zonas. A dividirnos entre Capital e Interior, en un regreso al país unitario que hace rato no tiene sentido y prolonga las injusticias. Dar un paso adelante para retroceder dos, un absurdo más.

El fútbol importa y mucho. Muchísimo. Al gobierno nacional para que la gente no se rompa la cabeza pensando en la inflación, la pérdida de trabajos, los impuestos encarecidos y demás. Y no pasa por el signo político: si hubiese ocurrido hace dos o tres años, estaríamos diciendo lo mismo. Todos los gobiernos necesitan del fútbol. Por lo menos, en la Argentina.

¿Cómo hacemos para que el fútbol no tenga la importancia desmesurada que tiene? ¿Cómo podemos conseguir racionalidad, planificación, sentido común, prometer menos y cumplir más? Daría la sensación de que necesitamos otra sociedad, con valores distintos y con actores no contaminados. Nadie puede tirar la primera piedra. Así estamos. Y es lo que hay. El pesimismo moderado derrapa. Mal.