viernes 19 de abril del 2024

El único gol olímpico de los mundiales es colombiano

Un 3 de junio de 1962 Marco Coll quedó en la historia por convertir un tanto de córner directo inédito. Se lo hizo nada más y nada menos que a Yashin. Video.

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Marco Coll se murió el año pasado a los 81 años. Había nacido en Barranquilla y allí está enterrado. Se convirtió en prócer del fútbol colombiano cuando promediaba 1962, tras el regreso del seleccionado de su país desde Chile, donde disputó la Copa del Mundo por primera vez. Era jugador del América de Cali cuando el recordado Adolfo Pedernera, crack argentino que les metió el fútbol en la cabeza a los colombianos a fuerza de llevar grandes jugadores y armar aquel Ballet Azul con que fue catalogado Millonarios de Bogotá desde 1949, lo convocó a la Selección.

La campaña colombiana en la zona que se disputó en Arica, en el árido norte chileno junto a la frontera peruana, no fue exitosa ni mucho menos. Dos derrotas y un empate, lo ubicaron en el último puesto del grupo. Sin embargo, nadie lo recuerda a aquel equipo como un plantel que haya fracasado en su primera incursión mundialista. El grupo era complicadísimo: Uruguay, la Unión Soviética y Yugoslavia. En el debut internacional. Muy duro.

Colombia arrancó contra Uruguay y fue Francisco Zuluaga quien concretó un penal en el primer tiempo. Mucho le costó al cuadro celeste llegar al empate: lo hizo gracias a Luis Cubilla y fue José Pepe Sasía quien concretó la victoria uruguaya a trece minutos del final. Mientras, los soviéticos le ganaron 2-0 a Yugoslavia sin despeinarse. Los yugoslavos se recuperaron al vencer a Uruguay por 3-1 en la segunda jornada.

El 3 de junio estaba previsto el partido Colombia-Unión Soviética. Cuenta el propio Coll, mediocampista ofensivo derecho del equipo que orientaba Pedernera que “cuando estábamos llegando al estadio donde jugaríamos, vimos a los rusos que estaban trabajando en una cancha auxiliar como si no tuviesen que enfrentarnos un rato después. Tenían unos físicos enormes…”

En el arco soviético estaba Lev Yashin, el famoso arquero cuyo apodo “la araña negra” había superado las barreras políticas y se lo admiraba en todo el mundo. El cuadro europeo había gustado mucho en la Argentina, cuando el 18 de noviembre de 1961 derrotó al combinado local por 2-1, gracias a dos tantos de su centrodelantero Ponedelnik y a una actuación sobresaliente de sus wines, Metreveli y Meskhi.

Justamente, Ponedelnik y Meskhi jugaron contra Colombia aquel 3 de julio de 1962 y no pasaron ni quince minutos que ya el estadio entero los conocía. A los 12m, la URSS ganaba 3-0, gracias a un zurdazo de Valentin Ivanov, un puntazo del wing derecho Chislenko y otro gol de Ivanov, que por la derecha del ataque se hizo un festín con su marcador. A los 21m, casi cayéndose, Germán Aceros descontó metiendo la pelota en un ángulo del arco de Yashin.

Pedernera les pidió a sus dirigidos en el entretiempo (según cuenta la leyenda) que siguieran manejando la pelota con tranquilidad, que no tiraran centros porque los rivales eran altos y cabeceaban bien. Que jugaran por abajo, mucho toque corto, mucho fútbol. Eso sí, antes de salir a la cancha de nuevo, el equipo coreó el himno nacional. Así salió Colombia en el segundo tiempo y a los 11m fue Ponedelnik quien clavó el 4-1 con mucha calidad.

Parecía que todo había terminado pero pasó exactamente lo contrario. En ocho minutos, Colombia alcanzaría el empate en medio del aliento de los ocho mil espectadores que miraban el partido. A los 23m Marco Coll ejecutó un corner desde la izquierda. Lo tiró al primer palo, según dijo después para provocar un rechazo y que Antonio Rada rematara desde cerca. El defensor rojo Chokheli pudo haber sacado la pelota que no venía muy fuerte pero llevaba efecto. En cambio, la dejó pasar y eso sorprendió a Yashin, que estaba parado en el centro del arco. La pelota se metió sin que nadie la tocara y se convirtió en gol olímpico. El primero en una Copa del Mundo. El último, hasta ahora, en una Copa del Mundo. Una rareza de colección.

Yashin se enojó con su compañero, discutieron feo y el ánimo soviético se resquebrajó. Cuatro minutos después fue Rada quien tocó con la derecha tras un centro atrás y estableció el tercer gol colombiano. El clima en Arica se puso ardiente a esta altura. A los 26m, Colombia hizo la hazaña: gran pase de Coll para Klinger que superó en velocidad a sus rivales, esquivó a Yashin y casi cayéndose tocó al gol. Llegó el 4-4 y pocas cosas pasaron después. Los colombianos a cuidar piernas y los soviéticos derrumbados anímicamente. Aquella fiesta de goles tuvo su pico en el olímpico de Marcos Coll. Nunca había pasado, nunca volvió a suceder.