jueves 28 de marzo del 2024

D'Onofrio: "Hay que construir un nuevo estadio"

El presidente de River da pistas del proyecto para mudar el Monumental. Además, relativiza el poder de Angelici. Sus aspiraciones políticas.

La charla está por terminar y Rodolfo D’Onofrio se levanta para buscar algo de su escritorio, donde todos los días trabaja hasta las nueve, diez u once de la noche. Lo que fue a buscar y trae entre sus manos, ahora, es un libro que deja caer en la mesa de reuniones. Después de haber hablado del Gobierno, de Mauricio Macri, de la AFA, de Claudio Tapia, de Daniel Angelici, de Marcelo Gallardo, de la camiseta sin sponsor y hasta de su intención de mudar el Monumental, el presidente de River reconocerá algo que intentó esconder durante este rato: hacia quién dirige sus simpatías políticas. “Yo soy esto: desarrollista”, dice a modo de revelación, mientras muestra la portada de Mensajes presidenciales, un compendio de discursos de Arturo Frondizi entre 1958 y 1962. “Si a Frondizi lo hubieran dejado gobernar, hoy la Argentina sería otra”, agrega.

D’Onofrio admite que siempre hizo y que siempre hará política. Y que es una de las cosas que más disfruta hacer en River. Sabe, en definitiva, que gobernar uno de los dos clubes más poderosos del país es eso: administrar poder. Un poder con un componente pasional que no existe ni en la Rosada ni en el Congreso: el de los hinchas, que apoyan o critican según se gane o se pierda.

 

—El otro día tuvo un encuentro con el presidente Macri en Casa Rosada. ¿De qué se habló?

—La reunión fue agradable, de dos personas a las que les gusta el fútbol. Conversamos de la vida como dos amigos. No hablamos de nada en especial. Fue una buena reunión.

—¿No se habló de la mudanza del estadio?

—Seguramente haremos una reunión más adelante sobre ese tema. Primero lo tenemos que resolver internamente: si vamos por la reestructuración del Monumental o si hacemos un estadio nuevo. Estamos los que creemos que hay que construir un nuevo estadio a no más de 400 metros de donde estamos ahora. Yo soy uno de ellos. ¿Por qué uno nuevo? Porque el Monumental tiene 80 años. Los cimientos, el hormigón, los hierros, están deteriorados. No hay inseguridad ahora, pero dentro de diez años puede haber problemas. Hay que adelantarse y hacer algo. Reformar el actual puede salir más caro que hacer uno nuevo. Y ahí tenés otro problema: mientras reformas este, ¿dónde jugamos? Perderíamos la localía, las recaudaciones. Es una idea: no correr el club, pero sí construir un estadio. Estuve en el Mundial y me preguntaba: por qué River no podría tener un estadio como los de Rusia. Lo podemos hacer.

—Pero esta zona es de las más caras de la Argentina. ¿Es posible hacerlo a 400 metros del estadio actual?

—Hay algún lugar. Lo veremos. Estamos elaborando todo eso. Tenemos que hacer un planteo de todo: económico, financiero, dimensiones, los pros y los contras de quedarse o correrse. A veces uno no quiere dejar el templo. Pero el Atlético Madrid lo hizo y el Bilbao también.

—Usted siempre dice que a River lo dejaron afuera de la AFA. Un año y medio después, ¿qué le hubiera aportado River a la gestión de Claudio Tapia?

—Hubiésemos hecho un proyecto totalmente distinto. Teníamos una idea distinta. Hace tiempo que digo que la AFA necesita una reestructuración total. Casi empezar de nuevo. Y eso no se hizo. Los problemas no pasan solo por el seleccionado. Es difícil opinar desde afuera. Antes que elegir un técnico, la AFA necesita saber cuál es el proyecto. La crisis no es producto del gobierno de Tapia, es parte de la herencia recibida. Muchas veces me dicen que confronto, pero no, estamos al servicio desde afuera. No tenemos poder de decisión ni de ejecución, y eso es muy malo para el fútbol argentino. Mi padre fue interventor de la AFA, y en aquellos años me decía: si River y Boca no están juntos, estamos en problemas. Y a Grondona, en los seis meses que compartí en AFA, lo escuché varias veces decir que River y Boca eran el 65% del fútbol argentino. No es para tener más poder que otros. Pero sí para ser parte y discutir el proyecto.

—Boca aumentó exponencialmente su poder dentro de la AFA mientras River está afuera.

—No sé quién tiene el poder. Hay una crisis de poder entre Tapia y Angelici. Por un lado, algunos clubes de Primera; por el otro, el Ascenso. Eso es lo que River no quería que ocurriera hace 15 meses. No había que pactar un compromiso electoral para ocupar los cargos, sino un compromiso con un proyecto, para que todos estuviéramos consustanciados con un programa. Argentina es una de las cinco potencias del mundo en fútbol. Tenés que tener un equipo de dirigentes a la altura de eso. Nos hemos quedado en los últimos años, y los alemanes, franceses, españoles e incluso los uruguayos nos sacaron ventaja. Es un símbolo de que tenemos que empezar de nuevo. El fútbol argentino necesita que los egos queden a un costado, y que quienes sean dirigentes vayan con el espíritu generoso de construir algo mejor, y no con la idea de ser dueños de la AFA.

—¿Angelici actúa de esa manera, como dueño de la AFA?

—No sé hasta dónde tiene tanto poder Angelici. Creo que sí está descompensado que no esté River, pero no porque nos perjudican. Nunca sentí del lado de la AFA en este año y medio que nos hayan perjudicado. Sí veo algunos berretines, como no jugar en la cancha de River, mudar a la Selección a la cancha de Boca, hacer la despedida en la Bombonera. Es raro. Y se lo dije a Tapia, porque todo el mundo sabe que Tapia es hincha de Boca: yo creo que él ya dejó su hinchismo y se siente como parte de todo el fútbol argentino. Pero hay que serlo y parecerlo. Porque después se equivoca un árbitro y la gente enseguida piensa mal.

D’Onofrio estuvo en Rusia varias semanas por el Mundial. Allí, dice, disfrutó de caminar por las calles de Moscú y San Petersburgo. Y asegura que la travesía la hizo como turista, como hincha y como abuelo, no como dirigente.

—¿Sufrió por la Selección?

–Sí, mucho. Estaba con mi nieto de 12 años y cuando perdimos con Croacia, él lloraba. Y a mí me duele ver a mi nieto llorar. Era un símbolo de lo que les pasaba a los chicos argentinos. Y creo que también lloraba por Messi, que es el ídolo de toda esa generación.

—¿Qué opina de Messi?

—Es el mejor jugador del mundo y nosotros no lo sabemos aprovechar. Le hacemos mal. De la manera en que se manejó la AFA, el técnico, lo confundimos. ¿Por qué funciona en el Barcelona y no en la Selección? Porque en su club, el presidente hace de presidente, el técnico hace de técnico, y Messi solo tiene que dedicarse a ser jugador. Armarle un equipo no es decirle con quién querés jugar.

—¿Le gustaría que Gallardo fuera el técnico de la Selección?

—Creo que su destino es ese. Hace cuatro años que vengo trabajando con él, y me ha demostrado su altísima capacidad para manejar un grupo humano y llevarlo adelante. En su momento y en su tiempo, no me caben dudas de que será el técnico de Argentina.

—¿Qué opinión tiene de las sociedades anónimas deportivas?

—La de mi club. River aprobó en asamblea por unanimidad que tiene que ser una asociación civil. Ahora, yo no soy el socio de los otros clubes. No soy de los que se aferran a algo y dice “esto nunca”. Es una decisión de cada club. Estoy seguro de que River nunca será una sociedad anónima: por la cantidad de deportes que tenemos y por toda su estructura, el socio de River jamás querrá eso.

—La camiseta de River no tiene sponsor. ¿Hasta cuándo?

—Está divina. Es el tema de las últimas semanas. Todos los clubes me preguntan: ¿van a dejarla así? Porque por un lado está la peleíta de decir “ustedes no consiguen un sponsor”, y por el otro nuestra pregunta a los hinchas: “¿Les gustaría jugar sin ninguna publicidad?”. Por un lado lo festejamos. Y por el lado económico, ya presupuestamos estos seis meses sin ese ingreso publicitario. No queremos poner cualquier publicidad en nuestra camiseta, marcas que no condicen con lo que representa River y que no están dispuestas a pagar los valores que estimamos. Creo que vamos a batir récord de venta de camisetas. Ya me lo anunció Adidas: tienen pedidos por todos lados.

—¿Tiene alguna aspiración política para cuando termine su mandato en River?

—La política me gustó siempre. Fui al Nacional de Buenos Aires y a la Universidad de Buenos Aires, hice política ahí y también cuando estuve al frente de empresas. Siempre tuve una debilidad por los problemas sociales. Yo tengo que ganar campeonatos y controlar la situación financiera de River, pero una de las cosas que más placer me dan es ayudar a los que se encuentran en situaciones vulnerables. Me imagino en tres años y medio como hoy: siguiendo todos los problemas sociales de cerca, reuniéndome con intendentes, empresarios. Trabajando mucho con Juan Carr. No creo en la grieta. Grieta es lo que pasa en Medio Oriente. Creo que es un charco. Y al charco se lo salta para encontrar un camino común. Puede ser con este Gobierno o con el que venga. Pero ojo: una cosa es juntarse y otra cosa es un rejuntado.

—¿Qué análisis hace del Gobierno nacional?

—Creo que heredó una grave situación económico-financiera, y que las soluciones que tomó al principio no fueron las adecuadas. Tardó en reaccionar. Pensó que iba a ser más fácil de lo que finalmente fue. Ni en tu casa ni en ningún lado podés gastar un millón y ganar 500 mil. Hay que equilibrar las cuentas, pero con el cuidado de que el ajuste de los gastos no lo hagan siempre los mismos. Hay que evitar el problema social que hoy tenemos.

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.