jueves 28 de marzo del 2024

Qué será de la vida de Arsenal sin Julio Grondona

Con la muerte de Don Julio, el humilde club de Sarandí podría perder grandes privilegios al no contar con la protección de su padrino. El crecimiento del Arse.

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Imaginate que un tipo funda un club de fútbol en un modesto barrio sureño de un país ultrafutbolero. Que ese club pequeño anda a la deriva por la categoría más baja, pero el tipo que lo fundó es ambicioso, tan ambicioso que veinte años después llega a dirigir la asociación de fútbol de ese país ultrafutbolero. Imaginate, entonces, que el club sube categorías y crece a un ritmo desmesurado mientras el resto de los clubes se desangra. Imaginate que pasan los años y el tipo que lo fundó sigue como patrón del fútbol de ese país, que controla todo y es intocable, pero además se acomoda en un lugar de privilegio en la federación mundial. Y que hay representantes de jugadores que no le pueden decir que no, y hay empresas que tampoco le pueden decir que no, y hay árbitros que tampoco le pueden decir que no. Entonces lo acusan, lo acusan y lo acusan, pero nadie puede probarle nada. Imaginate que el equipo logra llegar a Primera y se instala, cómodo, como uno más. Que remodelan todo el estadio del modesto barrio sureño y hasta le cambian la iluminación. Y que el día menos pensado ese club, el más joven y el que menos socios tiene entre los veinte de Primera, gana una copa continental, después otra en Japón, más tarde un torneo local, en definitiva, cinco títulos oficiales en seis años. Imaginate, ahora, qué hubiera pasado con ese club de aquel modesto barrio sureño si ese tipo que lo fundó no hubiese sido el dueño de la pelota durante 35 años.

¿Qué hubiera pasado? En 1979 Arsenal de Sarandí está en la B y hace una campaña lamentable: termina en la 14ª posición, con siete partidos ganados y catorce perdidos. Durante ese año, olvidable en lo deportivo, ocurren dos episodios significativos: debuta Jorge Burruchaga, el jugador más emblemático del club, y Julio Grondona asume como presidente de la AFA. Todavía no lo saben, pero estos dos hechos serán determinantes. Uno les provocará orgullo. El otro les va a cambiar la historia.

Salto temporal. En 2014 muere Julio Grondona. Se cierra un ciclo. Es momento de balances. El de Arsenal durante la era Don Julio en la AFA da superávit, ganancias descomunales. Fueron 35 años de crecimiento sostenido. Durante ese lapso se instaló en Primera para siempre: es, junto con Boca, el único equipo que nunca descendió. Empezó a traer jugadores que si bien no eran de exportación, años antes hubiera sido impensado contratar. Se posicionó como un equipo sólido, duro, molesto. En 2004 reinaugura la cancha en el Viaducto con capacidad para 16 mil personas. Ocho años después gana el Clausura 2012. Misión cumplida.

En el reparto que hace la AFA del dinero de Fútbol para Todos, Arsenal ocupa la tercera escala. Factura 18 millones de pesos anuales, mientras que Boca y River, los que más cobran, reciben 30, menos del doble. Pero el rating televisivo no es proporcional: el torneo pasado los grandes promediaron 15 puntos de rating en los canales de aire, pero Arsenal sumó apenas 4 y fue el equipo menos visto. A espectadores exiguos, socios escasos: con tres mil es, también, el club de Primera con menos asociados. En definitiva: pocos hinchas, pocos socios y pocos televidentes, pero cobra como el resto.

¿Qué pasará? El dilema que se instaló en Sarandí es si Arsenal podrá mantener la tasa china de crecimiento. Desde 2001 el presidente del club es Julio Ricardo Grondona, pero con la muerte de su padre hace menos de un mes la ecuación cambió. Para peor, la rosca por la sucesión de Don Julio está al rojo. El mismo Julito es un posible candidato a sentarse en el sillón de Viamonte, pero las chances que tiene hoy son remotas.

Arsenal arranca un ciclo sin un padrino que lo proteja. El vínculo con los presidentes de los otros clubes, con los representantes de jugadores, con los árbitros y hasta con los sponsors ya no será desde un lugar de poder absoluto. Ahora vienen años sin la protección incondicional de la AFA. Todo pasa. Todo termina. Hasta los privilegios más firmes.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.