Confirmado: River-Boca no existe. No es novedad. Tampoco existió Boca-River. Pero el primero fue por la lluvia, algo que puede ocurrir en cualquier lado. Lo de este partido es distinto. Y pone a la Argentina en un lugar humillante. Ya no se trata de estar o no en el concierto de las naciones más importantes: se trata de la expulsión definitiva de la guitarreada de borrachos de fogón de los países de cuarta.
El no partido en este caso ocurre a una semana de la cumbre del G- 20. Con la ministra Patricia Bullrich diciendo que era muy sencillo el operativo de seguridad para el Superclásico al lado tener que cuidar a los 20 mandatarios de los países más importantes del mundo.
A propósito: ¿Cómo se hace para pertenecer al G-20? El hecho de que la Argentina ocupe un lugar en ese selecto grupo lo hace más sospechoso que el ránking FIFA, que nadie sabe bien cómo funciona. Y después de este papelón Superclásico es probable que no clasifiquemos ni al G 367.
Lo cierto es que el partido se suspendió. Y más allá de que enseguida surge el reproche, la crítica, lo que hay que hacer en estos momentos es analizar con frialdad lo ocurrido. Analizar los hechos y tratar de encontrar culpables para que todo este bochorno no se repita.
Acá van cuatro teorías respecto a qué ocurrió en la fatídica (y también podría decir “polémica”, ¿por qué no?) esquina de Libertador y Monroe:
◆ Fueron infiltrados de Boca. Una agrupación fundamentalista de hinchas xeneizes denominada “La Panadero” quiso vengar la acción en que involucraron a su líder e intentar que la Conmebol le dé por perdido el partido a River en el escritorio.
◆ Fue el Gordo Mortero. Un sector radicalizado del trotskismo consideró que el Superclásico era el escenario ideal para agudizar las contradicciones del sistema y acelerar las condiciones para hacer estallar el capitalismo y provocar la revolución socialista que permita instalar la dictadura del proletariado en la Argentina.
◆ Fue la hinchada de All Boys. Las fuerzas de seguridad están entrenadas para custodiar al G-20 y a los hinchas de River o Boca. Pero nada pueden hacer frente a la turba enardecida del albo de Floresta.
◆ Fueron los mapuches. Esta es la teoría más firme que maneja la ministra Bullrich. Una vez copada la Patagonia, el ejército originario pretende dar la estocada final al Estado argentino ocupando la Capital Federal. El Superclásico es el marco ideal para este escenario, pues el interés del fútbol es grande en el hombre blanco, pero casi nulo entre los hermanos mapuches. Incluso un sector del Gobierno no descarta un acuerdo entre Facundo Jones Huala y el Chiqui Tapia, a quien los mapuches denominarían “el lonko de la AFA”.
Mientras tanto, lo que iba a ser una tarde de Superclásico se transformó en una tarde de incertidumbre de si se jugaba o no el partido. Y, sobre todo, en una tarde de volver a escuchar montones de opiniones insólitas sobre temas imposibles.
La vez pasada fue el clima. Hoy, el operativo de seguridad. Pero lo más increíble es ver a un montón de gente indignada frente a una cámara o un micrófono. La misma gente que hablaba de partido de vida o muerte, de final mundial y cosas por el estilo, ahora se sorprende por la violencia.
"¿Cómo puede ser que haya gente tan irresponsable?", se preguntan quienes se la pasan echando leña al fuego. El fútbol es así de generoso. Tanto, que le permitiría a Ricardo Barreda convocar a una marcha de Ni Una Menos.
(*) Esta nota fue publicada en el Diario Perfil.