jueves 28 de marzo del 2024

Goleadores de ayer y de hoy en la Argentina

La Superliga argentina es una de las competencias con menor promedio de gol de la región. Los treintañeros son los líderes en los últimos torneos.

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Los datos son irrefutables: el promedio de goles de la Superliga argentina es el más bajo en toda la región y si le sumamos las diez competencias más importantes de Europa queda en el último puesto: hubo apenas 2,21 goles por partido con 719 tantos convertidos en los 325 partidos de primera división. Un retroceso respecto de 2017/18 cuando el promedio fue de 2,26 (854 goles en 378 partidos) y peor también que la temporada 2016/17 que tuvo un registro de 2,28 (1024 tantos en 450 enfrentamientos).

En Sudamérica lidera Uruguay con un promedio de 3,08, seguido de Paraguay (2,92), Brasil (2,77), Ecuador (2,63), Chile (2,59), Perú (2,54) y Colombia (2,22). En Europa sobresalen en el fútbol ofensivo Holanda (3,41) y Alemania (3,14), escoltados por Bélgica (2,90), Inglaterra (2,80), Italia (2,66), Portugal (2,62), Francia (2,54), España (2,57) y Rusia (2,26).

En época de escasa fidelidad a la misma camiseta de parte de los jugadores, resalta Lisandro López, el goleador de la Superliga, que se ha mantenido leal al Racing Club y con esos colores ha disputado los 146 partidos que jugó en primera. Con 36 años cumplidos en marzo, ha logrado convertirse en el jugador de mayor edad que fue goleador del máximo campeonato oficial argentino. Un detalle sobre la longevidad de quienes meten la pelotita en el arco contrario se puede verificar en que los tres escoltas de Licha López también son treintañeros.

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Tanto Emanuel Gigliotti (31) como el tucumano Luis Rodríguez (34) y Federico González (31) están desarrollando la parte madura de sus carreras profesionales. Y entre los cinco hombres que vienen a continuación en el listado figuran Darío Cvitanich (35 años) y José Sand (37). El crack de Lanús regresó al club y mantuvo su romance con la red. Con siete goles en diez partidos, llegó a 131 en su carrera de primera división, con el detalle que en 2016 había sido goleador del torneo corto con 14 tantos y 35 años, marca que superó Licha esta temporada.

Más veterano aun, el uruguayo Santiago Silva llegó a 125 conquistas en 333 presencias, desde que llegó al país en 2005 y tuvo un fugaz paso por Newell’s. La enorme diferencia de Silva con los otros goleadores argentinos tiene que ver con su recorrido por muchas instituciones. De Newell’s se volvió al Uruguay y regresó para alistarse en Gimnasia La Plata. Pasó a Vélez, se fue a Banfield, volvió al club de Liniers y tras un efímero ciclo en la Fiorentina llegó a Boca Juniors.

El periplo siguió por Lanús, Arsenal de Sarandí y un nuevo paso por Banfield. En las dos últimas temporadas jugó para Talleres de Córdoba y regresó a Gimnasia, donde mantiene vigente su profesionalismo y ambición de gol. Silva y Sand son los únicos futbolistas que participan de la Superliga y han superado la barrera de los cien goles. El correntino ha convertido 131 tantos con la camiseta de Colón, River, Banfield, Racing, Tigre y Aldosivi, además de los goles granates.

Antes, la historia era otra. Los máximos artilleros del fútbol local son ejemplos parecidos: tanto Ángel Labruna como Arsenio Erico, estrellas de River y de Independiente, conquistaron sus 293 goles con una sola camiseta. Si bien Erico pasó a Huracán en 1947, allí no hizo goles en tanto que Labruna disputó dos partidos para Platense, pero en la vieja Primera B de 1961, sin convertir.

Entre los goleadores notables, casi la misma situación se repite con Herminio Masantonio, que hizo 254 con la camiseta de Huracán y jugó un año en Banfield al final de su carrera, dándole dos goles más a la estadística. José Francisco Sanfilippo hizo 200 goles con la camiseta de San Lorenzo, añadiendo siete en Boca durante 1963 y otros diecinueve en Banfield repartidos en 1966 y 1967. El total de 226 conquistas en partidos locales lo ubica bien arriba. Un tanto menos que el enorme Martín Palermo (34 en Estudiantes de La Plata y 193 en Boca) que totalizó 227 conquistas selladas en 2010 con su retiro tras su impresionante registro.

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El Titán quedó a cuatro goles del wing izquierdo cordobés Manuel Pelegrina, que metió 231 goles entre 1938 y 1956, con el detalle que apenas diez los hizo con la camiseta de Huracán en 1953, dejando 221 festejos para los abrazos pincharratas, el club de su vida, como Palermo. Un socio suyo, Ricardo Infante, tan de Estudiantes como ellos, quedó entre los máximos artilleros con sus 217 pepas, 180 conseguidos con la camiseta rojiblanca, 31 con la de Huracán y los últimos seis vistiendo la ropa del rival de siempre, el Lobo del bosque, durante 1961.

Los goles de Carlos Bianchi lo convirtieron en el máximo artillero en la historia de Vélez Sarsfield: 206 conquistas repartidas en tres décadas, entre 1967 y 1984. Bianchi hizo todos sus tantos con la misma camiseta, algo que lo pone en el mismo plano que Erico y Labruna, los líderes casi imposibles de superar con una sola vestimenta que los arropó para hacer tantos goles.

Entre los que vivirán por siempre en el “club de los doscientos goles” también hay mención especial para Bernabé Ferreyra, el ícono de una época gloriosa que lo llevó de Tigre a River en 1932 y lo convirtió en ídolo muy pronto, a fuerza de cañonazos, goles inesperados y una potencia inaudita que llevó a que lo llamaran “la Fiera”. Hizo 206 goles (19 con la camiseta de Tigre) pero hay que agregarle los 18 que consiguió jugando para Tigre en el torneo de 1930, con lo que el total se eleva a 224.

Manuel Seoane fue un formidable delantero –lento pero letal- que pobló de goles los corazones de los hinchas de Independiente. Brilló en la delantera roja, integró como refuerzo la famosa gira de Boca de 1925 (donde también se destacó haciendo 16 de los 40 goles xeneizes) y tuvo tiempo para lucirse en El Porvenir durante el torneo de 1924. Hizo 244 goles entre el viejo amateurismo y el “nuevo” profesionalismo, con el detalle de que 230 goles los conquistó con la camiseta de Independiente. Un logro impresionante para la popular “chancha”.

Roberto Cherro hizo 235 goles, los primeros diez cuando era un pibe: cuatro con la camiseta de Sportivo Barracas y seis con la verdolaga de Ferro Carril Oeste. Los otros 225 los hizo jugando para Boca Juniors, entre 1926 y 1938, cuando se despidió con escasos 31 años. Su marca lo ubica muy arriba, mezclando sus goles en la época amateur (aunque se pagaban sueldos desde 1915 aproximadamente) y el profesionalismo.

Símbolos de fidelidad a una camiseta hay muchos. Goles abundaban, ahora escasean. Y hoy el certificado de ídolo en un club lo sacan quienes deslumbran o encandilan con sus goles y su calidad. Los tiempos no son los mismos, pero las cosas cambiaron. Jugar hoy dos temporadas en el mismo club ya merece un reconocimiento.

¿Futbolistas sin corazón? ¿Da lo mismo celebrar con el beso en cualquier escudo que tenga la ropa que vestimos? Hay larga tela para cortas y mucho material para discutir. No es la idea de este texto prolongarlo todavía más. Es un simple llamado al debate, al intercambio de opiniones y experiencias.