"Increíble, increíble”, suelta asombrado Alan Shearer sin saber que están filmando su reacción mientras mira por TV al Kun Agüero pulverizar su récord de 11 hat-tricks. “Ser-gi-ou, Ser-gi-ou”, canta el máximo goleador de la historia del fútbol inglés, emulando la ovación que los hinchas suelen regalarle al ídolo. El video se viraliza enseguida en Inglaterra y la proeza del delantero del Manchester City es centro de atención en los programas deportivos. En Argentina, en cambio, tiene un impacto leve y fugaz.
Agüero fue noticia en los últimos días por dos situaciones: se coronó campeón por cuarta vez en la Premier League (ya lo había logrado en 2012, 2014 y 2018) tras convertir un gol clave para la reacción ante Albion & Hove, que con su triunfo parcial ponía la gloria en manos del Liverpool. Y luego apareció en la lista del entrenador Lionel Scaloni de cara a la Copa América en Brasil: fue su primer llamado tras el Mundial de Rusia.
En los últimos diez años, el Kun ha sido el único futbolista argentino capaz de replicar los récords individuales de Lionel Messi en Barcelona: es el mejor promedio de gol en la historia de la Premier (convierte un tanto cada 105 minutos y tiene 0,70 de coeficiente por partido) entre quienes al menos han sumado cincuenta presentaciones, es el máximo goleador histórico (164 conquistas) del Manchester City, está sexto en la lista de máximos artilleros desde que existe la actual liga inglesa y le faltan 11 goles para alcanzar a Thierry Henry como máximo goleador extranjero. Además, es junto al francés el único en convertir al menos 20 goles en cinco temporadas consecutivas.
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Agüero fue un plusmarquista precoz. Todavía es el debutante más joven de la historia del fútbol argentino, con 15 años, un mes y tres días (récord arrebatado a Maradona), y es la venta más cara al exterior: 23 millones de euros pagó por su pase Atlético Madrid en 2006. Pero hay alguien mejor: su amigo Messi. Y eso ya hace discutible a Agüero. O al menos, no lo hace imprescindible.
Como José Luis Clerc con Guillermo Vilas, como Luis Scola con Emanuel Ginóbili, como Hernán Crespo con Gabriel Batistuta, y como incluso Ricardo Bochini y Norberto Alonso con Diego Maradona, Agüero padece el estigma de la sombra: tener por delante a uno de esos seres celestiales que el deporte regala muy de vez en cuando. Agüero es el número dos. Hay un solo imprescindible y es Messi. Por eso, su ausencia en la consideración de Scaloni luego de Rusia no provocó ningún temblor. Tampoco hubo euforia por la confirmación de su regreso.
En el medio, esos 11 meses sin vestir la camiseta celeste y blanca, el atacante de 30 años surgido en Independiente alcanzó el mejor nivel de su carrera. La TV inglesa, con Sky Sports TV y la BBC de Londres al frente, lanzó en febrero último un debate en el que se preguntó si Agüero –como afirmó Shearer– ya podía ser considerado el mejor extranjero de la historia de la Premier, por encima de estrellas de la talla de Henry, Cristiano Ronaldo, Eric Cantona y Robin van Persie. Sin embargo, nunca fue elegido como mejor jugador del año, premio otorgado por tres organismos: la Asociación de Futbolistas Profesionales (PFA, por sus siglas en inglés), Asociación de Escritores de Fútbol (FWA) y la propia Premier League. Y algo todavía más extraño: solo una vez entró en el equipo ideal de la temporada.
Pero varias leyendas del fútbol británico (Shearer no es el único) sí enaltecen a Agüero. "Es el más grande zorro del área del fútbol actual", destacó Graeme Souness, ex figura del Liverpool. Tiene pocos toques, pero todos son en la zona de peligro. Y son devastadores”, agregó. "Es un maestro predador", lo definió Gary Lineker, recordado goleador de los años 80, luego de que el Kun convirtiera antes del primer minuto por segundo partido consecutivo. "Siempre me pregunto por qué Agüero no tuvo más reconocimientos y me pregunto si no será porque se trata de un goleador", apuntó Jamie Carragher, quien jugó más de 700 partidos en el Liverpool.
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Lejos de casa. Mientras siguió agrandando su leyenda en el fútbol más competitivo del mundo, Agüero alimentó un poco más el estigma propio de su generación: la rompe en su club, pero en la Selección es uno más. Y es cierto: no le sobran registros de actuaciones consagratorias en el equipo nacional. Sin embargo, allí también los números lo favorecen: es el tercer máximo goleador histórico, con 39 goles en 89 partidos, siendo superado apenas por Messi, con 65, y Batistuta, con 54.
Fue además el máximo artillero argentino en dos Copas América (2011 y 2015) y un Mundial (2018), aunque jugó solo un partido completo en tres presentaciones mundialistas: frente a Islandia, en el debut en Rusia, donde tuvo su tardío bautismo goleador. En Sudáfrica 2010, Maradona –su suegro, por entonces– prefirió a Gonzalo Higuaín y el Kun fue suplente. Llegó con un desgarro a Brasil 2014 y fue sometido a una artroscopia en la rodilla izquierda unas semanas antes de Rusia.
El presente de Agüero todavía no le alcanza para ser confirmado por Scaloni, aunque está en la lista preliminar de la Copa América. Allí, parece, el más resistido de los cracks irá por la última revancha.
(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.