El entrenador Ángel Cappa recordó el histórico partido entre Vélez y Huracán, que definió el Clausura 2009: "Cada vez es más evidente que fue un robo".
Huracán llegaba a Liniers un punto por encima de Vélez. Se jugaba la última fecha y al equipo de Parque Patricios, que ese semestre había exhibido un fútbol de alto vuelo, con jugadores como Javier Pastore y Mario Bolatti, le alcanzaba con el empate para coronarse.
El Fortín, dirigido por Ricardo Gareca, se impuso 1 a 0 con un gol que debió haber sido anulado.
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El volante Maximiliano Moralez definió cuando arquero de Huracán, Gastón Monzón estaba tendido en el piso. Había caído tras recibir un terrible planchazo en el tórax por parte del atacante Joaquín Larrivey.
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Según el criterio del árbitro, Gabriel Brazenas, en esa jugada no hubo falta. Brazenas no volvió a dirigir nunca más.
"Todavía tengo todos los partidos en casa en DVD. Menos el último, claro. No lo quise ver más. Vi algunas veces la repetición de esa jugada conflictiva en alguna entrevista en televisión. Y cada vez que la veo no lo puedo creer, cada vez es más evidente el robo. Fue un robo escandaloso", contó Cappa desde Madrid, España, en un mano a mano con el diario Clarín.
"La final no había sido un buen partido y a esa altura ya no pasaba nada en ninguna de las dos áreas. Entonces el árbitro tuvo que hacer semejante barbaridad porque se le iba de las manos y terminaba en empate. Más que por mí, me queda el recuerdo amargo por la gente. Fue una frustración muy grande. Vélez era un muy buen equipo y podíamos perder. Pero cuando te roban es jodido. No se te va nunca eso", agregó.
"Yo digo simplemente que tengo indicios que me permiten sospechar que el árbitro no fue honesto en este partido. Es algo que corresponde a la AFA investigar. No, él directamente no. A través de un familiar, según esta gente de Huracán que me informó", cerró.
El entrenador dijo que si se cruzara con Brazenas no le diría nada: "No, a mí no me interesa en absoluto. Ya está. Esto es igual que si vas por la calle y un tipo le pega un tiro a tu hermano o a tu hijo y después te dice 'perdoname, me equivoqué'. ¿De qué vas a hablar? ¿Sentarte en un café para qué? El daño ya está hecho. Y a él seguramente le pesa en su conciencia. Si es que tiene conciencia y si es que es culpable. Yo, ahora, creo que sí".
AM