Conmebol decidió remover a Chiqui Tapia del cargo que tenía en la FIFA. Fue la réplica del organismo por los reclamos públicos que había hecho el presidente de la AFA a raíz de los arbitrajes durante la Copa América. En este ajedrez político, Chiqui habló y perdió. La sanción de Conmebol en principio generó sorpresa. Pero después provocó algo más. Ese algo más tiene que ver con un concepto, con una idea que merodeó la cabeza de todo aquel que habló o pensó en el tema. Y, con variantes, se podría sintetizar así: esto con Don Julio no pasaba. Y es verdad.
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A cinco años de su muerte, Julio Grondona sigue siendo omnipresente. Después de haber controlado el fútbol argentino durante 35 años sigue tan presente como cuando asumió en la AFA, en abril del ‘79. ¿Nombran una Comisión Normalizadora? Esto con Grondona no pasaba ¿Hay elecciones turbias? Esto con Grondona no pasaba. ¿Improvisan todo el tiempo con la Selección? Esto con Grondona no pasaba. Acá no importa demasiado si se lo invoca con admiración o con rencor, si lo elogian o lo cuestionan, si lo rechazan o lo extrañan. Siempre está. Para el fútbol argentino, Julio Grondona es Perón.
Hace 45 años que el Viejo se murió, sin embargo nadie se puede desprender de su presencia. Están los que prometen continuar con su legado, y están los que tratan de convencer de que es el responsable de todos los males de los últimos 70 años.
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Algunos le prenden velas; otros, le clavan alfileres. Está quien jamás lo votó, y está quien lo sigue votando. Se lo evoca desde los extremos. Por virtudes o por defectos, por presencia o por ausencia, en la política argentina Perón siempre está. No hay manera de prescindir de él. Provoca de todo menos indiferencia. Como Don Julio.