jueves 28 de marzo del 2024

El futuro en las manos de esta selección

Por Leandro Dario | Gane o pierda Argentina la final del Mundial de básquet ante España, Mateo y sus amigos entrenarán mañana por la tarde, como todos los lunes.

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La pelota naranja pica sobre el parqué de la cancha. Es domingo por la mañana y compite la categoría Mosquitos, la menor del minibásquet, de 5 a 8 años. Oriana abre el bolso y reparte las camisetas a sus pequeños jugadores. Mateo corre hasta la tribuna, vestido con los colores de su club, y sonríe: “Papá, elegí la 8, la de Laprovittola”.

Los partidos son tres contra tres, sin tanteador. No hay ganadores ni perdedores, solo diversión. Al finalizar, los nenes se saludan y comparten un tercer tiempo repleto de fotos, jugo, turrones y barritas de cereales. Durante ese simple ritual, hacen amigos, aprenden a respetar al rival y conocen pares de distintos orígenes. En su segundo partido Mateo pide la 7. Por Campazzo, le explica a su papá, que es más de la Generación Dorada. El ritual es el mismo: todos corren detrás de la pelota, sin distinción de clases. Los padres toman mate, observan y aplauden.

Gane o pierda Argentina la final del Mundial, Mateo y sus amigos entrenarán mañana por la tarde, como todos los lunes. Jugarán un rato a la mancha, dribleando la pelota. Luego, practicarán fundamentos, esquivando conos, tirando al aro, dándose pases, bajo la supervisión de su profesora. La escena se repetirá en otros clubes, barrios y puntos del país. Sea cual sea la tapa del diario del lunes, Argentina tendrá asegurado algo más que un pasado dorado o un presente soñado: acaso tenga futuro, deportivamente hablando. Mateo, que no vio los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, señala, sin darse cuenta, uno de los grandes eslabones entre el ayer y el mañana. “La próxima voy a usar la 4”.

(*) Publicada en el Diario PERFIL.