Los grupos de hinchas militantes se encuentran atravesados por una doble línea de sentido en tanto sujetos sociales: de manera homogénea los une la emocionalidad futbolística por su club y, en diversos grados, el compromiso militante para con él. Pero también son personas con distintas características socioeconómicas e ideológicas, que se funden en un plano grupal de manera pluralista y divergente. Son hinchas que se organizan y relacionan en términos de sociabilidad para asistir juntos a los estadios —sobre todo en condición de visitante, no al propio— alquilando combis o micros, para realizar ciertas actividades los días de partido, o para publicar y distribuir volantes difundiendo letras de canciones u opiniones vinculadas al hinchismo.
Los moviliza una concepción respecto del rol que ellos juegan o creen jugar en el espectáculo deportivo: otorgarle color al estadio mismo, la disputa sobre la cantidad de asistentes a los partidos, las banderas y sus inscripciones, los cantos de los hinchas y su potencia y argumentación, la denominada fiesta en la tribuna (en la mentada voz nativa). Un terreno de disputa simbólico anclado en cuestiones prácticas: un colectivo imaginario —la hinchada toda— que libra su propia batalla y para el cual se utilizan ciertas herramientas, algunas de ellas difícilmente cuantificables.
Este proceso va constituyéndose y constituyéndolos como campo identitario, donde se dialoga y discute con una propia concepción de sentido común para mirarse ellos mismos pero además, y centralmente, por una manera de mirar a los otros —a los hinchas rivales— y de ser mirados por ellos.
¿Hasta dónde muchos de estos hinchas realizan un pasaje, no necesariamente excluyente, que va desde vincularse con el club como hinchas los días de partido, a comprometerse en su arena política constituyendo agrupamientos, participando de elecciones, colaborando en comisiones o asumiendo responsabilidades directivas?
En los últimos años, los hinchas militantes del fútbol han concretado en diversos clubes hechos de fuerte impacto por medio de la fiesta en la tribuna, antes, durante y después del fútbol, y en otras situaciones, por fuera del momento específico del espectáculo deportivo. Ello incluye una serie de acciones tales como la recolección organizada y el reparto de papeles para recibir al equipo en su ingreso al partido, la colocación de banderas, tiras y mosaicos en tribunas y plateas, el reparto de vestimentas y/o elementos alusivos a alguna situación en particular. Todo ello implica organización, tiempo, recursos y esfuerzos colectivos, a la vez que una serie de relaciones e interrelaciones personales, políticas e institucionales.
En forma paralela, se observa una dimensión presente desde los comienzos en estos grupos de hinchas: la realización de actividades solidarias benéficas, en ocasiones organizadas de manera independiente y por fuera de la institución, y en otras, trabajando formalmente en ella en un espacio convergente entre la ayuda social y el mensaje partidario, desde el club al que adhieren esos hinchas hacia sectores necesitados o de condición socioeconómica vulnerable.
Esta segunda dimensión vincula estas prácticas y actores con sus instituciones en el plano de la acción política, siendo los clubes asociaciones civiles no lucrativas basadas en la participación voluntaria, el aporte de sus socios y el ejercicio de la democracia.
¿Hasta dónde muchos de estos hinchas realizan un pasaje, no necesariamente excluyente, que va desde vincularse con el club como hinchas los días de partido, a comprometerse en su arena política constituyendo agrupamientos, participando de elecciones, colaborando en comisiones o asumiendo responsabilidades directivas? ¿Qué ocurre cuando entran en contacto con los distintos estamentos de la institución, desde los empleados administrativos hasta los socios que integran las diferentes comisiones y subcomisiones y los dirigentes políticos más tradicionales o encumbrados? ¿Qué características adquiere este proceso?
El conocimiento respecto de sus prácticas permite avizorar una forma de militancia política específica, la que se da en los clubes de fútbol, y ello está directamente vinculado a prácticas democráticas y sujetos sociales que comienzan a desarrollarlas. A su vez, el libro aborda la organización de los hinchas hacia fines de siglo XX y su institucionalización posterior en River en paralelo a la crisis económica, social y política de los años 2001 y 2002, lo que permite analizar el caso en línea con las diferentes expresiones de militancia política surgidas como resultado de dicha crisis y en los años posteriores, las que han sido analizadas por la literatura, en muchos casos, como formas de activismo militante no tradicional.
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