Cualquiera, con trato directo, se hubiese dado cuenta que era un entrenador distinto. En mi caso, hubo un par de hechos puntuales muy claros. Uno de esos fue cuando, en las vísperas de un partido con Lanús, terminando el entrenamiento en el estadio Centenario, sutilmente me hizo una consulta.
“Juan, me acaban de traer un libro de España y tiene un cuestionario. Te puedo hacer un par de preguntas cuando termines de cambiarte”. Era octubre de 2003. Todavía no existía la internet, tal y como la conocemos hoy. Todo era mucho más rudimentario y para mantenerse actualizado seguían siendo útiles los libros. Aunque fuesen viejos.
Imagínense, entonces, mi curiosidad. Un libro de España sobre fútbol. “Por supuesto”, le respondí inmediatamente.
El entrenador era Gustavo Alfaro, quien acaba de clasificar a Ecuador, por cuarta vez en la historia, a una Copa del Mundo. En ese entonces, traía como experiencia haber dirigido a Atlético Rafaela y a Olimpo en el Nacional B y estaba dando sus primeros pasos en Primera con Quilmes, luego de haberlo ascendido.
Veinte años después y con un largo recorrido en sus espaldas, el jueves pasado por la noche, su equipo perdió 3 a 1 de visitante contra Paraguay pero garantizó su clasificación al Mundial de Qatar 2022. Los otros resultados simultáneos, las derrotas de Chile ante Brasil y de Perú ante Uruguay, fueron los que le permitieron cumplir el sueño de ser un entrenador mundialista.
El “Tri”, como se lo conoce en Ecuador al seleccionado, hizo un campañón histórico con el valor agregado de la renovación generacional. Jugadores como Piero Hincapié y Moisés Caicedo con 20 años, Gonzalo Plata de 21 y Pervis Estupiñán de 24, son figuras consolidadas y la demostración del recambio.
“Nadie es imprescindible. Desde que me hice cargo del equipo el 6 de septiembre del 2020, venimos marcando que en la Selección todos somos necesarios y nadie es imprescindible”, dejó como concepto en la conferencia de prensa previa al partido en Asunción. Un concepto que tiene asimilado desde sus inicios en la dirección técnica y que lo marcó tanto para bien como para mal: ha tenido muy buenos resultados con planteles sin divismo y le ha costado manejar grupos llenos de figuras (como Quilmes 2004/05 con Vivas y Almeyda, el recordado paso por San Lorenzo 2005/06 que contaba con Paolo Montero y Boca Juniors más recientemente).
Por este motivo, a Alfaro en su carrera muchas veces se lo ha reconocido, pero también se lo ha mirado de reojo. Se lo estigmatizó, acusándolo de que sus equipos primero piensan en defender y luego en atacar, que se preocupa más por el equilibrio que por el desequilibrio, cuando no necesariamente siempre fue así. Seguramente, las semifinales de la Copa Libertadores 2019 con Boca ante River hayan sido un reflejo: fue superado en el Monumental pero ganaría en la Bombonera por la mínima. No alcanzando el objetivo pero no por eso no siendo ofensivo.
Como la gran mayoría de los equipos de Alfaro, este Ecuador es monolítico para defender y versátil para atacar. Especialmente por las bandas: donde los actores cambian constantemente de posición entre la defensa y el mediocampo. Un ejemplo es Ángelo Preciado, futbolista surgido de la gran cantera de Independiente del Valle, que ha jugado como lateral derecho, como volante externo por derecha y también por izquierda. También es muestra cabal de versatilidad los goleadores del equipo: en total convirtió 26 tantos en la eliminatoria a través de 13 jugadores. Salvo Estrada, con 6 anotaciones, ningún otro futbolista superó las tres conquistas.
“Los jugadores están festejando, se lo merecen por lo que han hecho a lo largo de la Eliminatoria. A mí en lo personal no me surge, le dije a los jugadores que quería entrar de otra manera, no de esta. No era ni el resultado ni el rendimiento que nosotros esperábamos”, expresó tras la derrota y con la clasificación garantizada. Justamente errores e inexperiencia pueden ser factores a trabajar de cara al Mundial, porque el equipo estuvo en el tercer lugar casi toda la eliminatoria pero cuando tuvo que disputar la Copa América, en partidos que tienen otro peso, no tuvo un buen rendimiento.
Lo bueno para Ecuador y para Alfaro es que cuentan con tiempo para prepararse. Por el momento, para cerrar la eliminatoria sudamericana, le queda enfrentar a la sorprendente “Scaloneta” argentina, con un registro de invencibilidad que despierta cuidado: 30 encuentros consecutivos. Será un gran partido, especialmente por la decisión de jugar en el llano de Guayaquil y no en la altura: lo que iguala las posibilidades de ambos.
Finalmente, fueron más de un par de preguntas. Casi treinta minutos estuvimos sentados con Gustavo en el vestuario del estadio de Quilmes. Solo quedaban Bertín, Carlitos Mizzau y el Tibu en la utilería, preparando las cosas para el partido del día siguiente. El resto del staff y del plantel se había ido del estadio.
El libro no era nuevo, pero yo no lo conocía y me resultó interesante. En su introducción dice así: “El resultado inmediato preside y condiciona la competición de tal manera que apenas hay memoria para el esfuerzo cotidiano que realizan los entrenadores y jugadores. Sé es bueno o sé es malo en función de unas consecuencias que nacen y mueren al término de los noventa minutos de juego”. Lo dejó escrito Santiago Coca Fernández en 1985. Gustavo me lo hizo conocer aquel mediodía y lo conseguí tres años después en un viaje a Europa. Hoy es una reliquia guardada en mi biblioteca. Tiene un título hermoso que engloba la columna: “Hombres para el fútbol”. Así se llama.