martes 03 de diciembre del 2024
Fútbol argentino

Carlos Maglio, memorias de un referí laburante: "Mi pasión por San Lorenzo nunca me complicó"

Fue árbitro de Primera durante once años. En simultáneo, trabajó como empleado en una compañía de seguros.

Carlos Maglio llega a Plaza Miserere con un bolsito. Es sábado y viene de trabajar, de dirigir algún partido del Ascenso. En una esquina de Once se encuentra con sus colegas, otros árbitros que como él sueñan con la Primera, con el prestigio, la televisión, los estadios llenos. Son alrededor de veinte. Pasan la noche arriba de una combi. A la madrugada llegan al primer pueblo de Córdoba. Van bajando uno a uno en cada posta. 

Cada uno de esos árbitros dirige un partido de la liga Beccar Varela. Es mediados de los noventa, les pagan en mano, en los vestuarios, por el día de trabajo. Después se suben a la misma combi que los trajo y regresan a Buenos Aires. A las cuatro de la madrugada del lunes, Maglio baja en Plaza Miserere. Se apura para llegar a su casa, tiene tiempo para dormir un rato antes de salir hacia el otro trabajo, el que hace de lunes a viernes. Es administrativo en una compañía de seguros.

"Yo dirigía la C y la D y además teníamos torneos para los que era contratado el sindicato. Country Norte, torneo de la colectividad judía, teníamos un torneo que se llamaba AIFA... Y después teníamos las ligas del interior. La combi arrancaba los sábados a las once, doce de la noche. El primer pueblo era Corral de Bustos y el último Canals. El viernes a la noche nos juntábamos en la Asociación, enfrente de AFA (se refiere a la sede del SADRA) y nos decían 'muchachos, hay estos partidos'. Y vos te ibas anotando. Ya sabías a qué pueblo ibas. Bajabas, ibas al hotel, dormías y esperabas el partido. Me acuerdo que en Chañar Ladeado, el pueblo límite con Corral de Bustos, dormíamos en un hotel alojamiento. El último, a Canals, llegaba a las cinco de la mañana. La combi se quedaba ahí, en Canals, y después hacía el recorrido inverso", cuenta Maglio, quien fue árbitro de Primera entre junio de 2004 y febrero de 2015.

Prácticamente no veías a tu familia

Mi señora me decía 'te vas a morir'. Hubo un año en que metí veintipico de viajes. Yo me acuerdo que siempre le contestaba lo mismo: 'Negra, los lunes la mayoría de la gente empieza con deudas. Nosotros empezamos con 400 pesos en el bolsillo'. Estaba bueno porque te forjaba el carácter. Vos te encontrabas con tipos que no eran profesionales. Generalmente nosotros íbamos para clásicos, cuartos de final, semifinal y final. Los jueces de línea eran los muchachos que habían dirigido en la fase regular del torneo. Cuando venía lo más lindo, los tipos pensaban 'ahora nos traen a estos'. Te marcaban los laterales nada más. Todos los fines de semana cobraba uno de nosotros.

¿Te tuviste que plantar alguna vez?

A mí nunca me pasó nada grave. Una vez me pegaron con un encendedor en la cabeza, pero no fue nada. Compañeros míos sí han recibido agresiones más fuertes. Cuando subíamos a la combi para el viaje de vuelta siempre encontrabas alguno con puntos en la cabeza o alguna cosa así.

Mientras fue árbitro de Primera, Maglio trabajó en el rubro seguros. El trabajo, dice, le permitía aislarse de los comentarios: "Yo tenía la suerte de que trabajaba. Los lunes, martes, no veía televisión, no escuchaba la radio. Un poco también como protección para mis hijos. Les decía 'no miren, no escuchen".

¿Y con los hinchas en la calle?

Una vez sola me agarré en la calle. Yo trabajaba en Paseo Colón y Avenida Belgrano. Estaba abajo fumándome un pucho, un alto del trabajo. Pasó un hincha de Racing y me recontra puteó. Lo corrí como tres cuadras. No lo alcancé. Con el tiempo entendés las puteadas, la bronca. Vos vas al cine y pagás una entrada para ver una película. Si cada cinco minutos se te corta la película, te levantás de la butaca y pedís que te devuelvan la plata. Bueno, yo era el tipo que cada cinco minutos te cortaba la película.

¿De chico querías ser árbitro de fútbol?

No, ni ahí. Cuando terminé la secundaria estuve tres meses estudiando ingeniería y dije 'esto no es para mí'. Después me anoté en la UBA, en Económicas, el año en que lanzaron el CBC. Hice el Ciclo Básico y dos años de la carrera. También dejé. En el 89 entro como empleado administrativo en una empresa de seguros. La empresa se llamaba Grupo Cabildo, quedaba en Avenida Corrientes y 25 de Mayo. Así arranqué en los seguros. Uno de los cobradores de la compañía trabajaba en AFA. Era un viejito que estaba en la puerta, hacía controles de ingreso al edificio. Un día viene y me dice que se estaba por abrir el curso de árbitro. '¿Por qué no te anotás, a vos que te gusta el fútbol?', me dice. El primer año fue teórico, el segundo práctico. El práctico era en GEBA, dirigíamos los torneos internos del club.

Maglio es hincha de San Lorenzo. Mientras estaba activo, periodistas, jugadores e hinchas de otros clubes conocían su sentimiento por el Ciclón.

Una tarde dirigía una semifinal de futsal en la Universidad Nacional de Rosario. Jugaban Central y Huracán. El Globo ganaba 4 a 1, el Canalla descontó y se puso 4 a 3. En ese momento, Maglio pitó el final del partido. La hinchada de Central abandonó sus posiciones: "La vi fea. Terminó el partido y se me vinieron. Había dos policías y desaparecieron al toque. Alcanzo a ver que un muchacho de Central andaba con un fierro en la cintura. En ese momento yo seguía a todos lados a San Lorenzo. Las hinchadas de San Lorenzo y de Central eran amigas. Justo había uno de la barra de Central que me conocía por haberme visto en la tribuna, en el paravalancha. '¿Qué hacés acá?', me dice. 'Estoy haciendo esto', le digo. Eso me salvó. Sería el año 92".

¿Te complicó alguna vez el sentimiento por San Lorenzo?

Jamás. Nunca me representó un problema. Mirá, te voy a contar dos anécdotas. En 2013, cuando San Lorenzo sale campeón en la cancha de Vélez, yo estaba de cuarto árbitro. Y la platea de Vélez me volvió loco durante todo el partido. Empataron 0 a 0 y San Lorenzo salió campeón. Cuando termina el partido había uno que me estaba re puteando. Me di vuelta y les dije 'muchachos, disculpen, me voy a festejar'. Se cagaban de risa, todo bien. En la rueda anterior habían jugado en el Nuevo Gasómetro. Si San Lorenzo ganaba, clasificaba a la Libertadores. Y ganó Vélez 3 a 2, una noche en que la rompió Mauro Zárate. Cuando terminó el partido viene un dirigente y me dice 'escuchame, ¿vos no sos de San Lorenzo?'. 'Sí, y ¿qué tiene que ver?', le dije. 'Yo no tiro centros, yo no cabeceo. No te confundas conmigo'".

¿Cuál fue el partido más difícil que te tocó dirigir?

Hmm. Por presión propia, Arsenal-Independiente en cancha de Arsenal. No lo quería dirigir nadie, si te equivocabas eras boleta. Ganó Independiente 4 a 2, el Kun Agüero la descosió esa tarde.

¿Dirigir a Arsenal era jodido por Grondona?

A mí Julio nunca me dijo nada, absolutamente nada. Pero estaba esa cosa de que no te podías equivocar. El siempre nos decía 'yo no quiero que me ayuden, pero no quiero que me caguen'. Con Gustavo Alfaro es el día de hoy que nos hablamos, y está todo bien, Siempre me decía 'Flaco, con vos no gano nunca'. Tenías ese temor de no equivocarte porque si te equivocabas eras boleta. No era por Julio, la que jodía era la madre de Julio, ja ja ja. La madre lo llamaba y le decía a Julio '¿quién es este muchacho?. Y Julio la tenía que frenar. Era bravo si te equivocabas contra Arsenal, estabas en boca de todos.

¿Y jugadores difíciles?

Y... Con el Kily González me agarré una vez. Fue en un partido con Lanús. El Kily no dijo nada y yo tampoco. Otros códigos que quizás ahora se perdieron. De hecho, el otro día me llamó el Kily. Me hijo, que dirige en Reserva, le tocaba dirigir a Central. Me llamó para preguntarme si ese Maglio tenía algo que ver conmigo. En general tenía una relación de mucho respeto con los jugadores. Yo siempre dije que hubiera pagado una entrada para ver a dos jugadores de los que dirigí: Riquelme y Verón. De Román todos decían que era un tipo jodido. Falso, todo lo contrario. Siempre tuve la suerte de que las veces que me tocó dirigirlo jugó bárbaro. Lo único que te pedía era esas faltitas en la mitad de la cancha, esa que le ponían los brazos. Y la distancia de los tiros libres. Nada más. En 2013, en Córdoba, vuelvo a la cancha para el segundo tiempo en un Belgrano-Boca. Los hinchas de Belgrano me estaban re puteando. Román me pasó por al lado y me dijo 'te están puteando un poquito'. Yo le dije 'no entienden nada de fútbol, te putean a vos, ¿cómo no me van a putear a mí?. Una vez le cobré un foul cuando él se iba mano a mano con el arquero. Se puso como loco porque no le di la ventaja. Le digo 'no te hagas problema, ahora te marco bien la distancia de la barrera y la clavás. Si lo hacés no me vengas a abrazar' Pateó y la metió abajo. Giró y amagó como para abrazarme, se rio y se fue. Cuando vuelve para su campo me pasa por al lado y y me dice '¿qué número sale mañana en la Quiniela?

Eras de hablar con los jugadores 

Yo era de hablar pero con respeto, nunca permití que los jugadores me puteen. Una vez, en cancha de Banfield, expulsé a Enzo Pérez porque me insultó. Enzo Jugaba para Estudiantes. Se me acercó Verón y me empezó a reclamar. Yo no le decía ni Seba, ni Bruja. Nada. Le dije, 'Juan, ¿alguna vez les falté el respeto a ustedes?' Se dio vuelta y le dijo de todo a Enzo Pérez.

Maglio nació y creció en La Paternal. Conoció de cerca al primer Maradona, el de Argentinos Juniors. "Mi tío era muy amigo del ruso Cyterszpiler. El ruso estaba siempre en su casa. Y lo traía a Diego. Tengo el recuerdo de estar tomando mates, todos juntos sentados a una mesa. Además tenía un compañero de colegio que vivía en Lascano y Terrero, frente a un hotel alojamiento. El hotel se llamaba Los Lirios, sigue estando, con la diferencia de que en aquel entonces la calle estaba cortada. Nosotros aprovechábamos y jugábamos a la pelota ahí, sobre la calle. Diego era cinco años mayor que yo. Venía del club y se ponía a jugar a la pelota con nosotros en la calle". 

¿Volviste a verlo a Diego?

Sí, claro. Cuando Diego era técnico de la Selección hicimos un partido: los árbitros contra el cuerpo técnico de la Selección. Me acuerdo que jugaba Juan Pablo Belatti de puntero derecho. En ese partido tuve un encontronazo con Alejandro Mancuso, que era ayudante de campo de Diego. Belatti le tiró un caño al Coio Almandoz, escucho que Mancuso le dice a Almandoz: 'la próxima apuntale a los tobillos'. Almandoz se reía, para él no había sido problema. Yo estaba al lado de Mancuso, entonces le hablo fuerte a Belatti para que me escuche: 'Juan, la próxima damela a ver si este me apunta a los tobillos a mí'. Cuando terminó el partido se me vino encima y me encaró: '¿Qué me dijiste?', que esto que lo otro. Yo no mido. Nos encaramos y terminó separando Diego. 'Con este no que lo conozco del barrio', le dijo.

Eras calentón

Tenía mis arranques de calentura, sí. Yo me crie frente al cementerio de la Chacarita. Por ese entonces existía el Albergue de Warnes. Nosotros íbamos a jugar al fútbol a las canchas del Hospital Alvear. Las canchas de los médicos eran las mejores que había. Saltábamos el paredón y nos mandábamos a jugar. Y venían todos los chicos del albergue. Yo me crie en eso. Las vigilanteadas, los que se hacían los guapos... A esos no me los bancaba. Esa es una de las pocas cosas que le dije a mi hijo cuando empezó a dirigir. Nunca faltes el respeto, pero nunca dejes que te falten el respeto a vos.

¿No aconsejás a tu hijo?

Yo no puedo decirle mucho. Lo que hice lo hice yo. La de él es otra época, con otra exposición, otra cantidad de cámaras. Esto es trabajo, perseverancia y profesionalismo. Yo, a los 49 años, con un atado de cigarrillos encima, iba a dar la prueba física y la daba. Si él viene y me cuenta que no pasó la prueba física le voy a preguntar si esto realmente le interesa o si tiene algún problema psicológico.

@merloalfredoo

 

 

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