Lionel Messi le comunicó a la dirigencia del Barcelona su deseo de dejar el club después de 20 años y mientras la noticia recorre los portales de todo el mundo la cúpula de la institución catalana, con Josep Maria Bartomeu a la cabeza, analiza los pasos a seguir para retener al astro argentino, o en su defecto, no pagar el costo político que conlleva ser el presidente que permitió la partida del máximo ídolo, y en esa búsqueda existe una cláusula en su contrato con dos lecturas muy distintas de parte del jugador y del club.
En la última renovación de su vínculo con Barcelona, firmada en 2017, Messi exigió una cláusula que le permitiera desvincularse del club a final de cada temporada y ahora pretende dispararla para lograr su libertad. Pero esa cláusula fija como plazo de ejecución el 31 de mayo, fecha establecida como final de la temporada 2019-2020, aunque el rosarino entiende que puede dispararla en este momento porque la última campaña debió extenderse más allá de esa fecha debido a la pandemia de coronavirus y recién culminó el último domingo con la final de la Champions League, casi tres meses después.
Aunque la intención de Messi es ampararse en ese acuerdo para forzar su salida de manera unilateral, desde la dirigencia ya avisaron que esa posibilidad expiró y si no es posible retenerlo por su deseo de emigrar, el club que lo quiera tendrá que abonar los 700 millones de euros que indican su cláusula de rescisión, una suma casi imposible de pagar para cualquier club del mundo, incluso para los más ricos, quienes más allá de contar o no con la plata deberán tener mucho cuidado para no incumplir el fair play financiero, algo que ya sufrió Manchester City, uno de los posibles destinos de Messi.
¿Por qué Messi se quiere ir del Barcelona?
Barcelona ganó su última Champions League en 2015 con Luis Enrique como entrenador y la famosa e inigualable MSN (Messi, Suárez y Neymar) en la delantera y desde ese entonces no solo no volvió a conquistar la Orejona sino que además acumula eliminaciones dolorosas en las últimas tres ediciones (Roma, Liverpool, Bayern Munich) y mirando hacia el futuro, Messi siente que no hay un proyecto deportivo acorde a las épocas doradas que le tocó vivir en años anteriores, más allá de los cambios constantes de entrenadores y las grandes inversiones en fichajes.
A los resultados adversos hay que sumarle la relación tirante con la actual dirigencia, que tuvo su punto más áspero cuando salió a la luz que el club había contratado a una empresa para que comande una campaña de difamación en las redes sociales contra dirigentes opositores y también contra futbolistas del actual plantel.
Ante la prensa, Bartomeu siempre le tiró flores a Messi y, de paso, también le metió presión siempre que pudo ante cada rumor: "Hemos hablado, estamos hablando y hablaremos con Messi. Él quiere acabar aquí su carrera, lo renovaremos seguro, no tengo ninguna duda que seguirá aquí".
El efecto Koeman
Lionel Messi se reunió el pasado viernes con Ronald Koeman, sustituto de Enrique Setién, y le reconoció que se sentía "más fuera que dentro" de la institución que se planteó una reestructuración del plantel después de la vergonzosa derrota con los alemanes en Lisboa.
Tres días más tarde de esa reunión, Koeman le informó por teléfono a cuatro futbolistas (el francés Samuel Umtiti, el croata Iván Rakitic, el chileno Arturo Vidal y el uruguayo Luis Suárez) que no los tendría en cuenta, lo que aumentó el malestar de un astro enfrentado con la actual dirigencia que lidera Josep María Bartomeu.
Según revelaron desde su entorno, Messi tomó la determinación de abandonar el Barcelona después de dialogar con Koeman pero recién lo puso de manifiesto hoy con el pedido formal de romper su contrato.
Al capitán del seleccionado argentino tampoco le gustó el procedimiento del nuevo entrenador al momento de comunicar que los cuatro jugadores mencionados, entre ellos su compañero y amigo Suárez, no serían considerados para la nueva temporada que comenzará en septiembre próximo.
Fuente: Telam