El plan era ponerle color a sus recuerdos, darle pinceladas a esos momentos que había compartido con su padre. Ocurría que cada uno de los videos que miraba para revivir aquellos instantes eran en blanco y negro. Entonces se le ocurrió una idea descomunal: colorearlos. Así fue como Claudio Abuin encaró el proyecto de rejuvenecer los goles más emblemas de Independiente de los ‘70.
Por supuesto, cuando se habla de goles fundamentales del Rojo el protagonista se repite: Ricardo Bochini. Hace algo más de un mes Abuin presentó en sociedad el que el Bocha le hizo a la Juventus en el Olímpico de Roma por la Copa Intercontinental del ‘73. Y la semana pasada lanzó otra joya: el empate ante Talleres por la final del Nacional ‘77, cuando Independiente salió campeón con ocho jugadores. Es la primera vez que los hinchas pueden ver estas reliquias en colores.
La aparición del gol a Talleres coincidió con los homenajes que el club le viene haciendo a sus ídolos históricos. El fin de semana anterior inauguraron la calle José Omar Pastoriza, que rodea el estadio, y también les pusieron los nombres de Pepé Santoro y el Chivo Pavoni a dos tribunas de la cancha.
“Mi relación con Independiente parten de los recuerdos que tengo con mi viejo, todo lo que viví en los años ‘70 y ‘80 lo compartí con él”, cuenta Abuin, 60 años, trabajador del Sindicato de Médicos. Su padre murió en el ‘89, después del título que ganó el equipo del Indio Solari, y desde entonces quedó la camiseta roja como vínculo.
Esa relación fue tan intensa, que cinco años después generó una situación inverosímil. En el ‘94 Independiente ganó el Clausura y la Supercopa con un equipazo dirigido por Miguel Brindisi. Era el primer título que Abuin no podía compartir en la cancha con su padre, entonces hizo algo insólito: cada fecha iba al cementerio con una radio para escuchar los partidos junto a la tumba.
En ese jardín de paz, vibró con cada jugada de Daniel Garnero, Gustavo López, Sebastián Rambert y el Palomo Usuriaga. “En el último partido con Huracán parecía un loco gritando los goles en medio del cementerio. Fue una manera de compartirlo con la persona que me hizo hincha. Creo que lo disfrutó como yo”, recuerda Abuin.
La pasión por ponerle color a sus recuerdos comentó con viejas fotos familiares. Abuin les pidió imágenes a todos sus parientes, las retocó para mejorarlas y armó un álbum digital que repartió entre primos y tíos. El siguiente desafío fue más ambicioso. De manera autodidacta, apenas con la ayuda de tutoriales que encontró en internet, se embarcó en la aventura de los goles.
Es un trabajo artesanal que lleva días y días de dedicación y amor al rojo. Un solo segundo de video tiene 24 fotogramas y Abuin los pinta uno a uno hasta que termina su obra. El gol del Bocha a la Juventus, por ejemplo, tiene 800 fotogramas y para terminarlo estuvo tres meses frente al monitor de la computadora. Gracias a la cuarentena, explica, le pudo dedicar más tiempo.
Ahora que el proyecto está en marcha, Abuin ya tiene en mente los próximos goles que va a colorear. De Bochini, por supuesto: los dos que le hizo a River en la final del Nacional ‘78 y uno frente a Rosario Central por la Copa Libertadores del ‘75.
-¿Y después qué, tenés pensado seguir coloreando más goles?
-Todos los que estén en blanco y negro.