jueves 02 de mayo del 2024
FUTBOL Y CURIOSIDADES

Bertoni: "Si Bochini jugara hoy, todo el mundo se rendiría ante su magia"

A 29 años del último partido del Bocha con la camiseta de Independiente, su amigo resalta las condiciones futbolísticas del gran ídolo del Rojo con el que compartió cinco temporadas.

No habrá ninguno igual como Ricardo Enrique Bochini. No habrá ninguno. Ni con su envidiable capacidad para saber qué hacer cuando tenía la pelota y cuándo no la tenía, ni con sus endiablas gambetas con su mágica diestra que solo podían ser frenadas con patadas por los rivales que buscaban no quedar tendidos en el césped ni pasar vergüenza ante tanto derroche de talento y fútbol.

Como  aquel tremendo patadón que el domingo 5 de mayo de 1991 le propinó el entonces defensor de Estudiantes de La Plata, Pablo Erbín, a los 40 minutos del partido que se estaba disputando en Avellaneda, por la fecha 11 del Torneo Apertura, y que, lamentablemente para los amantes del buen fútbol, le iba a poner punto final a su exitosa trayectoria en Independiente tras 19 años ininterrumpidos. Lo que lo convierten en el jugador con más presencia y mayor cantidad de partidos disputados con la misma camiseta en la historia del fútbol argentino: 714, con 108 goles marcados. Un distinto.    

Hoy, a 29 años de aquel último partido del Bocha con la camiseta del Rojo, nadie mejor que Daniel Bertoni, su gran amigo y socio ideal dentro de las canchas para hablar de lo que Bochini significa no solo para la historia de Independiente, sino para la del fútbol argentino. “Bochini es mi hermano, un jugador como muy pocos. Mirá que yo tuve la suerte de jugar al lado de monstruos como Maradona, Kempes, Alonso, Valencia y Antonioni con los que me entendía a la perfección. Pero el Bocha fue el mejor 10 con el que jugué a lo largo de toda mi carrera. Fue un distinto y lo va a seguir siendo por siempre porque es muy difícil que aparezca otro jugador de su categoría”, afirma Bertoni en declaraciones a 442.

Ricardo Bochini

“El gran problema que tuvo el Bocha es que, al igual que yo, nacimos en la época equivocada. Si Bochini jugara hoy, no solo la gente se cansaría de aplaudirlo por su magia con la pelota sino que, gracias a la televisión y a la tecnología sería conocido en todo el mundo. En nuestra época ni siquiera se transmitían los partidos por televisión, apenas los podías escuchar por la radio. Ni hablar de Internet y de las redes sociales. Si jugara hoy, tranquilamente estaría a la misma altura de Messi y de Ronaldo, no tengo ninguna duda”, asegura otra de las grandes glorias de la inolvidable era Dorada del Rojo.  

Aunque al momento de su retiro, el Bocha tenía 37 años, su más fiel compañero de área afirma que tenía cuerda para rato, porque el fútbol de entonces se basaba más en la habilidad que en la velocidad, como sucede en la actualidad. “Antes se jugaba a la pelota, a gambetear y dejar rivales en el camino, ahora todo pasa por la velocidad. Nuestro fútbol era mucho más vistoso que el de ahora, y a vistoso al Bocha no le ganaba nadie. Cada vez que tomaba la pelota nosotros picábamos rápidamente al área para esperar su pase o que sacara un conejo de la galera para mandarla al fondo del arco. Era, fue y será por siempre un fenómeno. Todavía no entiendo cómo no lo nombraron presidente honorario del club ni le dieron el puesto de manager. Nadie sabe más de fútbol ni de Independiente que Bochini. Lo digo con conocimiento de causa. Va a ser muy difícil que aparezca otro Bochini en la historia de Independiente y del fútbol argentino”, agrega.

Más allá de todos los logros que ganaron juntos en su época de jugadores, la vida los llevó a ser grandes amigos. La prueba más contundente es que durante dos años el 10 dejó la pensión del club para irse a vivir a la casa de sus padres, en Quilmes. “Aunque el Bocha siempre fue de pocas palabras, enseguida hizo muy buenas migas con mi vieja, Elisa que, lamentablemente, acaba de fallecer el 26 de marzo y no la pude despedir por esta maldita pandemia del coronavirus. Mi vieja estaba a días de cumplir los 93 años pero estaba hecha una pebeta. Es el golpe más duro que recibí en la vida, pero estoy en paz porque se fue sin sufrir y porque sé que cuando llegue mi hora de partir, Dios y la virgen me van a permitir volver estar a su lado para siempre. El Bocha me llamó para darme su apoyo y para recordarme las milanesas que ella le preparaba especialmente para él porque sabía que eran su gran debilidad. Fueron grandes amigos, casi más que nosotros dos”, concluye.