jueves 12 de diciembre del 2024
Análisis

El fútbol argentino, el torneo de 30 equipos y las pompas de jabón

A falta de unos pocas semanas para que finalice el campeonato y calendario inusual por el Mundial, todavía no está claro si la Liga Profesional va a concluir o no con descensos.

Pese a haberse demostrado como un pésimo formato. Pese a ser un legado fallido de Julio Humberto Grondona, que había que desactivar lo más rápido posible por lo iatrogénico que fue para el desarrollo del fútbol argentino, cuando nadie lo esperaba aparenta querer resucitar el maldito torneo de los 30 equipos. Un poco cambiada, pero de 30 equipos al fin.

Una competencia que no existe en el mundo, porque se comprobó que aumentando la cantidad se deteriora mucho la calidad, salvo en formatos como la Major League Soccer (MLS) de los Estados Unidos: con un sistema deportivo muy particular, donde hay franquicias en lugar de clubes y las ligas profesionales se sostienen solo en la categoría superior; mientras que el resto de los niveles competitivos progresa desde las universidades hasta la elite amateur.

A la MLS y estos formatos franquicia fabricados, tan común en los Estados Unidos, podría reconocérsele una cierta virtud: "Permiten escalar la competencia de una manera exponencial". Ya que facilitan el cumplimento del objetivo principal que es, ni más ni menos, que la Liga se convierta en un producto económicamente viable y genere el suficiente interés en la población para que se arraigue de forma permanente. Estos clubes "inventados", colocados y sostenidos en una ciudad crecen con más soltura para conformar su quórum de aficionados "duros". Si el club perdiese la categoría prontamente, la asistencia se evaporaría al año siguiente porque no habría forma de renovar la esperanza.

Igual, ya son cada vez son menos los defensores del formato cerrado en la MLS, cuando se critica su conceptualización errónea sobre la fragilidad y el escaso arraigo del fútbol en el país. La esencia de estos sistemas se sostiene porque refleja la codicia de los monopolios deportivos, que en los Estados Unidos son muchos y favorecen a los dueños, a los grandes medios de comunicación y a los jugadores brillantes. La diferencia de salario entre las estrellas del básquet y el fútbol americano comparada con los deportistas de la segunda categoría norteamericana, es amplísima en relación a la existente entre los futbolistas de la Premier League inglesa y del Championship (la segunda).

Los sistemas abiertos, con ascensos y descensos, brindan mayores oportunidades económicas a escala nacional y amplían la base de participación porque: motivan a los equipos de abajo que pueden subir y realza la importancia de que cada punto y cada partido valen para la campaña más allá del resultado del encuentro. Este sistema, por lo tanto, otorga una forma justa y meritocrática de organizar el deporte profesional. El fútbol internacional de clubes se sostiene así y termina generando un círculo virtuoso creciente que lamentablemente cada vez es más pequeño: donde las mejores ligas atraen a los mejores jugadores y, por tanto, siguen siendo cada vez mejores ligas.

Claudio Tapia

“Es larga la carretera. Cuando uno mira atrás. Vas cruzando las fronteras. Sin darte cuenta quizás”

A diferencia del mundo, que se bifurca entre esos dos caminos, el fútbol argentino va fuera de ruta. Quiere darles a todos sin sacarle a nadie. Hace populismo de clubes. Entonces no es un sistema de franquicia (porque siguen entrando beneficiarios para el mismo reparto), ni un sistema abierto (porque nadie sale para dejarle su lugar).

El fútbol argentino ha creado una entelequia donde los de abajo suben y los de arriba no bajan. La abolición del descenso ha provocado justamente que desaparezca el círculo virtuoso y que sus efectos recién empiecen a ser visibles con el paso del tiempo. La comparación de las competiciones internacionales permiten dar cuenta. El desangrado es lento porque la gente ha seguido y seguirá enamorada de la tradición, del ritual de ir a la cancha en familia y de la cultura de nuestros clubes como sociedades anónimas sin fines de lucro, aunque cada vez sea más evidente la pobreza del nivel competitivo.

“Tómate del pasamanos. Porque antes de llegar. Se aferraron mil ancianos. Pero se fueron igual”.

Porque, finalmente, el descenso es un sistema de autocorrección meritocrático que beneficia a los que empujan para crecer y elimina a los cómodos. A las partes menos comprometidas con el desarrollo. Nuevos equipos más fuertes ocupan el lugar de los que pudieron tener historia pero no se aggiornaron. Así, la competencia se mantiene fresca y pujante. Sin este mecanismo, los peores permanecen dentro de la competencia y reducen la competitividad general.  

Te suplico qué me avises. Si me vienes a buscar. No es porque te tenga miedo. Solo me quiero arreglar

En estos momentos, se suceden frenéticas reuniones entre Claudio Tapia, presidente de la AFA, y los principales dirigentes de la Liga Profesional para acordar el formato de cierre del 2022 y el elegido para el 2023. Por el momento, no se sabe cómo termina el torneo que está en curso ni cómo se disputará el siguiente. Uno imagina que todos los actores involucrados conocen que a nivel mundial existen los modelos de competición de formatos franquicia o de sistemas piramidales libres.

Nos preguntamos: ¿Por qué el fútbol argentino lleva años y años proponiendo formatos “sui géneris” que lo único que consiguieron fue alejarnos de la elite mundial?

Desconozco, solo sé que “Hubo un tiempo que fue hermoso. Y fue lindo de verdad”.

 

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