martes 19 de marzo del 2024
SOCIEDADES ANONIMAS

La desaparición del Morelia: cuando la plata le gana a la pasión

El histórico equipo mexicano cambiaría de nombre y pasaría a ser local en Mazatlán, Sinaloa, a 800 kilómetros de su actual sede. La trama política y empresaria de una noticia que funciona como advertencia al modelo que quieren instalar algunos en Argentina.

El joven tiene un barbijo del Morelia que le cubre casi toda la cara, el pelo bien peinado y repite ante cada pregunta lo que más le sale decir. Un sentimiento resumido en dos palabras: "Me da mucha tristeza y mucha impotencia". Junto a él, miles de hinchas caminan, saltan, hacen flamear sus banderas: deciden romper la cuarentena para protestar por algo que los había golpeado de manera inesperada: la desaparición de su equipo de fútbol. 

Acá, en Argentina, la noticia pasó inadvertida como pasan casi todas las relacionadas al fútbol mexicano. Pero esta noticia puede funcionar como un espejo, como parte del pasado o del futuro de lo que podría ser el fútbol argentino. La noticia: el último fin de semana, los medios de México informaron que Monarcas de Morelia ("El Morelia"), de la Liga MX, se mudaría a la ciudad de Mazatlán, del Estado de Sinaloa, y cambiaría su nombre a Delfines.

Así, de repente, miles de hinchas se enteraron que su equipo iba a desaparecer. O que iba a transformarse. O algo así: que ya no tendría el mismo nombre, que hasta podría cambiar los colores de la camiseta y que iba a ser local en un estadio que está a 770 kilómetros del actual. Como si Gimnasia y Esgrima La Plata o Talleres de Córdoba se mudaran a Bariloche o a Jujuy. Un mazazo frío al vínculo afectivo que construyen las personas con sus equipos. Un mazazo a lo que durante más de 70 años construyó el Estado de Michoacán con el Morelia. 

El anuncio generó un profundo rechazo social, al punto de que los hinchas de Monarcas rompieron el aislamiento social y se congregaron en las calles de Morelia para protestar por esta decisión. "Nos quieren robar el equipo", dijo una señora en esa concentración espontánea. "Escribimos con un dolor que inunda nuestros corazones", dice la carta que la afición del Morelia le envió a la FIFA para que evite esta mudanza. 

La anunciada mudanza de Morelia a Mazatlán también generó un sismo político. El expresidente de México, Felipe Calderón, que pertenece el PND, cuestionó la decisión de los dueños del club. El gobierno del Estado de Michoacán, donde queda la ciudad de Morelia, se sumó a las críticas y fue enfático: “En estos momentos, la afición no se merece que por unos centavos el equipo abandone la capital michoacana”, dijo el secretario de gobierno. 

 

Círculo rojo mexicano. En México no hay clubes ni función social ni nada de eso. Los equipos son empresas. O mejor dicho: detrás de cada equipo, de cada “franquicia”, hay empresas y empresarios que encuentran en el fútbol -como en todas partes del mundo- una plataforma para hacer crecer su poder, aumentar su influencia y saltar a otras esferas. 

El mapa de poder de México puede entenderse hurgando un poco en el entretelón de la Liga MX. Allí juegan el Grupo Televisa (América), Cemex (Tigres), FEMSA-Coca Cola (Monterrey), Cementos Cruz Azul (Cruz Azul), Patronato Universitario (Pumas), el Grupo Caliente de Jorge Hank (Tijuana) o el Grupo Carso de Carlos Slim (Pachuca).

En ese cuadro de situación aparece también Ricardo Salinas Pliego, uno de los empresarios más poderosos de México y dueño de Monarcas. Salinas Pliego no es un nombre más. Es uno de los principales accionistas de la TV Azteca y el segundo hombre más rico de ese país. Pero siempre tiene una cuenta pendiente: la de no poder replicar el éxito que tiene en sus empresas en sus incursiones en el negocio del fútbol. 

Como todo magnate y hombre de poder, Salinas Pliego tiene muchos amigos en la arena política mexicana. Uno de ellos es el gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, siempre interesado en captar la atención internacional y lavar la imagen de su territorio —en el imaginario social, vinculado indisolublemente a sus carteles y el narcotráfico— a través del fútbol: la llegada de Maradona al Dorados fue parte de ese plan. Quirino Ordaz hasta llegó a publicar que quería traer a Cristiano Ronaldo para que jugara en el equipo que dirigía Diego.  

Sinaloa no tiene un equipo en la Liga MX, la primera división de México. El Dorados está en la segunda. Estuvo cerca -con Maradona perdió dos finales para ascender- pero no lo logró. Y ya lo sabemos: los tiempos deportivos no siempre sincronizan con los tiempos políticos. 

En 2021 hay elecciones en Sinaloa, uno de los pocos Estados en los que el PRI (Partido Revolucionario Institucional) puede ganar. Quirino Ordaz es una de las caras más representativas de ese partido, que gobernó el país durante décadas en el siglo pasado, y que ubicó a Enrique Peña Nieto como presidente hasta 2018.   

Como parte del repertorio de obras durante su gestión, el gobierno de Quirino Ordaz está por inaugurar un estadio modernísimo en Mazatlán. Costó alrededor de 200 millones de dólares. El mismo gobernador se jactó varias veces de esa erogación. Pero hay un problema: ese estadio no tenía quien lo habite. Por eso, el gobernador y el dueño de Monarcas Morelia llegaron a este acuerdo. En México, como algunos dirigentes y periodistas quieren instalar en Argentina, lo que no se consigue en la cancha, puede conseguirse con dinero.