Tras más de tres meses de parate por la pandemia del COVID-19, finalmente, los jugadores de Paraguay volvieron a los entrenamientos. Así, junto con Ecuador son los dos primeros países en Sudamérica en retomar las prácticas de cara a la vuelta oficial del fútbol que en ambos países está prevista para el próximo 17 de julio
Y, entre los tantos jugadores argentinos que actualmente están militando en los clubes guaraníes, se encuentra Matías Maidana, uno de los dos hermanos del ex defensor de River, Jonatan, que, por esas cosas del destino, actualmente juega en la extrema defensa del club River Plate de la Primera División del vecino país. “Es muy loco que haya dos hermanos que jueguen al fútbol en el mismo puesto y en dos clubes que se llamen iguales”, dice, entre risas, en el comienzo de la extensa charla telefónica con 442.
“No veía la hora de volver a entrenar con mis compañeros. Por suerte, acá en Paraguay el tema del coronavirus está bastante controlado ya que hasta el momento ya que hasta el momento se registraron cerca de 1.150 casos y solo 11 muertos y, por eso, la Asociación Paraguaya de Fútbol autorizó a los clubes a retomar los entrenamientos, teniendo en cuenta las exigencias de las autoridades sanitarias”, relata el ex defensor surgido de Los Andes, que también pasó por Boca, Armenio, Berazategui y Cañuelas, equipo con el que ganó el pasado torneo Apertura de Primera C.
Más allá de cumplir con las estrictas normas sanitarias que los obligan a tener que llegar por separados a los entrenamientos, usar barbijo y alcohol en gel antes y después de las prácticas, y llevar una muda para cambiarse al finalizar las mismas, ya que no pueden bañarse en los vestuarios, el cuerpo fue el que más sintió el parate.
“No esperábamos que nos mataran tanto en nuestra primera práctica en grupo. Aunque todos los días nos mandaban trabajos físicos para hacer, no es lo mismo entrenar en tu casa que salir a correr distancias largas por la cancha. Lo vamos a tener que tomar como si fuera una pretemporada”, advierte Chicho.
“Arrancamos con la entrada en calor y fortalecimiento, después hicimos coordinación con unos arranques de 10 metros y, por último, pasamos a la zona de campo de juego donde hicimos pasadas largas de 1.000 metros a todo ritmo. En total duró 45 minutos y si bien se sintieron bastantes pesados, por suerte todos terminamos bien. En lo personal, si bien tengo 33 años, sinceramente me sentí bastante bien. Será por las tremendas ganas que tengo de volver a pisar una cancha por los puntos. Nos quedan siete partidos y queremos terminar lo más alto posible en la tabla”, concluye.
