La primera decisión que tomó Juan Román Riquelme al asumir como responsable del fútbol de Boca fue modificar la estructura de las juveniles. Reemplazó a todos los entrenadores de inferiores, entre estos a Rolando Schiavi, quien estaba a cargo de la Reserva.
Esta semana, Riquelme dio un paso más en su plan por unificar un criterio futbolístico entre las jóvenes promesas del club. Les sugirió a los técnicos de todas las categorías que implementen el mismo sistema táctico: 4-3-2-1. Con enganche, como lo hacía el Boca del primer ciclo de Carlos Bianchi, ese plantel que en diciembre del 2000 terminaría coronándose campeón del Mundo.
Riquelme quiere que Boca produzca enganches, ese futbolista que muchos consideran extinto. En esa posición, Miguel Ángel Russo dispone de Emanuel Reynoso, formado en las juveniles de Talleres. El DT suele utilizar a Pol Fernández, aunque el nacido en Granadero Baigorria suele retroceder para formar un doble cinco con Jorman Campuzano, no es esencialmente un enganche tal como lo imagina Román.
La bajada de línea de Riquelme no es ninguna sorpresa. Antes de ser gobierno, en plena campaña presidencial, el ídolo había adelantado esta medida. Para él, el ADN de Boca encaja en ese sistema que con Bianchi tuvo su pico máximo. No en vano fue a buscar a Russo. En 2007, el Xeneize ganó su última Copa Libertadores bajo la conducción del actual DT. Ese equipo jugaba con tres volantes, Pablo Ledesma, Éver Banega y Neri Cardozo (titulares en la serie final con Gremio) y un enganche por delante, precisamente JRR.
