viernes 29 de marzo del 2024
Análisis

Saramago y el coronavirus, con la mirada en el fútbol

Cómo no temerle al coronavirus, si hoy sólo se oye hablar de eso. ¿Son desmedidas las reacciones en el fútbol teniendo en cuenta el contexto? Ejemplos.

“El miedo ciega” escribió José de Saramago en su “ensayo sobre la ceguera” y, el paso de los años, hizo que su afirmación cada vez tuviese más fuerza. El miedo ciega y los temores surgen de los condicionamientos que nos impone lo que vemos y oímos. Cómo no temerle al coronavirus, si hoy sólo se oye hablar de eso.

Se identificó como COVID-19 al tipo de coronavirus que apareció recientemente y que causa un cuadro de infección respiratoria. Surgió a finales de 2019 para condicionarle la vida al mundo durante el 2020. Los primeros coronavirus humanos se identificaron a finales de la década del 30 pero recién para 1965, gracias a la evolución de la microscopía, tomaron el nombre de coronavirus debido a que su morfología se asemejaba a la de una corona.

El COVID-19, en cuanto a la mortalidad, afecta preferentemente a personas de edad avanzada con afecciones clínicas previas y con la salud comprometida por enfermedades concomitantes. Conceptualmente, no se aleja demasiado de los cuadros que presenta la gripe.

Per se, el riesgo de mortalidad bajo. Su tasa de letalidad es menor del 3% (se mueren menos de 3 de cada 100 enfermos), asciende de manera exponencial en la tercera edad con el paso de los años y en menores de 9 años es directamente nula. Cero. Ninguna muerte.

Lo primero que uno piensa como padre, luego de leer esto es: cuanta sin razón en la paranoia desatada en los grupos de Whatsapp de padres de colegio.

El brote inicial del COVID-19 fue en China, donde hasta el momento hay 80.151 casos confirmados y 2.943 muertes, pero en un par de semanas la epidemia se extendió en los países limítrofes y luego al mundo. Italia, actualmente, tiene el mayor número de casos de coronavirus fuera de Asia y ya ha puesto en cuarentena varias ciudades. En total, hasta el momento, son 2.036 casos y 52 muertes.

El Ministero della Salute italiano le atribuye anualmente a la gripe estacional un total promedio de 8.000 muertes, con años esporádicos donde la mortalidad tocó el número de 12.000 fallecimientos. Una cifra apabullante contrastada con la escasa representatividad del coronavirus actual.

Para los italianos, “El calcio es un reflejo de la vida nacional”. Así lo describe el periodista español Enric Gonzalez en su bello libro de crónicas titulado “Historias del Calcio”. En la memoria italiana, no hay registro de epidemia invernal de gripe, con miles de víctimas, que haya podido detener al Calcio pero si lo ha hecho el coronavirus. Por segunda jornada consecutiva, se suspendieron partidos de la liga italiana. Entre ellos, destacó la postergación de Juventus e Inter de Milán.

Recientemente, aparecieron muchos relatos sobre como el coronavirus condicionó al fútbol europeo. Desde la suspensión total de las competencias deportivas en Suiza, donde por imposición del Consejo Federal suizo se prohibieron los actos públicos con más de 1.000 asistentes hasta el 15 de marzo. Pasando por el miedo de los hinchas del Liverpool ante el anuncio de una suspensión de la Premier League con su equipo en las vísperas de ser campeón luego de varias décadas o la imposición de una cuarentena al surcoreano Son Heung-Min, del Tottenham, luego de ser intervenido quirúrgicamente en su país y retornar a Inglaterra. Hasta el saltó a la fama de King Paul Udoh, un ignoto futbolista del Pianese, de la Serie C de Italia: primer futbolista enfermo de occidente.

A la gripe estacional, la organización mundial de la salud (OMS) la caracteriza por un “inicio súbito de fiebre, tos (generalmente seca), dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal”. En la mayoría de los casos se soluciona en el plazo de una semana y sin necesidad de atención médica. Se estima que anualmente hay 3 a 5 millones de casos graves y entre 300.000 a 650.000 muertes. Clínicamente, esta descripción no es muy diferente para cualquier coronavirus respiratorio, incluido el famoso COVID-19.

En la Argentina, por ejemplo, Sarrouf y colaboradores, hicieron un estudio sobre mortalidad atribuible a gripe en los períodos prevacunación y posvacunación entre 2002 y 2016. De las 4.691.147 personas fallecidas en esos 15 años, el 15,2% fue por patología respiratoria (J00-J98.9) y el 6,4% (301 747) por infección respiratoria aguda grave (IRAG). Es cierto que el estudio tiene limitaciones, porque no pueden atribuírseles todas las IRAG a la gripe, pero permite dos cosas: primero tener en cuenta que un promedio de 20.000 argentinos han muerto por año por una infección respiratoria asociada a virus y/o bacterias; segundo, por obvias razones, no se le puede echar la culpa al COVID-19.

El famoso coronavirus ya está presente en más de 40 países, varios en América Latina y acaba de llegar a la Argentina. Pese a que es de afección estacional (invernal), o sea que no resiste en climas cálidos, y que en el aire tiene una supervivencia relativamente corta, increíblemente ya condicionó al fútbol sudamericano.

El fin de semana, el Barcelona SC y la Liga de Portoviejo igualaron a un gol por la tercera fecha del torneo ecuatoriano de fútbol en un Estadio Monumental vacío de público. La medida de jugar sin hinchas fue tomada por prevención, luego de que se diera a conocer el primer caso de COVID-19. El gobierno de Ecuador suspendió la celebración de cualquier evento masivo en varias ciudades del suroeste del país, por un primer caso de coronavirus importado de España.

En la Argentina, mientras cursamos una epidemia de sarampión, cuando hacía años que no teníamos casos autóctonos, y hay circulación viral de dengue en trece jurisdicciones con casi 700 casos confirmados y un par de muertes, las noticias se enfocan mayormente en el COVID-19. Un virus que seguramente llegará antes del invierno pero que no tiene, por el momento, medidas de prevención específica. Solo se puede transmitir tranquilidad, reforzar la práctica del lavado frecuente de manos y el cuidado para no propagar el virus con la tos.

“Creo que somos ciegos; ciegos que pueden ver, pero no miran”, afirmó Saramago en una entrevista posterior a la presentación de su libro sobre la ceguera. Murió hace diez años, sin conocer al COVID-19, pero cuánta razón tenía.