viernes 29 de marzo del 2024

Agüero y Tevez, dos polos en el City

El Kun fue la bandera que usó Mancini para poder prescindir del ex Boca y, por su alto nivel, se convirtió en ídolo. El juego de las diferencias.

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Apenas si exageró durante una entrevista en Fox Sports cuando dijo, paráfrasis involuntaria de Luis XIV mediante, que en la última temporada “el Manchester City era Carlos Tevez”: con él de capitán y goleador de la Premier League, el equipo se había clasificado a la Liga de Campeones de Europa y había conseguido la FA Cup. Aunque parezca que se escribe sobre la prehistoria, sucedió hace apenas nueve meses. Sin embargo, el mismísimo Tevez se encargó desde entonces de dinamitar su imagen: exigió sin suerte que el club lo transfiriera, discutió mal con Roberto Mancini durante un partido ante el Bayern Munich (para el entrenador, él no quiso entrar) y viajó en noviembre sin permiso a la Argentina. Pero el equipo no lo echó de menos. Para nada: hoy es líder de la Premier League gracias, en parte, a su reemplazante: Sergio Agüero.

Tevez acaba de volver a Manchester. Mancini había anunciado que aceptaría su reincorporación siempre y cuando se disculpara con él. El domingo 12, los asesores del futbolista (su representante, el iraní Kia Joorabchian, y su vocero, Paul McCarthy, un ex editor de deportes de News of the World), llamaron a las redacciones de los diarios más vendidos de Inglaterra –The Sun, Daily Mail, etcétera– y avisaron: “Estén atentos: Carlos grabó una entrevista en la Argentina con el canal Fox Sports para pedirle disculpas a Mancini. La van a emitir mañana”. Al día siguiente, el canal Sky (propiedad de Fox Entertainment News, propietario, a la vez, de Fox Sports Latin America) anunció la retransmisión de la entrevista para Inglaterra. Pero Tevez no pidió perdón –para disgusto de sus asesores– y encima dijo que Mancini lo había “tratado como a un perro”. Recién el martes, Joorabchian y McCarthy pudieron enviar a la página oficial del club una carta (desde ya, no escrita por Tevez: estaba en inglés) en la que el futbolista pedía perdón: “Deseo disculparme sinceramente y sin reservas con todas las personas a las que defraudé y a las que ofendí en los últimos meses”.

Tevez se reencontró recién el jueves con Mancini. Opinó el periodista Henry Winter, en The Telegraph: “Mancini vio a Tevez por la mañana consciente de que hoy la imagen y el destino del Manchester City dependen de otro argentino, Agüero, un verdadero profesional que entrega el máximo sin causar el más mínimo problema”. Zanjó Mancini, inexpresivo: “Va a ser importante poder tener a nuestros cuatro atacantes –Carlos, Agüero, Mario (Balotelli) y Dzeko– para afrontar la parte final de la temporada”.

El juego de las diferencias. En la cancha, el Manchester City sintió entre poco y nada la ausencia de Tevez, que jugó apenas cinco partidos (tres de suplente) en la temporada, no marcó y hasta erró un penal. No lo sintió, lógico, porque Agüero anotó veinte goles en 36 partidos (por si acaso, no protestó por su suplencia en ocho). No por nada, en la entrevista con Fox Sports, Tevez analizó que Mancini pudo prescindir de él sólo porque ya lo tenía a Agüero.

Tevez es –siempre para el City– disruptivo, problemático pues. Agüero, no. Muy por el contrario: es un gentleman, un diplomático que nunca cae mal parado. Son polos opuestos: cuando Tevez embiste contra Mancini, Agüero confiesa en la revista Champions, que edita la UEFA, que quiere aprender de él (si lo vio jugar, es otra historia), y que lo “cuida”, como le confesó a la revista Un Caño. Cuando Tevez despotrica contra Manchester porque llueve sin parar, Agüero opina que “es una ciudad hermosa, interesante”. Cuando Tevez, harto, deja las clases de inglés, Agüero asiste tres veces por semana porque “es como volver al cole”. Cuando Tevez es detestado por los hinchas (quema de camisetas con su nombre incluida), Agüero hace sorteos a través de sus cuentas de Twitter (bilingüe) y Facebook y en su página oficial.

Tevez no juega desde el 21 de septiembre, cuando el Manchester City, con él desde el inicio, derrotó 2-0 al Birmingham. Ese día, Agüero no entró. Difícil, si no imposible, que se repita.

(*) Nota publicada en la edición impresa del Diario Perfil