viernes 29 de marzo del 2024

Tinelli, Segura, y si no: ¡Macedonio presidente!

Terremoto en la FIFA; bomba en la AFA, Daniel Angelici, Carlos Tevez y el club del repollo. Cualquier parecido con la realidad es...una ingenuidad.

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“Dime, maestro, dime, mi señor –yo comencé por querer estar cierto de aquella fe que vence la ignorancia– ¿salió alguno de aquí, que por sus méritos o los de otro, se hiciera luego santo?”. Dante Alighieri (1265-1321), de ‘La Divina Comedia’, Infierno, Canto IV.

En sus libros de predicciones anuales, Horangel siempre advierte sobre uno o dos sismos fuertes, por lo general en Asia. Luis Moreno Ocampo, quien en 2012 fue invitado por Joseph Blatter para integrar un comité técnico, es más preciso y sorprendente: “En la FIFA se viene un terremoto”, advierte.

Extraño país Suiza para un fenómeno de esas características. Pero así son las cosas. “Hay muchos presos que cambiarán condena por información. Pronto se van a saber más cosas. No sé si Blatter terminará preso pero eso es lo de menos: el tema ahora, es cómo van a hacer para reformar un organismo tan hundido en la corrupción”, reflexiona.

El viejo Sepp cuelga de un pincel: Visa, McDonald’s y Coca-Cola, sponsors estrella piden su renuncia. Platini, que recibió unos millones de su ex amigo Sepp, por ahora, se hace el distraído. Si algo está podrido en Dinamarca, en Zurich ni les cuento.

Julio Grondona, para la Justicia americana, es el conspirador # 10 –el número de los cracks– figura central en todo el entramado de corrupción e impunidad de esta generación de dirigentes obscenamente enriquecidos. Jerome Valcke, secretario general de FIFA, suspendido por tiempo indefinido por organizar un sistema de venta de entradas con sobreprecio para Brasil, no dudó cuando el FBI lo acusó de sobornar al triniteño Jack Warner, –72, ex presidente de la Concacaf y vice de Blatter, expulsado por el Comité de Etica– para votar por Sudáfrica 2010. “Fue instrucción de Grondona”. Que manejaba el comité de finanzas y con eso, muchas voluntades.

D’Onofrio, un hombre medido, esta vez usó una metáfora algo excesiva para opinar sobre el estado interno de la AFA. “Ahí hay que meter una bomba”, dijo, más sincero que prudente. Razones no le faltan.

El martes, mientras Tinelli y Segura se consagraban candidatos, Sebastián Gigliotti, jugador de Midland, chocaba contra el muro de cemento lateral en Argentino de Quilmes y salvaba su vida de milagro. En mayo, cuando Emmanuel Ortega murió por una doble fractura de cráneo, se paró el fútbol y la AFA les dio a los clubes 90 días de plazo para cubrir las zonas perimetrales con colchonetas. Sólo cumplió un puñadito de clubes. Mientras tanto, la AFA de Segura navega en círculos, metida en roscas y chicanas.

Desde aquella muerte, cinco futbolistas sufrieron el mismo accidente. El hermano de Gigliotti fue el último. Antes, Gonzalo Cendra de Sarmiento de Coronel Suárez en Kimberley; Javier Rossi, de Barracas Central contra Defensores de Belgrano; Pablo Lengman, de Atenas de Río Cuarto, que se fracturó la muñeca y se cortó una ceja contra Argentino Peñarol por el Argentino B; y Juan Capurro, de Cipolletti, contra Unión de Aconquija de Catamarca por el Argentino A. Y se sigue jugando. Genial.

Angelici pontifica: “Los hinchas de Boca no quieren a Tinelli porque está muy identificado con San Lorenzo”. Ah, bueno. En ese caso, ni el papa Francisco sería buen candidato.

Tevez es muy buen chico, leal con quién lo apoya pero a veces le falta prudencia o le sobra sinceridad, uno de los secretos de su encanto. “Como empresario todo bien, pero a Marcelo lo veo muy con la camiseta de San Lorenzo puesta”, dijo, en sintonía con el presidente que tiró los bingos por la ventana para traerlo y lograr el título que necesita. Ya en 2010, por su incondicional apoyo a Maradona, se quedó sin Mundial 2014. Fue la bolilla negra de Don Julio, hombre paciente y con memoria, y no su supuesto vedetismo lo que lo condenó.

Tinelli tiene un programa que funciona como una cadena nacional. Tentarse con usarlo para responder ataques políticos es fácil. Debería cuidarse. Un show es ficción, entertainment, alguna boutade. Hacer bromas sobre la lesión que Tevez le produjo a Ham no lo ayuda. Tampoco ironizar: “Parece que el presidente de AFA saldrá de un club nacido de un repollo”. No es grave, tampoco necesario. Es irrelevante si tiene razón o no. Importa el contexto. Le convendría separar su personaje de conductor cool y todopoderoso del candidato a presidente de una institución compleja y poderosa que se maneja con fina muñeca política. Son juegos distintos, claramente.

Como clubes nacidos de un repollo no existen, yo propongo, como lo hubiese hecho Borges, a Macedonio Fernández para presidente. El hombre que el joven Borges admiró “hasta el plagio” pensó en postularse hacia 1920, pero la muerte de su mujer, Elena de Obieta –a quién le dedicaría Elena Bellamuerte– cambió los planes y convirtió su candidatura en literatura.

El hombre que será presidente, novela a varias manos que bosquejaron en La Perla del Once Borges, Scalabrini Ortiz, Marechal y otros, cuenta la historia de un grupo que se propone instalar un estado tal de malestar general en la población que sólo se solucionaría con la llegada de un salvador.

La ciudad es inundada por elementos hostiles, destinados a hacerle la vida imposible a la gente. Peines-navaja que cortan dedos y cuero cabelludo, cucharas que al introducirlas en la sopa se revelaba que eran de papel plateado; manijas del tranvía que se desprendían haciendo caer al suelo a los viajeros, escaleras empinadas en las que no hubiera dos escalones iguales, cosas así.

Una Buenos Aires histerizada hará que la gente elija al presidente quitadolor: el doctor Macedonio Fernández, “restaurador de agrados y placeres”.

Cualquier parecido con la realidad es… una ingenuidad. Esta realidad muchachos, supera, por mucho, a la más delirante de las ficciones.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

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