miércoles 09 de julio del 2025

La preocupante falta de laterales

Sin maestros ni figuras a emular, la carencia de marcadores de punta asoma como un déficit del fútbol argentino. Escribe Alejandro Fabbri.

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A medida que pasan los años y pasan los jugadores, como dice la canción tribunera que entonan todos, se hace mucho más difícil reconocer buenos marcadores de punta en el fútbol nuestro de cada semana. Si se inicia un encuesta casera con amigos o gente que acostumbra mirar los partidos, los que tienen algunos años más de vivencias deportivas siempre evocan el pasado y traen al presente algunos nombres míticos: el uruguayo Villar de San Lorenzo, aquel Negro González de Rosario Central, el Chivo Pavoni…

Cuando los cincuentones caemos en la cuenta que los tres nacieron en la República Oriental, nos desanimamos un poco. Claro, por algo no jugaron nunca en nuestra selección, lo mismo que el Topo Guillermo Sanguinetti, crack del Gimnasia que orientaba Griguol y que en los últimos años únicamente fue superado en jerarquía y oficio por Hubo Ibarra, el multicampeón boquense, formoseño él, pero con poco rodaje internacional albiceleste.

Por allí podríamos evocar a Silvio Marzolini, al Conejo Tarantini o al mismísimo Javier Zanetti, que ha cambiado de puesto muchas veces, adelantándose en el campo. También vale la pena acordarse de Néstor Clausen o de Carlos Enrique, uno por cada lado, brillando en Independiente, como lo hicieron Juampi Sorín, Eduardo Berizzo, Hernán Díaz o Javier Pinola, que todavía brilla en Alemania.

Hoy, en cambio, a la hora de elegir a los mejores laterales, quizá seamos un poco más exigentes y les pidamos marca, pase seguro, cierres exactos para salvar su arco por detrás de los zagueros, buen manejo y proyección, incluso desborde y hasta gambeta para terminar jugando como un viejo puntero, bien abierto. Además, cierta altura para responder de cabeza ante los centros cruzados, velocidad para pasar por sorpresa al ataque, viveza para no cometer faltas en los lugares más peligrosos. Y así podríamos seguir enumerando condiciones que deberían tener.

Alejandro Sabella ha confiado en Pablo Zabaleta para marcar el costado derecho de la defensa argentina y en Marcos Rojo para custodiar el sector izquierdo. Con 28 años y una larga experiencia en San Lorenzo, el fútbol español y el inglés, Zabaleta se ha ganado el puesto sin dudas. En general reúne las condiciones que pide el hincha común, que recién en los últimos partidos de la actual serie eliminatoria ha terminado por confiar totalmente en él. En cambio, aun le falta afirmarse a Rojo, el chico que proyectó Sabella en Estudiantes de La Plata y que saltó a la fama por dos golazos que hizo con la camiseta pincha, uno a Boca, el otro a River. Hoy parece ser el número puesto para la Copa del Mundo 2014.

Asoma Gino Peruzzi, sigue Clemente Rodríguez y pará de contar. Una muestra más de la escasez de laterales es el actual libro de pases de nuestro fútbol. Apenas nueve clubes han optado por mantener a los marcadores de punta del torneo anterior. Vélez (Cubero y Papa), San Lorenzo (Prósperi, Gentiletti o Kanemmann), Arsenal (Nervo y Damián Pérez), River (Mercado y Vangioni), Colón (Caire y Urribarri), Lanús (Araujo y Velázquez), los ascendidos Gimnasia (Oreja y Licht) y Olimpo (Martínez y Villanueva), además del campeón Newell’s (Cáceres y Casco).

En todos los otros casos, hubo parcial o completo de laterales. Dejaron sus clubes Clemente Rodríguez, Franco Sosa, Abecasis, Iberbia, Angeleri, Bíttolo, Insúa, Vella, Zbrun, Quilez, Goñi, Lima, Cellay, Gerlo, Erramuspe, García Basso, Palomino, Meza, Diego Martínez, Masuero, Gastón Díaz y Francisco Martínez. Casi todos han cambiado de equipo, algunos bajaron de categoría y Clemente Rodríguez se fue al Sao Paulo brasileño donde no ha rendido hasta ahora.

Alguna vez alertamos sobre la creciente tendencia de ubicar jugadores que se formaron en otras posiciones, jugando como laterales. Sin maestros adecuados, la evolución de esos jóvenes no va a ser completa. Sin figuras para emular, tampoco llegarán muy lejos. Irán cambiando de club y rotando por toda la lista, sin terminar de conformar a nadie. Aunque llenen algunos de los casilleros exigibles, pero queden en falta en otros tantos. Y la culpa no será exclusivamente de ellos, sino de la ausencia de trabajo en esos puestos vitales que tiene un equipo. Tan vitales como puede ser cualquier otro sector de la cancha.