viernes 29 de marzo del 2024

Intercambio cultural: la cátedra Bebote

La barra de Independiente recibe a “colegas” de Venezuela, Colombia y Francia para asesorar en el control de las tribunas y los negocios.

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El coaching es un método empresarial, didáctico y deportivo que consiste en instruir a un grupo de personas con el objetivo de desarrollar habilidades específicas. Cada vez más organizaciones deciden utilizar este proceso mediante el cual se busca el camino más eficaz para alcanzar metas. Con la incorporación de charlas motivacionales, seminarios y talleres logran formarse vendedores, gerentes, médicos y futbolistas. Los barras bravas, a través de una estructura piramidal, también tomaron la determinación de adquirir esa disciplina con el fin de potenciar las capacidades, tanto culturales como delictivas.

Minutos antes de la apertura del Estadio Libertadores de América para el partido de Independiente ante Rosario Central por la tercera fecha del torneo, la Policía detuvo a veinte barras del Rojo detrás de una tribuna con banderas y pirotecnia. Luego de un piquete de la propia hinchada en la esquina de Alsina y Bochini que impedía el ingreso del público, llegó la orden de liberar a los demorados. De esa forma la causa pasó al Juzgado Correccional 8 de Lomas de Zamora a cargo de Viviana Garcenal. Lo curioso es que entre los detenidos, en su mayoría de Claypole y Florencio Varela, había cinco venezolanos y dos franceses.

La hinchada oficial de Independiente comandada por Bebote Alvarez está compuesta por violentos de diferentes barrios. Pero además, cuenta con grupos de Venezuela, de Colombia y de Francia que se encuentran haciendo una suerte de posgrado en la tribuna del club de Avellaneda. Con costumbres y tradiciones que los ponen al descubierto ante el primer grito de gol, estos extranjeros llegaron a nuestro país con el objetivo de aprender, según ellos, de los mejores barras del mundo para luego aplicar esos conceptos en sus respectivas hinchadas. “Contra Rosario Central entraron a la cancha con los pibes de las banderas y terminaron demorados por averiguación de antecedentes. Vinieron a ver de qué manera nos organizamos porque querían hacer algo similar en sus clubes”, explicó un miembro de la barra de Independiente que prefirió no revelar su identidad.

Facundo Silva, integrante del grupo que maneja los bombos, también se refirió a la extraña presencia: “Yo no lo veo como un coaching, sino como un intercambio cultural, porque así como nosotros les explicamos un montón de cosas vinculadas a nuestra tribuna, ellos también nos hacen ver otras que desconocemos. Al principio fue algo raro pero con el correr de los partidos comenzaron a entender el folclore que hay en nuestro país en referencia a las hinchadas. Algunos están radicados acá desde hace mucho tiempo y otros vienen de vacaciones y aprovechan para alentar a Independiente”.

Aunque la relación con los venezolanos nació en la Copa América de 2007, el color rojo de la camiseta de Independiente y del Caracas Fútbol Club generó una amistad inquebrantable que también se extiende a la hinchada de América de Cali, a la del Inter de Porto Alegre y a la de Toluca de México. Si bien la decisión final de ampararlos en la popular fue del mismísimo Bebote, mucho tuvo que ver Hernán Palavecino, primera línea de la barra, que conoce a la perfección el negocio del turismo futbolero. Hombre de contactos importantes, además de haber sido el nexo para que la delegación de Hinchadas Unidas Argentinas se alojara en Porto Alegre durante el último mundial, en la actualidad se encarga de acompañar a las diferentes hinchadas que vienen a Buenos Aires por la Copa Libertadores y la Sudamericana. Así como los domingos patea las calles de Avellaneda supervisando trapitos y parrillas, durante la semana lleva a los fanáticos a conocer diferentes puntos de interés de la Ciudad y hasta los invita a las instalaciones de Independiente.

La aparición de los franceses en la tribuna del Rojo se originó en simultáneo con el arribo de los líderes de la Brava Massalia, facción radical de Olympique de Marsella. “Hace dos años que estoy acá, aprendiendo a organizarme con ellos gracias a Palavecino, que me abrió las puertas. Pero algunos pibes del Marsella vienen cada tanto a Buenos Aires a conocerlos y a hacer la fiesta con ellos. Incluso muchos hasta se hicieron socios de Independiente”, explicó Tony, líder de la barra marsellesa. Bastien Poupat, periodista galo que realizó un documental sobre hinchadas, agregó: “Hace un tiempo el jefe de la barra Massalia me dijo que quería conocer a la hinchada de Independiente. No solo lo logró, sino que además terminó tocando los bombos con ellos”.

Para el clásico ante Racing disputado en Mar del Plata por el torneo de verano, la barra de Independiente subió a uno de los micros a veinte simpatizantes de Caracas y hasta permitió colgar una bandera de Los Rojos del Avila en el medio de la tribuna. A su vez, como parte de la cursada barra brava, en el encuentro que el equipo venezolano disputó ante Huracán por el repechaje de la Libertadores, un sector de la barra de Independiente estuvo alentando al equipo visitante en Parque Patricios. Y como si eso fuera poco, la facción de Claypole viajó a Venezuela y exhibió una bandera en la tribuna de Los Demonios.

Así como en la canchita del barrio se observan camisetas de equipos europeos, en las tribunas comenzaron a surgir forasteros que intentan perfeccionarse con quienes más entienden para poner en funcionamiento en sus países un negocio tan impune como millonario.

El descargo del prófugo. Mientras la barra de Independiente capacita hinchas de diferentes nacionalidades, César Loquillo Rodríguez, líder de una de las facciones de la hinchada, continúa prófugo de la Justicia desde hace casi un mes. El enemigo de Bebote Alvarez, jefe del grupo Somos Nosotros, está acusado de asesinar a Fabián Guzmán, barra de Quilmes, y a su hija de tres años. La fiscalía vincula el crimen a una interna en la barra cervecera, liderada por Mauricio, hermano de Loquillo.

Loquillo, desde la clandestinidad, se desligó del hecho: “Juro que no tuve nada que ver. De hecho, ese día fui al shopping con mi mujer y mis hijos. Esa guerra no es mía, por eso si bien no pienso vivir prófugo, tampoco tengo ganas de ir preso por algo que no hice. No es justo que tenga que cargar con la mochila de mi hermano. El ya es grande, con lo cual debe hacerse cargo de sus actos. Con ese criterio que metan presos a todos los hermanos de los asesinos”.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.