viernes 26 de abril del 2024

De las críticas a los beneficios

Empujado desde su entorno, dio marcha atrás tras haberle pedido la renuncia a Grondona. Necesidades y conveniencias, la clave de la reconciliación.

442

Daniel Passarella no patalea más. No amenaza más. No se queja más. River todavía no se sabe; Passarella ya ascendió. El hombre duro dio su vuelta olímpica. O se dio vuelta. Ya no pedirá la cabeza de Julio Grondona, como después del último clásico disputado ante Boca. Tampoco se quejará si el Jefe no le adelanta plata de la televisión para paliar los agujeros de ozono que todavía tiene el cielo de River. De eso ya se encarga Omar Solassi. El vicepresidente segundo fue el que ablandó a Grondona, el que se movió políticamente, el que le hizo saber que Passarella había bajado el fusil, el que va a la AFA, el que jamás le pediría que abandone su sillón. A la par, Diego Turnes, el vice primero del club, también usó su cintura para ayudar a balancear la relación entre esos dos que, seis meses atrás, parecían irreconciliables.

Como contrapartida, Don Julio apadrinó el desembarco de River en la concentración del predio de Ezeiza. “Fuimos los únicos en pedirlo”, argumentan en Núnez. Y, además, gestionó la llegada del presidente de River a la Comisión de Clubes de la FIFA: Passarella reemplazará en Suiza a José María Aguilar. Otra vez, Grondona lo hizo.

Su otro yo. Es su carácter. El Káiser aclaró en la conferencia de prensa del jueves: “Nunca me arrepiento de nada”.

Habla de lo que pasó. Habla de lo que pasa.

Hay una escena que fue archivada; mejor dicho, cajoneada. Es una escena de nunca más. La describe con detalles Andrés Burgo, en Ser de River: “Grondona lo chicaneó: ‘Cuando perdés hablás y cuando ganás, no. Perdieron por tu arquero que se equivocó, no por el árbitro’. El Káiser terminó de perder la compostura e impostó un tono de falsa tranquilidad para vomitar lo que ya venía rumiando desde las últimas horas: ‘Julio, tenés que dar un paso al costado. Ya pasó tu tiempo. Lo del domingo fue vergonzoso. Lo de los árbitros ya no se tolera más’. Grondona obedeció. Se puso de pie y, cumpliendo de manera literal el pedido de renuncia de Passarella, dio un paso al costado. ‘¿Ahora qué más querés?’, se burló”. Entre el grotesco que le siguió a la escena, Grondona gritó: “A mí de acá no me saca nadie”. Fue el 17 de mayo, dos días después de la derrota de River en la Bombonera, 0-2.

Desde entonces, Passarella dejó de ir a la AFA. Dos meses antes ya le había pedido Turnes, representante del club, que dejara de hacerlo. Eran tiempos de prepotencia, de presentar batalla, de River todavía en la A. El descenso fue el mazazo que demolió al club y sacudió a su presidente. Por eso su entorno trabajó para que aceptara una política de acercamiento a Don Julio. “Daniel está empezando a escuchar a la gente que lo quiere bien”, le marca en off a PERFIL un dirigente de River. Desde Viamonte lanzan una sugerente lectura: “Vos podés descender por estar mal con Grondona, pero no podés no ascender por estar mal con Grondona”. Oponerse fue el lujo que se permitió Passarella. Quizá tarde, ya no está dispuesto a seguir pagando semejante ostentación.

Un calco. Dicen que Passarella no es más un presidente sordo; ahora escucha y actúa en consecuencia. Turnes, Oscar Vázquez, Luis Renzi y Norberto González Cao son las voces autorizadas de un staff de dirigentes que promovió el ascenso de Passarella.

Daniel Bravo también lo asesora, aporta un opositor. El alineamiento con Grondona no fue casual, ni de un momeno para otro. Un hombre del entorno passarelliano saca chapa: “Fueron meses trabajando en el tema”. El desenlace es observado con cierto recelo por los opositores del club; sospechan de la “aguilarización de Passarella”. Daniel Kiper le señala a este medio que al Káiser “lo asesoran los mismos que lo hacían con Aguilar”. Y detalla: “Las políticas son similares y se refleja también en los intentos de vender juveniles y traer jugadores viejos”. Las nuevas joyas que River ya ofrece solapadamente en el mercado son Lucas Ocampos y Ezequiel Cirigliano. Sobre la designación de Passarella en FIFA, se queja: “Es un premio personal, que en nada beneficia a River; esto no es nuevo para el club, ya nos pasó con el presidente anterior”. En algún punto, River se convirtió en un club que encaja en una sentencia marxista: la historia suele repetirse, primero como tragedia y luego como farsa, y lo segundo anuncia la clausura de un ciclo histórico.

La felicidad. Sonríen. Todos sonríen. Passarella, que se acercó a Grondona sin exponerse en un mano a mano; Solassi, que fue el puente de las negociaciones; Turnes, que consiguió gratis el predio de AFA; y Grondona, que cooptó a un eventual enemigo. “El Viejo no es tonto”, se jacta alguien cercano al presidente de River. En el juego en el que todos creen haber ganado, los peligros en ambos lados parecen haberse disipado. A fines de diciembre, Solassi había arriesgado: “Si River no asciende, nos tenemos que ir todos”.

El jueves pasado, Passarella dijo que si River no ascendía sería un fracaso. A la vez que descartó que sus problemas con Grondona incidieran en los resultados del club. Como sea, él ya ganó su propio campeonato.

Jota Jota López volvió recargado: “El balance deportivo fue positivo”

Jota Jota López ya no es noticia; ayer fue noticia. El ex técnico de River volvió a hablar públicamente, algo que no había hecho después del fatídico 26 de junio pasado. “Me hago cargo del descenso de River. Sé que me va a costar volver a trabajar, pero era un avión que se venía cayendo”, resumió en Indirecto, de TyC Sports. Su silencio en los medios se cortó con declaraciones que, por momentos, resultaron ridículas: “El balance deportivo fue positivo porque hicimos 27 puntos”, sorprendió. Su lectura obvió el contexto insoslayable de una campaña en la que River apenas consiguió cuatro puntos en las últimas siete fechas y que derivó en el descenso. Ese equipo tampoco ganó ninguno de los dos partidos de la Promoción, ante Belgrano.

Distendido, con ropa deportiva, en pose de vacaciones, Jota Jota López marcó la cancha: “Me hago responsable, pero de mi parte. Lo hago como jefe de grupo”.

Desde el balneario 12 de Punta Mogotes, en Mar del Plata, contó que meditó durante varios meses y que los hinchas en la calle le dan señales de aliento. “Yo me fui de River en paz, dolido pero en paz”, señaló.

También se refirió al affaire Passarella-Grondona: “Si hoy en día vemos el vínculo que tiene River con la AFA, a mí me da placer, porque he sufrido en carne propia que no haya habido una buena relación. A River le viene bien que Passarella y Grondona tengan buena relación”.

Después, puso la lupa sobre el armado del equipo que no pudo quedarse en Primera: “Con el resultado puesto, fue un error no haber traído más refuerzos”.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL

En esta Nota