Diógenes de Urquiza llegó a la Secretaría de Deportes con una única condición, que a los pocos días se convirtió casi en una misión de Estado: convertir a la Secretaría de Deportes en una Agencia Nacional y disimular, aunque resulte imposible, un recorte nominal del 9,6% en el presupuesto del área (que supera el 50% si se tiene en cuenta la inflación).
Basado en el modelo de la provincia de Córdoba, que creó un organismo con fondos mixtos para financiar las diferentes competencias, y acorralado por un ajuste que limita su radio de acción, De Urquiza ofreció esta alternativa para salir de la asfixia económica en la que se encuentra la Secretaría, más enfocada en desmentir o validar las especulaciones en torno al futuro del Cenard que en las cuestiones relacionadas al deporte como política pública. La lógica inmobiliaria también opera en estas esferas.
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Ligado en las últimas décadas al deporte desde su costado empresario –fue director comercial y de marketing de GGM, la empresa que le provee ropa a los deportistas nacionales, y de la marca Signia–, el actual secretario pasó del otro lado del mostrador en 2015, cuando asumió la presidencia del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard). El otro salto, el que le dio más exposición, aunque lejos de sus predecesores, todos ex deportistas, fue a finales del año pasado, cuando reemplazó a Carlos MacAllister, mudado a La Pampa para construir una candidatura a gobernador.
Amigo del Presidente desde que juntos fundaron la Asociación de Paddle Argentino –Macri era el vice segundo, el banquero Jorge H. Brito el vice primero, y De Urquiza el tercer vocal–, en su primera entrevista como secretario de Deportes, De Urquiza dio toda una declaración de principios: “No puede ser que el deporte solo viva del Estado, es una locura. Hay muchas empresas que nos pueden ayudar. No puedo entender eso de ‘vamos a pedirle al Estado’. ‘Papá, dame plata’. No, andá a laburar, ya tenés 21 años”, le dijo al diario Olé.
Definido por las personas que lo rodean como “honesto, eficiente y laburador”, descendiente de una de las familias patricias de la Argentina, la De Urquiza Anchorena, el secretario pasará en algunos días a ser el director ejecutivo de la Agencia de Deporte Nacional, cuyo nacimiento saldrá a través de un decreto de necesidad y urgencia. Otro más.
Linaje. Diógenes es chozno de Justo José de Urquiza. Ese apellido, que puede tener múltiples interpretaciones, para él ofrece una garantía: “No hay ninguna posibilidad de que mi gestión no sea federal”, dice. Como ejemplo, pone las convenciones nacionales del deporte que se vienen realizando desde 2015, y que en febrero –paradójicamente– tendrán a Buenos Aires como ciudad anfitriona.
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La Agencia que pidió y dirigirá De Urquiza, según reveló el periodista Ernesto Rodríguez en el sitio Ephecto, podrá vender y alquilar los espacios deportivos públicos, arancelar escuelas y actividades y generar contratos de privatización de áreas públicas. Los que critican la iniciativa tienen las sospechas recolectadas durante estos tres años de gestión y hacen hincapié en que a la merma presupuestaria, se le sumará una degradación institucional. Los que la defienden destacan que ahora evitarán las trabas burocráticas y se tendrá mayor autonomía en las decisiones. “No es una degradación institucional, todo lo contrario. Es una instancia superadora en políticas públicas deportivas. La Agencia tendrá autarquía económico-financiera; personería jurídica propia y plena responsabilidad en el diseño, coordinación y ejecución general de las políticas públicas en materia deportiva”, remarcan desde la languideciente Secretaría, en la que desmienten cualquier intentona de privatización “total o parcial” de alguna de las áreas. Sin embargo, también reconocen que al ser una agencia existe la posibilidad de conseguir fondos privados para costear algunos eventos o situaciones puntuales.
Mientras tanto, las y los deportistas protagonizan un llamativo silencio, quizás atizado por el miedo a perder los pocos incentivos económicos que reciben.
Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.