sábado 23 de noviembre del 2024

River, la incomodidad y el Boca de Alfaro

Los críticos de sillón ya hicieron su análisis sencillo sobre la primera contienda: River atacó y no pudo, Boca tuvo miedo y se aferró al empate.

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¿Cómo ganar cuando venís en la mala y tu adversario está en su zona de confort? Eso se plantea Brad Gilbert en su famoso libro “Winning Ugly". Un libro de lectura recomendada para todo aquel que quiera meterse en la cabeza de un competidor. El actual entrenador de Boca, Gustavo Alfaro, cuando era entrenador de Quilmes, allá por 2003, me hizo leer un libro que yo no conocía. “Hombres para el fútbol” se llamaba y me aportó cosas nuevas. Un día, después del entrenamiento, nos quedamos más de una hora intercambiando ideas sobre el texto y viendo si podían o no ser aplicables en la Argentina. Si en aquel momento había leído a Santiago Coca, seguro que en todo este tiempo también leyó a Brad Gilbert.

La expectativa del público para el domingo era enorme y no fue satisfecha. Setenta mil espectadores se acercaron al estadio Monumental para ver el “Superclásico” del fútbol argentino valido por la quinta fecha de la Superliga 2019. Era el primer partido luego de la histórica final de diciembre en Madrid y el primero de tres que River y Boca jugarán en un mes. El encuentro fue discreto y si bien River fue quien dominó la pelota y el terreno, quedó la sensación de que Boca tuvo la posibilidad más clara de llevarse la victoria, minutos antes del final, con un remate de Tevez que atajó Franco Armani. Terminado el partido, las declaraciones fueron coincidentes en el análisis pero quedaron muchas insinuaciones por detrás que habría que plantearse. El testimonio de Pratto es el más elocuente.

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“Cada vez que me tocó enfrentar a Alfaro fue parecido. Como se esperaba, planteó un partido cortado, feo, y se debe de haber llevado el resultado que buscaba”, afirmó Lucas y añadió, con un dejo de tristeza: “Una lástima que no pudimos convertir y demostrar la superioridad en el juego. El Boca de Guillermo era un poco más ofensivo, va a ser difícil y con poco margen de error”.

¿Es una actitud de temor aferrarte a lo que te dio éxito y al libreto que tenés mejor trabajado, en las vísperas de la contienda más importante de tu carrera, como le está pasando a Alfaro? Para nada, muy por el contrario, es lo que se espera que hagas. Si te contrataron con ese perfil y hace pocos meses que estás en el club: ¡Cómo vas a apelar a una idea exótica en lugar de “pelear con la tuya”, con tus armas, con las que te hicieron llegar a donde estás! Lo importante es que los jugadores te crean y se convenzan de que es lo mejor para ganar esta serie.

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Por ahí seguramente habrán leído que “Boca se defendió así porque no podía perder”. No, paremos un poco. Este partido, conceptualmente y comparado con la magnitud de la serie que se viene por semifinales de Copa Libertadores, es un “superclásico de verano”. Ayer, Boca y River hicieron guantes, previo a la gran contienda.

También seguro habrán leído que Boca “no asumió con grandeza el partido” porque su entrenador relegó al banco de suplentes a sus jugadores más habilidosos, como por ejemplo Reynoso, Tevez o Villa. Una paparruchada digna de ignorantes. ¿Por qué inclinarse por un equipo más vertiginoso y menos atildado es perder grandeza? No, de ninguna manera.

Con una disposición muy parecida, Boca jugó en la altura de Quito y ganó por goleada, algo que no conseguía desde mediados del siglo pasado. ¿Acaso hace dos semanas alguien dijo que resignó grandeza por salir a esperar y jugar de contraataque?

Gallardo habló al terminar el encuentro e hizo un diagnóstico claro. “Si nos juegan de igual a igual, les pasa lo que les pasó a Lanús y Racing, dos grandes equipos. Ante eso, vienen a jugar con nosotros como vinieron hoy. Y eso se gana con respeto.”

River está en ganador y Boca continúa tratando de superar su peor derrota histórica. Llegado a este punto de acuerdo, volvemos a Bradley y a su ganar feo, o ganar maximizando tus virtudes y exacerbando los defectos ajenos. Jugar donde el rival no quiere jugar. Llevarlo a posiciones que le generen incomodidad. Hacerlo sentir frustrado por no poder hacer lo que habitualmente hace. Cosas que hace el Boca de Alfaro.