"Boca es la provincia número 25 del país". Con el pocillo en la mano, a punto de darle un sorbo a su café, uno de los candidatos a presidir Boca utiliza esa analogía para dimensionar la importancia de las elecciones que se harán en el club el próximo 8 de diciembre. La plataforma con la que Mauricio Macri impulsó su carrera política en diciembre de 1995, 24 años después le depara una de sus últimas tareas en el ejercicio de la presidencia de la Nación. El inicio y el final de un ciclo.
Si bien nunca aparecerá en las agendas protocolares ni en el boletín oficial, luego de la derrota electoral contra Alberto Fernández, Macri le asignó varios momentos de esta semana a algo que siempre controló más o menos de cerca: el poder en Boca, un mosaico del poder a escala nacional. "El tiene una debilidad por Boca. Viene hablando con varias personas del tema –le dice a PERFIL un dirigente xeneize–. Es una suerte de cable a tierra. Quizás lo único lúdico que le queda. El resto es todo terrible".
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El cierre de las listas será el próximo viernes. Por eso, en la semana, Macri y Daniel Angelici se reunirán para terminar de armar la del oficialismo. Se especuló con que el Presidente podría ocupar algunos de los principales cargos, pero eso está descartado. Macri seguirá jugando en la política xeneize a través de otros. Le pedirá al Tano ubicar a gente de su confianza en la fórmula que encabezará Christian Gribaudo, un candidato elegido por Angelici y aceptado por Macri que nunca despegó, al menos en las encuestas de socios que manejan en el club. Gribaudo terminará su gestión al frente del Instituto de Previsión Social bonaerense dos días después de los comicios.
La reunión entre Macri y Angelici, como tantas otras que tuvieron por otras cuestiones, puede ser tensa. Las posiciones que el Tano les asignó a Juan Carlos Crespi, Diego Lajst o Carlos Aguas son uno de los focos de conflicto. Angelici y Macri son amigos, pero representan dos líneas dentro del club. Si Angelici reposa en el ex SIDE Darío Richarte y en los mencionados, Macri tiene como referencias al vicejefe de Gabinete y secretario de Modernización, Andrés Ibarra, y Javier Medín, abogado y exvicepresidente de la comisión normalizadora de AFA. Ellos son los que se mueven en las arenas movedizas de un club como Boca, que tiene 200 mil socios, 400 empleados y el presupuesto de un ministerio.
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Enfrente. Angelici termina una gestión de ocho años con un saldo positivo en lo financiero –se acaba de aprobar el último balance, con un superávit de 31 millones de dólares–, pero con el karma de acumular eliminaciones contra River y no haber ganado la Copa Libertadores, la cuenta pendiente que le reclaman todos los hinchas.
En la oposición, y en algunos de los costados del oficialismo también, cuestionan la pérdida de identidad que sufrió el club en todos estos años. Eso, más la problemática que evidencia la falta de espacio en la Bombonera, son los motores de una oposición que nunca logró unirse. Jorge Amor Amel, José Beraldi, Víctor Santa María y César Martucci por ahora van separados. Los últimos dos siguen buscando una alianza que haga crecer las chances de la oposición. Todos buscaron a Juan Román Riquelme, pero nadie lo logró: a pesar de lo que se dijo esta semana, el ídolo xeneize no se involucrará con ninguno de los candidatos. Al menos no públicamente.