sábado 27 de abril del 2024
Tokio 2020

Juegos Olímpicos: el día de gloria ha llegado para Francia

La selección francesa de básquetbol dio un batacazo en los Juegos Olímpicos, al ganarle con carácter e inteligencia a Estados Unidos, 83 a 76.

El mundo se asombra, para Francia, como reza su himno, el día de gloria ha llegado y, sin embargo, no hay nada más lógico en un juego esencialmente explicable -aunque lleno de adrenalina- que la victoria que el seleccionado galo obtuvo contra Estados Unidos en la mañana de la Argentina, para recordarnos por qué las palabras “básquetbol” y “Juegos Olímpicos” están unidas inexorablemente.

Podríamos detenernos en las virtudes de Francia o en los errores de Estados Unidos. Pero es mejor usar la “y” que la “o”. Es cierto que en los últimos minutos la gran potencia erró una cantidad increíble de tiros abiertos. Y es cierto, también, que Francia mostró mucha clase al dar vuelta el score.

Sin embargo, su victoria se empezó a cimentar aun cuando iba perdiendo, porque quien impone el ritmo en un partido de baloncesto suele ser el que gana.

Fue el de Francia un planteo inteligente, adecuado a sus necesidades y a su plantel, con una defensa férrea liderada por Rudy Gobert, uno de los especialistas más impresionantes que la NBA ha dado en las últimas décadas, y con un ataque de posesiones largas y precisa selección de tiro.

En cambio, Estados Unidos estuvo preso, como en el Mundial, del dogmatismo de un técnico legendario que, de todas maneras, parece querer imponer su estilo en lugar de adaptarse al que su país necesita. Dicho de otro modo: con Jeff Van Gundy, quien dirigió partidos clasificatorios, o el hoy asistente Steve Kerr al mando, el equipo liderado por Gregg Popovich no practicaría este estilo que lo asemeja a una selección europea FIBA de los años 90.

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No debería Estados Unidos exhibir un básquetbol físico, buscar posesiones largas ni insistir con el juego interior, sino jugar con un solo hombre grande y con cuatro perimetrales rápidos que corrieran la cancha y que tiraran triples sistemáticamente, un detalle no menor no solo porque esa es la esencia norteamericana, sino porque en los Juegos Olímpicos el triple es, para los hombres NBA, un doble largo.

Es cierto que Booker y Middleton acaban de llegar a Japón después de haber disputado una final tan demandante. Pero lo mismo puede decirse del base Jrue Holiday, la mejor camiseta azul del partido, que anotó 18 puntos. Y Popovich debería dejar a un lado la aversión que siente hacia Khris Middleton, uno de los dos mejores aleros del mundo y una de las estrellas de los Milwaukee Bucks, flamantes campeones de la NBA. Cinco minutos disputó hoy Middleton, cuatro más que McGee, un pívot discreto que no es titular en la NBA, y 22 menos que su compañero de equipo Holiday.

¿Qué hizo Francia antes de la extraordinaria remontada del último cuarto? Practicó un baloncesto conveniente a sus intereses, comandado por Vincent Collet, cuya partitura ejecutaron, con irregularidad y jerarquía en los momentos más importantes, casi todos, pero muy particularmente la tríada conformada por Gobert –quien aportó 14 puntos y 9 rebotes, además de su calidad defensiva-, De Colo –en cierta medida, el cerebro del equipo- y Fournier –un base excepcional, que con su seleccionado muestra todo su potencial ofensivo, y que hoy jugó 33 minutos, encestó el 50% de sus tiros de cancha y anotó nada menos que 28 puntos-.

Estados Unidos –todo hay que decirlo- no solo fue víctima del dogmatismo de Popovich, sino de la falta de eficacia de hombres habitualmente letales, como Lillard y Durant, una enojosa sombra de sí mismo.

Tal vez con la mejoría de esos dos ases y con un mayor involucramiento de Lavine, de Middleton y de Booker, el gigante norteamericano pueda comenzar a dar vuelta la preocupante imagen que dejó hoy, que es una continuación de la que había dejado en el último Mundial, y que por ahora lo aleja de una expresión a la que ha estado asociado por muchísimo tiempo: “El equipo de los sueños”.

 

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