viernes 03 de mayo del 2024

Tan grande con tan poco

En la relación cantidad de habitantes-títulos ganados, no hay como Uruguay, que puede erigirse en el más ganador de la Copa América. Un fenómeno que no descansa.

442

Cuando Bora Milutinovic asumió como entrenador de China no miró videos de fútbol; antes que nada, lo sedujo un dato insoslayable que aportaba el Indec chino. El carismático serbio le sopló a un colaborador que el escenario demográfico era una condena al éxito: “Entre 1300 millones de personas, once jugadores buenos tengo que encontrar”. Finalmente, Bora condujo a la Selección asiática al Mundial de Japón-Corea 2002. En aquella Copa, su equipo perdió todos los partidos y no marcó ni un gol. Años después, el DT explicó: “El fútbol en China no es practicado por todos, entonces, no hay muchas posibilidades para elegir. Y también está en juego la idiosincrasia. Debido a la educación que reciben son muy disciplinados, pero no saben improvisar”.

Inversamente proporcional es el caso de Uruguay, el paisito, el punto invisible del mapa que cobra dimensión cuando la pelota rueda. ‘La garra charrúa’ es una apelación al coraje histórico, pero además esconde una lectura elíptica: el valor agregado del esfuerzo para suplir la escasez de recursos humanos. Sergio Markarian, el uruguayo entrenador de Perú, graficó en la semana: “Uruguay es en fútbol el mejor país del mundo, si la cantidad de población fuera la inversión y los resultados deportivos, la utilidad. Si se divide ambas cosas, Uruguay es por lejos, pero lejísimos, el mejor país del mundo”.

Para medir fuerzas, bien vale la referencia de un gigante de cuerpo con pies de bailarina. El inmenso Brasil, con una población 58 veces mayor que la de Uruguay, tiene la corona de pentacampeón. Sin embargo, la desventaja de 2-5 en Mundiales, la Celeste la revierte en América, donde obtuvo 14 Copas (es el más ganador, junto con Argentina), por encima de las ocho conquistadas por la patria del jogo bonito. Una perla para ponderar los logros futbolísticos del país microscópico: Brasil cuenta con 3,5 millones de futbolistas federados, más que la población total de Uruguay (3.344.938 habitantes). El gran fenómeno del lugar de la poca gente no tiene explicación científica. Angel Cappa, entonces, se permite la suya: “Montevideo es un campo de fútbol con casas”.

Pasado, presente, ¿futuro? Los refutadores del fenómeno del fútbol uruguayo acometen con que la Celeste sólo ganó Mundiales y Juegos Olímpicos en blanco y negro. Pero si el recorte para medir el éxito se limita a esas competencias, la verdad queda tan chiquita que exige ampliar la mirada.

A un gol sobre Paraguay de convertirse en el más ganador de estas latitudes, el equipo dirigido por Oscar Tabárez fue el único sudamericano, por ejemplo, que se filtró en el póker de ases de Sudáfrica 2010. ¿Escaso mérito el del cuarto puesto? Se acercan referencias: apenas seis naciones con menor población que Uruguay han conseguido, alguna vez, clasificarse a Copas del Mundo. Pero ni Irlanda del Norte ni Eslovenia ni Kuwait ni Jamaica ni Trinidad y Tobago ni Gales han hecho historia. Esa palabra grande le corresponde, entre los pequeños, sólo a Uruguay.

Sin embargo, Eduardo Galeano asumió la autocrítica colectiva por la sequía de títulos ecuménicos tras 1950: “Si aprendiéramos de ella, todo bien, pero no: nos refugiamos en la nostalgia cuando sentimos que nos abandona la esperanza, porque la esperanza exige audacia y la nostalgia no exige nada”. Uruguay se recuperó de la melancolía y está de pie. El trauma post décadas doradas parece superado. Incluso la nueva arcilla está lista para más moldes de campeón: la sub 17 acaba de conseguir el segundo lugar en México, mientras que la Selección Sub-20, que ahora jugará el Mundial, además obtuvo el pasaje a Londres 2012. Los Juegos Olímpicos que el fútbol argentino mirará por televisión.

Hacerse un nombre. Mucho más por lo que sucedía del otro lado del río que de éste, es que Juan Sasturain consigna en La patria transpirada que “Uruguay-Argentina en 1930 es la final de barrio más grande del mundo”. Genial. Pero aquel barrio, insiste Markarian, “es el mejor país del mundo porque tiene una base de historia que tira, que lleva, que todos los chicos quieren imitar. Y tiene la más densa red de fútbol infantil que existe en el planeta”.

Uruguay prescinde de la fama hasta que se pone la camiseta. Es el sitio que Homero no sabe pronunciar en uno de los capítulos de los Simpson y que el cantante Jorge Drexler minimiza con cariño: “Un país con un nombre de río”. Los goles son el mejor blindaje contra cualquier intento por desacreditar la identidad de Uruguay.

La mitología y su actual estatus de equipo ganador vuelven a comulgar. Cinco veces entre los cuatro mejores del mundo, el conjunto uruguayo puede ser mañana el único rey de Copas en América. Para el técnico de Perú, no es una sorpresa: “Es que tiene dos generaciones increíbles y producto ello tiene la Selección mayor que tiene. La materia prima es excelente. Sin dudas, quiero esa fábrica”, elogió.

El país casi anónimo guarda grandeza debajo de los botines. Detrás de la pelota va todo un pueblo. De ahí, de esa poca gente, salen los jugadores que siguen haciendo historia.

(*) Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil

En esta Nota