viernes 26 de abril del 2024
Documental sobre Usuriaga

Se estrena un documental sobre el Palomo Usuriaga

Veinticinco años después de que Albeiro Usuriaga brillara en Independiente, DirecTV estrena un documental sobre el extraordinario delantero colombiano. Una producción que celebra al jugador, recupera su talento y rescata su carisma, pero no se regodea en la tragedia de su asesinato. Video.

Yolanda camina por las calles de Avellaneda, entra a una parrilla para almorzar y después sigue hasta su destino final: la cancha de Independiente. En cada una de las escalas recibe demostraciones de cariño, mensajes de agradecimiento, pedidos de selfies. Yolanda es colombiana, lleva una campera azul con el escudo en el pecho y se entrega a la devoción de los hinchas. El apellido de Yolanda es Usuriaga: es la hermana de Albeiro, aquel delantero que a mediados de los ‘90 brilló en el Rojo. Y esas secuencias son parte del documental “Palomo”, que esta semana estrenó DirecTV.

El Palomo Usuriaga logró ser ídolo en un club repleto de ídolos. Llegó en marzo del ‘94 y para sumarse a un equipo con grandes jugadores: Daniel Garnero, Gustavo López, Sebastián Rambert, Luis Islas. Y le bastó un partido para enamorar hinchas. Fue en la Doble Visera, contra Ferro, un partido que hizo dos enganches dentro del área, dos defensores pasaron de largo y definió con un zurdazo al palo de Germán Burgos. A partir de esa noche patentó la marca de su festejo: la corrida al córner, el índice al cielo y la sonrisa blanca. Puro talento y carisma. Un jugador irresistible.

El documental celebra al Usuriaga jugador, no se regodea en la tragedia de su asesinato, ocurrido el 11 de febrero de 2004 en el barrio 12 de Octubre, en Cali. El escritor Pablo Ramos lleva el relato, delante de cámaras y con textos en off. Y se suman, entre otros, los testimonios de sus ex compañeros Miguel Brindisi, Luis Islas y Jorge Burruchaga, del escritor Eduardo Sacheri y del historiador Claudio Keblaitis. Entre todos reconstruyen la magia del Palomo.

Las imágenes de archivo aportan lo indispensable: jugadas y goles. Ahí está el Palomo, que se bambolea, engancha para allá y para acá, parece que pierde la pelota pero sigue y define al otro palo. Ahí aparece en una corrida larga, con tranco de gacela, para humillar al defensor. Ahí se lo ve buscando los espacios, metiendo diagonales para entrar al área y pensar, ahí donde pocos piensan.

Un año después de haber llegado al club, Usuriaga ya había ganado tres títulos: el Clausura, la Supercopa y la Recopa. Ese 1994 del Palomo fue vertiginoso: los goles, la gloria, la idolatría. Fue también su vara más alta: en el ‘96 dio positivo de cocaína en un control antidóping y lo suspendieron por dos años. A partir de ahí el vuelo del Palomo empezó a ser más corto. Una vez que cumplió la sanción fue a parar a General Paz Juniors, un modesto club de Córdoba que jugaba en el Argentino A. Cuando llegó tuvo una sola exigencia: los botines debían ser rojos. En su ciclo cordobés logró el ascenso a la B Nacional, en una final contra Douglas Haig que terminó a las piñas. Allá también lo aman.

Pasaron 25 años del paso del Palomo por Independiente. Y acá está este documental que le pone imágenes a la veneración que todavía tienen los hinchas por ese colombiano de 1,90 que se desarmaba en cada pique. Usuriaga fue, en definitiva, un eterno adolescente que repartió talento y que, como muchos artistas, tuvo un final trágico.

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