viernes 26 de abril del 2024
FUTBOL FEMENINO

La increíble odisea de una futbolista argentina en Estados Unidos para regresar al país

La neuquina Camila Parada, que actualmente juega en la Universidad Faulkner de Montgomery, Alabama, vivió una terrible pesadilla para poder regresar a Argentina, en medio de la pandemia del COVID-19. Su novelesco relato.

Después de estar más de dos meses varada en Estados Unidos como consecuencia de la pandemia del COVID-19, final y felizmente, la futbolista neuquina Camila Parada, pudo regresar al país en un vuelo de Aerolíneas Argentinas que tuvo que pagar de su propio bolsillo.

“Todavía no puedo creer que estoy de regreso en Neuquén. Lo que viví en EE.UU. fue una odisea. Fueron dos meses súper movidos en los que ya no sabía qué hacer ni a quién reclamarle para que pudiera regresar a Argentina. Sufrí mucho porque llegó un momento en el que pensé que no iba a poder volver”, cuenta, en diálogo con 442, la joven y aguerrida delantera de 21 años que actualmente juega en la Universidad Faulkner de Montgomery, Alabama.  

 

Camila Parada

 

“Empezaron a salir vuelos y yo, en teoría, tenía pasaje para volver a Argentina, el  miércoles 29 de abril, pero unos días antes me llamaron de Houston para decirme que estaba en el listado de Aerolíneas Argentina y no en el de Latam, donde yo había comprado el pasaje, y que tenía que viajar el martes 28 con ellos. Yo estaba en Texas pero como me dijeron que estaba todo confirmado, el día anterior tuve que viajar de urgencia de Texas a Miami. Después de viajar 18 horas en el auto de una compañera que gentilmente se ofreció a llevarme, llegamos al Aeropuerto de Miami el mismo 29 a las 9 de la mañana, las dos casi sin dormir porque nos turnamos para manejar. Cuando me dijeron que no estaba en la lista de pasajeros, me quería morir. El camino de vuelta estaba hecha una leona, como cuando tengo la pelota dentro del área rival”, relata, al comenzar a desandar la odisea que le tocó vivir.      

Pero, lamentablemente, el destino le tenía deparado más sorpresas inesperadas que la alejaban de su sueño de volver junto a los suyos para disfrutar de sus tres meses de vacaciones.  “El viernes 1 de mayo salía otro vuelo vía Latam, que era la empresa con la que yo tenía el pasaje comprado, pero me dijeron que no estaba en el listado, así que tampoco pude viajar. Y como me dijeron que el lunes 4 salía otro vuelo, el domingo a la noche empecé a hacer la cola en el aeropuerto para ver si podía tener un lugar en la lista de espera. Pero solo subieron 5 personas y, otra vez, me volví a quedar abajo”, dice, entre risas, la también estudiante de tercer año de la carrera de criminalística. “Para poder jugar al fútbol en una universidad, sí o sí tenés que estudiar una carrera. Yo quería ser profesora de Educación Física pero como la carrera no figuraba en el listado, me llamó la atención la de criminalística y me anoté. Por suerte, con los años me fue gustando y el año que viene me recibo", explica.  

Como cuando las cosas no le salen tal cual ella lo quiere dentro de la cancha, no se dio por vencida y fue por una chance más. “El martes 5 la gente de Aerolíneas Argentinas me mandó un mail diciéndome que tenía que llenar un formulario para un pasaje para el viernes 8. Lo completé 100 veces como mínimo, para asegurarme de que lo recibieran y lo leyeran. Cuando me llegó la respuesta con las instrucciones para abonar el pasaje, llamé a mis padres (Gabriel y Lorena) para ver si me ayudaban a pagarlo, porque yo ya me había gastado la plata con el otro  que lo terminé perdiendo.  Por suerte me ayudaron y, finalmente, el viernes 8, a las 12 horas de Miami estaba volando rumbo al Aeropuerto de Ezeiza, donde llegué a las 22.30. Estaba tan feliz como si hubiera hecho un gol”, confiesa la segunda de cinco hermanas, todas futbolistas: Carina (22), Micaela (17), Candela (12) y Alfonsina (2), "Alfo ya le pega a la pelota con la zurda, va a ser una gran jugadora", dispara.

Pero, las sorpresas ingratas no iban a terminar ahí, ya que para llegar a su casa natal, en Neuquén, tuvo que viajar otros 2.800 km. más. “Tenía que tomar un micro que salía a la 1 de la madrugada del sábado 9, con destino a La Pampa, Mar del Plata, Bahía Blanca y Neuquén, pero, sin querer, se subió un chico que vivía en Formosa y como los choferes recién se dieron cuenta cuando ya estábamos en pleno viaje, le dijeron que iba a tener que bajar en un hotel de Capital, pero como el pibe se quedó dormido y el chofer no se dio cuenta, tuvimos que viajar hasta Formosa. Así que a la terminal de micros de Neuquén recién llegué el domingo 10 a las 14.00”.

“Y, encima, por el protocolo del Coronavirus, no pude abrazar ni besar a mi mamá que me estaba esperando. Sólo nos saludamos con un codazo y nos pusimos a llorar de alegría por el reencuentro. Por suerte de ahí hasta casa, no me pasó nada más raro”, dice la primera jugada argentina repatriada de Estados Unidos en plena pandemia del COVID-19.  “Hasta que todo esto no pase, ni loca vuelvo a EE.UU. Ahora, como corresponde, estoy haciendo la cuarentena sola, en el quincho de mi abuela”, concluye, en medio de una fuerte carcajada.