sábado 20 de abril del 2024
Vanina Correa

La niña que quería jugar a la pelota y llegó al arco de la Selección

Como Diego en Fiorito, a los 9 años soñaba con jugar un Mundial. Y jugó tres. Una historia de pasión, esfuerzo y amor al fútbol contada en primera persona. Fragmento del reciente libro "Pelota de papel 4".

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Todos nacemos con un don, el mío fue volar y nunca dejar de soñar.

Recuerdo un día de Reyes a los 9 años en el que recibí una hermosa muñeca Barbie por parte de mi tía. Todos los chicos del monoblock donde vivo habían recibido algo por aquel día tan especial. Ansiosos por bajar, mostrar y compartir los regalos, vi a uno de ellos con una pelota nueva, me acerqué y le dije “me atajás un rato mi muñeca que yo me llevo tu pelota”.

Fue donde todo empezó, en la placita del barrio donde cada tarde escuchaba mi nombre: eran los chicos llamándome a jugar con ellos. Iba con mi hermano. Entre tantos chicos, era la única nena corriendo con ellos, pero no solo detrás de aquella pelota, sino detrás de uno de mis sueños: ser jugadora profesional y jugar un mundial.

No hay mayor satisfacción que haber cumplido un buen papel y haber sido reconocida durante y después  del mundial por la constancia que siempre tuve. Eso hizo que nunca bajara los brazos, teniendo siempre presente que la clave del éxito consiste en marcar objetivos claros para ir así cumpliendo metas

Poco a poco, fui ganando esa confianza y esas ganas de querer más y más. La placita me dio mis primeras armas  para que a los 13 años pudiera ingresar al club Rosario Central en mi ciudad, pero no para jugar, sino como  mascota oficial del equipo de chicos de esa categoría. Los miraba entrar a la cancha y no pasaba un día que no le tocara el hombro al técnico preguntándole: “¿Y yo cuándo entro?”. Fue tanta la insistencia que terminé el torneo jugando con ellos. Fue tanto el asombro de ver a una niña integrando el equipo entre chicos que capté la mirada del técnico de la selección nacional, quien me invitó a participar en los entrenamientos de las categorías menores de Argentina.

Con mi corta edad, y con el apoyo y respaldo de mis padres, iniciamos el recorrido de incansables viajes desde Rosario a Buenos Aires, caminando hasta la parada del tren para luego bajar y seguir en bus. No importaba cómo ni cuánto tiempo iba a demorar, solo quería llegar y entrenar día a día, mejorar paso a paso, y volar cada vez más alto. Trabajé con constancia y dedicación, fui creciendo y teniendo la oportunidad en varios clubes, tales como Boca Juniors, Banfield, Rosario, San Lorenzo, de demostrar de qué estaba hecha y hasta dónde quería llegar.

Quizás me cuestan muchas cosas, los que me conocen saben que doy la vida por lo que amo. Es así que fui con sacrificio cumpliendo mis propósitos, después de varios años, con mucho esfuerzo y dedicación, jugué no solo un mundial sino tres. Y hasta tuve la oportunidad de estar y vivir los Juegos Olímpicos.

Siempre quería más, siempre quería sobresalir en lo que hacía, hasta que una lesión me dejó fuera de las canchas. En ese momento, pensé en retirarme del fútbol. Había cumplido y alcanzado varios logros, pensaba que tal vez era el momento de dar una pausa y seguir el camino de otro anhelo: ¡ser mamá! 

Tuve a los mellizos. Fue una de las mejores decisiones que he tomado en la vida. Me trajo una enorme satisfacción personal y emocional, pero a la larga, hizo que cayera en la tentación de aceptar la propuesta de volver a jugar.

Con mi corta edad, y con el apoyo y respaldo de mis padres, iniciamos el recorrido de incansables viajes desde Rosario a Buenos Aires, caminando hasta la parada del tren para luego bajar y seguir en bus. No importaba cómo ni cuánto tiempo iba a demorar, solo quería llegar y entrenar día a día, mejorar paso a paso, y volar cada vez más alto

A los seis años de haber sido mamá, regresé a las canchas. Fue un reto duro después de la maternidad: dedicarme de pleno a los mellis y al trabajo, retornar a las prácticas y tomar nuevamente la responsabilidad de ponerme los guantes y defender con mucho orgullo la albiceleste. Cumplir las tres tareas no era fácil, implicaba tener un cuarto rol, ser administradora del tiempo y distribuir las actividades para poder hacerlas todas de la mejor manera. El apoyo incondicional de mi familia jugó siempre el mejor y mayor papel para que hoy día pueda seguir haciendo historia y decir que indiscutiblemente cada experiencia pasada y vivida fue un verdadero aprendizaje.

Con mucha dificultad después del largo tiempo de haber estado alejada de los entrenamientos y competencias, pero con las mismas ganas y convicción de que podía seguir dando todo debajo de los tres palos, regresé con la mente puesta en volver a jugar un mundial… el ansiado mundial de Francia 2019.

Esa fue una de las mejores actuaciones, tanto en lo personal como en lo colectivo: dimos el batacazo y generamos más halagos que críticas; obtuvimos resultados deportivos impensados y, lo más importante, generamos en nosotras y en la gente esa ambición de que con trabajo y ganas se puede.

Para mí, no hay mayor satisfacción que haber cumplido un buen papel y haber sido reconocida durante y después  del mundial por la constancia que siempre tuve. Eso hizo que nunca bajara los brazos, teniendo siempre presente que la clave del éxito consiste en marcar objetivos claros para ir así cumpliendo metas y que es eso lo que nos llevará siempre a lograr lo que deseamos, porque si lo podemos soñar lo podemos hacer.

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