“Una pelota no es solo una pelota, puede ser el comienzo de todo. En mi caso todo comenzó con una pelota, lo que realmente cambió mi vida”. Ángel Di María está sentado en su casa de Rosario y reflexiona sobre su juguete preferido, sobre el medio que le permitió pasar de ser un chico con sueños a ser un hombre consagrado a nivel mundial.
Por eso, a horas de haberse cumplido 20 años de su debut en Primera y 30 de su llegada a su amado Rosario Central, no duda en tener un gesto con el club que lo vio nacer: la donación de 26 pelotas profesionales Europarís. Justamente la misma cantidad que el Club Atlético El Torito le pidió a Central para darle el pase de El Fideo.
Ángel se emociona con la idea y la toma como propia: que las pelotas nuevas rueden en la cancha donde él comenzó. Para la ilusión de los nuevos chicos. “Todo sueño empieza así”, relata el 11 de Central. En la canchita, mitad césped y mitad tierra, hay un chico de 11 años muy parecido. Se llama Benja y a todos les hace recordar a un Fideo de chico. El agarra una de las Euro, modelo París, y comienza a gambetear como lo hacía Ángel. Casi que un déjà vu en la cancha del Torito.
Ángel agradece. A Ramiro Fabris, uno de los dueños de Euro. Y a la gente del Torito. Todo por poder cumplir, en medio de la vorágine del profesionalismo, con algo que quería: ayudar a su club de origen. De Torito al mundo.
NZ/JM
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